Video: el relato de los vecinos de El Manso que llevan días aislados por el desborde del río Foyel
Las intensas precipitaciones generaron un desborde del río Foyel que llegó hasta la ruta provincial 83, a unos 500 metros. El Splif colabora trasladando pobladores, provisiones y fardos, en camioneta.
Miguel Montero carga un fardo en su caballo, lo monta al tiempo que se despide de su esposa y así se dispone a llegar a su campo, un kilómetro y medio más adelante, para darle de comer a sus vacas. El camino completamente tapado por el agua no inhibe al animal como así tampoco al perro que corre a su lado.
“Lo volvimos a hacer a la vieja usanza”, bromea Miguel, antes de avanzar por el agua.
Sin embargo, el malhumor invade a los pobladores de El Manso Inferior desde hace varios días. “Es la cuarta crecida del río en lo que va del invierno y estamos en un estado total de abandono”, advierten otros dos pobladores, mientras observan alejarse a Miguel.
Las intensas precipitaciones de julio y las últimas de agosto generaron un desborde del río Foyel que llegó hasta la ruta provincial 83 (a unos 500 metros), a la altura del kilómetro 24 y 25. Como consecuencia, unas 30 familias permanecen aisladas desde hace varios días.
Cuando las lluvias dan un respiro y el agua baja, la ruta se vuelve algo más transitable (solo para algunos vehículos). Pero luego, vuelve a llover y el camino vuelve a quedar intransitable.
Desde las últimas semanas, el pronóstico es el tema recurrente de conversación entre los pobladores de El Manso. “Vuelve a llover mañana y dicen que no para hasta el domingo”, le advierte un poblador a otro que le responde: “Impresiona la fuerza del agua”.
El paraje está ubicado a unos 100 kilómetros de Bariloche. En el lugar, abundan las casas de madera y los campings, rodeados de bosques y montañas. De tanto en tanto, ovejas, vacas, caballos y chanchos corren a un costado de la ruta 83.
Todos los inviernos los pobladores se preparan para alguna crecida del río Foyel. Los más viejos en la zona aseguran que, años atrás, la gente levantaba sus casas “bien arriba”, pero luego la gente más joven “se fue pegando más hacia la ruta”.
Este año, el desborde del río fue aún más impactante y en varias ocasiones ya, las 30 familias que residen del lago más cercano a Chile quedaron aisladas. Sin embargo, el agua sólo ingresó al patio de una vivienda y afectó los dormis en un camping. No hubo personas evacuadas aunque permanecen aisladas.
“Hacía unos cuatro o cinco años que no crecía de esta manera. El problema más grande que tenemos es la intransitabilidad del camino para que los vecinos puedan ir a cobrar, a comprar alimentos o a estudiar. El problema se reitera siempre y tiene solución, pero requiere una obra de infraestructura en la zona y trabajos en el drenaje del río”, planteó Juan Fuentes, un poblador.
María de las Nieves Bayer, portera de la escuela 92, destacó que este verano se terminó una obra que, suponían, solucionaría el conflicto. Pero no fue suficiente. “Hicieron una alcantarilla para que el agua pase por debajo del camino, pero el caudal es tanto que termina cortando la ruta. Habría que levantar un metro el camino. No es tanto. Es solo un kilómetro”, señaló.
Sin clases
Otra pobladora y docente del colegio, Natalia Fatun, explicó que el grueso de la población vive pasando el kilómetro 25. Allí no solo está la escuela primaria sino también el Servicio de Prevención de Lucha contra Incendios Forestales (Splif) y la sala de salud.
Tras el receso invernal, la escuela 92 debía comenzar las clases el lunes 7 de agosto. No fue posible por la intransitabilidad del camino. Tres días después, los docentes tomaron la decisión de retomar las clases para evitar seguir perdiendo días. Pero durante esa jornada, las precipitaciones y las condiciones del camino obligaron a suspender el dictado de clases y los padres debieron retirar a los chicos antes del horario de salida.
“Hoy hay chicos y docentes que no pueden ir a la escuela 92 porque no pueden cruzar. Y a la vez, hay chicos del otro lado del camino que no pueden pasar para los dos colegios secundarios. Los papás están muy molestos y con razón”, dijo Fatun.
Más allá de la crecida del río, los pobladores cuestionaron que cuando baja el agua, Vialidad Provicial no aporta maquinaria para poner en condiciones el camino donde quedan “huellones” por donde es imposible circular. “Deberían compactar, restaurar la ruta y no lo hacen”, recalcaron.
Más allá del descontento general, destacaron la solidaridad entre los mismos vecinos y la colaboración del Splif El Bolsón con el constante traslado de personas, provisiones y fardos de un lado a otro.
“Colaboramos con el traslado de gente por urgencias médicas. Mañana, por ejemplo, hay atención médica de este lado. Tenemos un handy; de modo que cualquier cosa, nos llaman. Hasta ahora, por suerte, hemos podido cruzar con la camioneta”, destacó Dante Montero, del Splif, mientras su compañero, Gustavo Bayer, cargaba fardos en el vehículo para entregar del otro lado.
Falta de asistencia
Rubén Monsalve es jornalero y tiene 46 años. Posee un camión que se compró para hacer frente a los recurrentes episodios de crecida del río en la zona. “Llevo en El Manso toda mi vida. Y desde siempre, llega el invierno y es una cosa de no creer. Pasa siempre lo mismo cuando podrían solucionarlo con muy poco”, reconoció mientras ayudaba a subir en la parte trasera de su camión a vecinos que requerían volver a sus casas, del otro lado del desborde del río.
El agua no solo atraviesa la ruta provincial 83 sino muchos de los caminos vecinales. Una pasarela de madera vieja desvencijada que conduce a las viviendas de cinco familias quedó tapada por el agua el último martes, según el testimonio de los vecinos.
Los pobladores cuestionaron la ausencia del comisionado de Fomento, Pablo Albornoz, y su falta de gestión ante Vialidad Provincial. “Entregó tres fardos para cada familia que no es nada y un metro de leña para un par de familias. Mucha gente vive de los planes sociales, pero son 40 mil pesos que no alcanza para nada”, fustigó Nancy Monsalve, otra habitante del paraje.
Dijo que la mayoría de los pobladores de El Manso Inferior solo trabaja en verano, a través de los campings y el turismo. Ese dinero permite transitar el invierno aunque, por lo general, no alcanza. A veces, señaló, los hombres consiguen alguna changa.
“Siempre tomamos previsiones sabiendo que en invierno pueden pasar estas cosas. Por suerte hasta acá, no hemos tenido que lamentar situaciones de emergencia, ni ninguna desgracia”, indicó Monsalve.
“Hasta el momento no se ha precisado realizar evacuaciones por lo cambiante de la situación y el cese de precipitaciones que trajo consigo mejorías y permite la actividad normal de los pobladores”, dijeron desde el gobierno provincial.
«No se resuelve desde lo vial»
Al ser consultados sobre la situación en la ruta provincial 83, fuentes de Vialidad Provincial advirtieron que “la crecida del Foyel inunda todo ese sector, por lo que no es una situación que solo se pueda resolver desde lo vial si no desciende el agua”.
“Esperamos que lo haga en breve. Mientras, estaremos con equipos allí para cualquier situación. La obra hidráulica que realizamos funciona bien pero se requieren obras de mayor magnitud”, señalaron.
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