Los baños de los refugios de Bariloche dejan su huella en la montaña
Un completo estudio académico muestra el impacto en la ecología de los cerros que deja el paso de miles de senderistas por las instalaciones asentadas en el parque nacional Nahuel Huapi. Sobran propuestas y faltan acciones para evitar un daño mayor.
El interés creciente que se extiende entre turistas y residentes por visitar los refugios de montaña de Bariloche a provoca impactos ambientales de distinto tipo que incluyen el manejo de la basura y el tratamiento y destino de las aguas residuales.
Por el impacto humano, ponen manos a la obra para remediar un mallín de alta montaña
El tema es motivo de preocupación en Parques Nacionales, que tiene jurisdicción en esas áreas, y también en el Club Andino Bariloche, como propietario de los refugios y titular de los permisos de concesión explotados por particulares.
La gestión de las aguas residuales fue abordada por dos ingenieras ambientales que se graduaron hace pocos meses en la UNRN y tomaron el tema para la elaboración de sus tesis finales. Alondra Crego trabajó sobre el refugio Laguna Negra y Antonella Zárate tomó como objeto de estudio el refugio San Martín, ubicado junto al lago Jakob.
Ambas infraestructuras tienen capacidad para alojar a unas 40 personas, a las que se suma un número igual o mayor como acampantes. Están ubicadas junto a lagunas de altura, a unos 1.600 metros sobre el nivel del mar y funcionan desde hace más de 50 años.
Los trabajos académicos incluyen un pormenorizado diagnóstico y también varias propuestas y recomendaciones, que ya fueron puestas a disposición del Club Andino, en el afán de que se encuentren soluciones de corto plazo, para evitar perjuicios mayores sobre el ambiente.
Crego y Zárate explicaron que hoy los baños de los refugios funcionan con sistemas de “arrastre hidráulico”, cuyo funcionamiento no es diferente al de un inodoro domiciliario, con orina y excretas mezcladas, que terminan en uno o dos biodigestores y luego en caños de deriva.
En el caso de Jakob el efluente es volcado en un mallín cercano y en Laguna Negra hay un largo caño vierte el efluente por escurrimiento entre las rocas, en un cuenca diferenciada del arroyo Negro, por el que desagua la laguna. Pero esas previsiones a esta altura resultan insuficientes.
Debido a la intensidad de uso, los baños de Jakob actualmente están “saturados” y algo parecido ocurre en Laguna Negra. Un panorama que tenderá a agravarse, dada la masividad de las actividades de montaña, salvo que Parques Nacionales imponga un cupo de ingreso a las áreas, algo que hoy resulta impracticable, según reconocieron las investigadoras.
Es indispensable que se incrementen las inspecciones del organismo de control para constatar el buen funcionamiento del sistema”.
Antonella Zárate, ingeniera ambiental de la Universidad de Río Negro.
En Bariloche hay siete refugios del Club Andino y uno privado. Los concesionarios le pagan al club un canon anual por la explotación, que equivale a determinada cantidad de pernoctes; por caso, en el Frey es de 700.
El Club Andino le paga a su vez a Parques Nacionales un canon en el mismo sentido.
Pero en ambos casos, la contabilidad termina resolviéndose con compensaciones: el club mantiene las picadas que son de Parques y los concesionarios realizan la conservación de los refugios, que son del club.
El valor medio del pernocte el verano pasado en los refugios fue de 2.500 pesos por noche. Basta con multiplicar esa cifra por los cientos de miles de noches que pasan allí los turistas para tomar dimensión del dinero que se mueve, en general por fuera del circuito financiero legal.
El auge de las actividades de montaña terminó por convertir a los refugios en pequeñas hosterías, con una exigencia cada vez mayor en la calidad de los servicios.
Esa característica y la cantidad de visitantes (más de 16.000 solo en Laguna Negra, en la última temporada de verano) obliga a dedicar máxima atención a la gestión de los efluentes. La regulación del ingreso mediante reserva previa que se implementó a partir de la pandemia fue una solución solo parcial, porque permitió acotar el número de usuarios de los refugios, pero solo aquellos los que pernoctan. Los visitantes diarios no se registran y suelen ser un número bastante mayor.
Las especialistas de la UNRN señalaron que para lograr un sistema eficiente para los baños, las metodologías tradicionales de “tratamiento biológico” no son las mejores, porque el volumen de los efluentes es muy variable (en contra de lo que sería ideal) y también porque las temperaturas no ayudan, dada las condiciones rigurosas de la alta montaña.
Por eso propusieron para los dos refugios la implementación de sistemas de baño seco, como el que ya funciona con buen resultado en Laguna Ilón, en el área Tronador.
En aquel caso las cámaras de recepción de excretas y orina están separadas y requieren la intervención activa del usuario, con orificios de deposición diferenciados. Pero existen otras tecnologías que se podrían aplicar, explicó Crego, en los cuales la separación es automática mediante el simple recurso de una cinta transportadora, accionada mediante un pedal.
Señalaron que ese método fue desarrollado con éxito por ejemplo en áreas remotas en Canadá. Su incorporación a los refugios barilochenses tendrían como principal dificultad el factor económico, porque su costo es de “2.000 a 3.000 euros”. Pero las ingenieras aseguraron que se trata de un dispositivo “mecánico”, sin demanda de energía, que se podría rediseñar y producir a nivel local, con un costo mucho menor. Dijeron que así fue planteado ya al Club Andino Bariloche y que habría una gestión en marcha para obtener el financiamiento.
Las experiencias previas también son tenidas en cuenta y, tal como señala uno de los trabajos de grado, hubo ya un intento por utilizar baños secos en el refugio Rocca y no dio resultado. Que el tratamiento de efluentes es un problema serio en los refugios también quedó en evidencia con las recientes denuncias (video mediante) sobre el volcado en el refugio Otto Meiling, en el cerro Tronador, de líquidos cloacales sin tratamiento adecuado que terminaban en un ventisquero.
¿Cuánto?
- 40 millones
- de pesos recaudó un solo refugio la temporada de verano pasado por el pernocte, sin contar otros ingresos.
Nueva tecnología
Crego explicó que la propuesta es implementarlo de modo gradual y se podría empezar, por ejemplo en Laguna Negra, con el agregado de un “cubículo” con baño seco junto a los actuales inodoros convencionales de arrastre hidráulico.
En este último caso, la saturación es evidente, porque dado el actual flujo de visitantes. Según el estudio, en un refugio se generan unos 250 mil litros de aguas residuales por año, si se cuentan baños y cocina.
Las excretas del baño seco irían a un contenedor de material aislante y, según subrayaron las investigadoras, “no producen olor” al no estar mezcladas con la orina. Ese residuo se puede compostar, con oxigenado y volteados periódicos, y probablemente con ayuda de lombrices nativas (en otros ambientes de montaña dieron buen resultado). Según los antecedentes documentados, quedaría “inocuo” en un plazo medio de dos años, aunque depende de las condiciones climáticas en cada caso.
La orina deriva a una cámara diferenciada y se mezcla con las “aguas grises” provenientes del lavatorio y la cocina, previo paso por una cámara desengrasadora. Este líquido, una vez diluido el nitrógeno, se desecha por infiltración y tiene aptitud como fertilizante. Zárate explicó que la eficiencia general del sistema depende de un “monitoreo ambiental periódico”.
La inviabilidad de los sistemas actuales empleados en los refugios fue subrayado por los estudios. En su informe sobre la situación de Jakob, Zárate demostró que al momento de los relevamientos (en el verano de 2020), el sistema de tratamiento de efluentes cloacales en ese refugio se encontraba “desbordado”.
Recordó que estaba en funcionamiento desde hacía 15 años y en ese período “no se realizó ningún mantenimiento de las cámaras sépticas ni vaciado de lodos”, situación que se reflejó en la acumulación de material sólido y “olor abundante a desechos cloacales en el mallín”.
En los últimos años se implementó un sitio de vertido distinto, pero el factor contaminante permanece sin cambios. La ingeniera recomendó la adopción de tecnología de baños secos con modalidad “Ecodomeo” (del tipo de la usada en Canadá), porque requieren menor mantenimiento y menos intervención por parte del usuario.
Sin embargo, ambas investigadoras resaltaron que a la hora de definir un plan integran de gestión ambiental en los refugios hará falta complementarlo con un “manual de buenas prácticas” que apele a la información y educación de los visitantes. “Todos somos responsables de saber adónde van nuestros residuos y de dónde viene la energía que utilizamos”, explicó Crego.
Las expertas señalaron que las soluciones a evaluar deben tener en consideración que se trata de difícil acceso, ubicados en la alta montaña, y de una importante fragilidad ambiental, pero con mucha afluencia de público. La necesidad entonces es la de resolver la disposición de efluentes con mínima infraestructura.
Explicaron que hay tres variables en juego: “el flujo de visitantes, las condiciones climáticas y las tecnologías de tratamiento disponibles”. En cualquier estrategia que se aplique deberán intervenir a su vez cuatro actores: el parque nacional Nahuel Huapi, el Club Andino, los concesionarios de los refugios y los usuarios.
El trabajo de Zárate apunta especialmente sobre un déficit que resulta cada vez más notorio. “Es indispensable que se incrementen -dice- las inspecciones por parte del organismo de control en el área (Parques), para constatar el buen funcionamiento del sistema”. Hoy ese seguimiento es casi nulo.
“Algo hay que hacer”, dijo el Club Andino Bariloche
El presidente del Club Andino Bariloche, Martín Enevoldsen, reconoció que los daños ambientales en el espacio circundante de los refugios es “una preocupación que ahí está, y algo hay que hacer”, porque la montaña “tiene una capacidad de carga” que no es ilimitada y la idea es no tener que aplicar criterios selectivos en la admisión de usuarios.
Hoy solo existen cupos para el pernocte y los acampes, pero no para la visita de quienes suben y bajan en el día, hábito que es muy frecuente en los que demandan caminatas de pocas horas, como Frey, Laguna Negra, López o Ilon.
Enevoldsen dijo que existen “distintas líneas y varios proyectos” para mejora el tratamiento de efluentes. “Hay algunos sistemas de inodoros portantes, hubo en ensayos en Tronador -afirmó-. Nos piden permiso y sí, habilitamos para que se pruebe”.
Según entiende Enevoldsen, “es necesario aprender de los errores anteriores”, con la mirada puesta en “mejorar la calidad de uso y los servicios en la montaña”.
Señaló que desde que empezó a registrarse un aumento continuado en la afluencia de visitantes “todo el tiempo” desde el club y las concesiones de los refugios están en la búsqueda de métodos superadores, tanto para los baños como para las cocinas, la gestión de los residuos sólidos y la provisión de energía.
Por ejemplo el uso de leña, que era casi el combustible excluyente hasta hace algunos años, ahora fue reemplazado por fuentes diversas como gas envasado, paneles solares, turbinas que aprovechan caídas de agua y hasta algún molino eólico.
Enevoldsen dijo que Bariloche, como epicentro del auge alcanzado por el trekking, debe anticiparse a lo que ocurre “en otras partes del mundo”, donde debieron implementar criterios selectivos para el control de acceso a los sitios más frágiles u otros métodos igual de drásticos.
“En Estados Unidos ya tienen dilemas con los que nos vamos a encontrar dentro de poco -dijo el titular del CAB-. Hay circuitos de montaña muy concurridos donde te encontrás con sendas de cemento. Puede parecer exagerado, pero son lugares por los que pasan como 3 millones de personas por año y si no hacen algo así, quedaría un surco”.
Una red sin similitudes en todo el país
Crego dijo que el modelo de desarrollo de los refugios que nacieron y crecieron durante décadas en el entorno de Bariloche no tiene equivalentes en el país, ya que solo hay una red parecida en El Bolsón pero funcionan en general en tierras privadas y no están dentro de un parque nacional. “En otros lugares hay refugios tipo vivac, pero no como emprendimientos comerciales”, explicó.
Esa particularidad de Bariloche y la cantidad importante de turistas y residentes que los utilizan son los que imponen la búsqueda sin demora de alternativas tecnológicas para reducir al máximo posible el impacto ambiental generado en los albergues de montaña.
Instalar nuevos sistemas de tratamiento para las aguas residuales debería ser una prioridad para el Club Andino y una exigencia de Parques, dada la situación actual, caracterizada como “de colapso”.
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