Leandro sale a escena para derribar prejuicios con el arte

Artista, director y uno de los primeros actores transformistas de la zona. Reconoce que no es un lugar fácil por la mirada ajena. Pero la convicción de hacer lo correcto pudo más.

Todo empezó como un juego entre un niño y su mamá, en una casa de la tranquila Villa Manzano, provincia de Río Negro. Fue allí donde Leandro Stepanchuc encontró su norte y su ser en la vida. Y claro que eso no es poco.

Empezó despacito. Su madre, Rosalinda, muy cercana al arte, lo invitaba a compartir tiempo jugando e interpretando personajes y canciones, buscando disfraces en el hogar. Se divertían, pero este artista, hoy de sepa neuquina, no imaginaba que su vida iba a ir por ahí.

El levantaba la mano cada vez que en el colegio pedían participantes para los actos escolares. “Pero nunca me imaginé que iba a dedicarme al arte”, aseguró.

Se terminó la primaria, venía el colegio secundario y había que buscar un nuevo horizonte. Se sumó a una comunidad franciscana y al finalizar sus estudios secundarios regresó a la región. La chispa del arte le seguía encendiendo el corazón y se incorporó a un taller de teatro dirigido por Elsa Hernández.

En el mientras tanto y por las dudas, estudiaba la carrera de Geografía en la Universidad del Comahue. Hasta que un día dijo: “No”. Fue cuando le dijeron:“No se qué haces acá. Tenés que estar en un escenario”. Eso fue en 2004. El fuelle en su vida.

Venía de entre otras obras, de ser parte como personaje secundario de la pieza “Bodas de sangre”, presentada en un teatro independiente de la ciudad de Neuquén. Y de fogonearse en otros escenarios alternativos. “Porque debemos hacerlo para ir probándonos a nosotros mismo y ver qué pasa en el público que nos mira”, confirmó.

Y un día, Leandro eligió el arte del transformismo. Una variante teatral que requiere muchas horas de estudio, de ensayos y preparación, pero que además, cuando él se inició en esta disciplina no era fácil. Los prejuicios eran muchos y las estigmatizaciones miles.

El transformismo no estaba considerado como una disciplina teatral. Había que demostrar que sí lo era”, dijo Stepanchuc. Su primer paso en esta vida del arte, fue demostrarle a su padres que sí era una manera de transcurrir. Un casillero que fue el más sencillo. Pues fueron ellos los que siempre estuvieron siguieron los pasos de su crecimiento y de su descubrimiento del mundo adulto y acompañándolo. Aún cuando alguna que otra vez le preguntaron: ”¿Y de qué vas a vivir? “Ellos me pagaban los estudios y yo les demostraba que se podía trabajar de esto”, agregó.

Pero cuando salió con sus personajes en el escenario del transformismo, las cosas no estuvieron tan sencillas para manejar. Pero había espalda.

“A mi me enseñaron y siempre fui muy seguro de mi mismo. Uno aprende a seleccionar a quien escucha y a quien no. Aprendés a desinstalar el prejuicio. Mi mamá en sus juegos que proponía conmigo fue la que me ayudó jugando a ser lo que quiero ser. Y mi papá Ernesto, que jamás me juzgó por nada de lo que hacía o de lo que quería ser”, agregó el artista.

Pero por supuesto saliendo de la “zona de confort”, hay miradas que juzgan y eso puede hacer mella. Las hay en el afuera y en el círculo interno donde cada uno se mueve en el día a día.
Siempre hay miradas descalificadoras, pero hay que saber que uno las tiene que dejar pasar; si lo que soy, es lo que quiero ser. Una vez salí a la calle sin estar ‘transformado’ y me dijeron p…. y yo les respondí chocolate. Chocolate por la noticia”, contó Leandro.

Estar así plantado en la vida es todo un proceso. El actor, director y profesor de teatro debió recorrer un largo camino hasta llegar a encontrar la manera de superar la mirada del otro.

“Uno aprende a seleccionar a quien escuchar y a quien no. En esa selección vas viendo quienes te suman y quienes te restan”, aseguró. Y en ese proceso está los afectos más cercanos y la absoluta seguridad en uno mismo, es lo que Stepanchuc enseña a sus alumnos.

“Si pasé por una situación discriminatoria no lo siento ahora como un dolor porque lo pude sacar. El que me digan no podés, te maquillas mal, me genera una crítica constructiva que me empuja hacia adelante”, concluyó.


Un capítulo de la historia entre un auto y un cassette


Leandro tiene 39 años. Es actor, profesor de artes dramáticas y técnico en postizos y caracterizaciones escénicas. Profesiones en las que se formó en Neuquén y Buenos Aires y que lo llevaron a pisar los escenarios de la región con una impronta personal.

Su trayecto profesional fue fácil, pero no tan fácil, porque los prejuicios le pegaban a la pasada. Pero el artista tiene un poema que es su inspiración, su estímulo para seguir adelante. Se trata de ”En paz”, de Amado Nervo.

“Yo te bendigo vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida. Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino”, dice una parte del poema.

Y ese derrotero de la vida lo llevó a ser director y actor de unas 22 obras de teatro que se presentaron en la región. Algunas de ellas. fueron “La Paralítica” de Alejandro Urdapilleta, que se presentó desde 2005 hasta 2099 en los teatros de la región. Después, vino en su rol de actor y director, el café concert “Como estrellas”.

En 2011 recibió la mención especial por mejor director, actor y diseñador de vestuario por “Divas, más bellas que nunca”. Y hay más.

En todas su facetas artísticas, Stepanchuc encuentra su modo de vivir el arte sin tener en cuenta la mirada limitada del otro. Creció libre de todo y así va por la vida. “Mis primera seguridad me la dio mi mamá cuando me decía que me disfrazara, que bailemos. Me decía que íbamos a encerar el piso de la casa y en medio de eso era poner música y bailar con la máquina de encerar”, recordó.

Y así su vida estuvo atravesada por el arte de la mano de sus padres. Y no había manera de no permanecer allí. “En los viajes en el Renault 12 de la familia, rumbo al cine Español de Neuquén, mi papá ponía los cassettes de Isabel Pantoja. Yo tenía ocho años y no sabía quien era. Pero crecí con esa música. Y de grande empecé a transitar esa búsqueda de ver como las interpretaba en mis espectáculos. Había que leer sus historias, sus carreras. Creo que ya estaba destinado a ser actor cuando comencé a indagar ahí”, se sinceró Leandro.


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