Las neuquinas que no pudieron ir a las urnas por primera vez, tras lograr el voto femenino

Una pila de expedientes judiciales conservan un tesoro. Las mujeres del entonces territorio nacional no llegaron al empadronamiento porque ignoraban su edad, no tenían partida de nacimiento, las demoraban temporales y viajes a caballo.

-Leticia, ¿vos sabes la ley 13.010 qué es?

-No tengo idea, pero nos fijamos.

Leticia Sosa y Horacio Pereyra trabajan en el Sistema Provincial de Archivos de Neuquén. Están separando por décadas un siglo de expedientes de la justicia federal: desde 1900 al 2000, con una amplia gama de delitos. La clasificación la realizan en la fábrica de pastas que funcionaba al fondo de la exU9, la centenaria cárcel del centro de la ciudad.

Para responderle a Horacio, Leticia hace lo que cualquier persona en el siglo XXI haría: lo guglea.

El 23 de septiembre de 1947, un día como hoy hace 76 años, se promulgó la ley 13.010 que otorgó derechos políticos a las mujeres en Argentina. Desde entonces pueden votar y competir para ocupar cargos públicos. La primera elección en la que participaron fue la presidencial de 1951.

Para que esto efectivamente se concretara durante cuatro años hubo que empadronar a todas las mujeres mayores de 18 años y darles un documento que las identificara. Hasta entonces para el Estado sólo había ciudadanos.

Neuquén en esa época era un territorio con dependencia del Poder Ejecutivo Nacional. Lo fue hasta 1955, cuando se creó la provincia.

Para esta elección -en la que se impuso la fórmula Juan Domingo Perón-Hortensio Quijano- votaron el 90,32% de las ciudadanas inscriptas: 3.816.654. Muchas de las mujeres del territorio nacional de Neuquén no llegaron a las urnas.


Hongos, ácaros y polvo


«Fábrica de pastas», en letras blancas y en diagonal, dice el portón verde musgo del último galpón de la cárcel, donde los presos trabajaban. Había otros talleres que están desmantelados. El único con techo es este.

El personal del archivo fue trasladando los expedientes judiciales desde la fábrica hasta el pabellón de lesa humanidad, donde estaban alojados los represores que ejecutaron el plan de secuestro, tortura y desaparición de la última dictadura. Es un trabajo que comenzó hace dos años. «Hicimos 350.000 viajes», aseguró Horacio. El grueso con un carrito y una camioneta. Todavía hay que mudar un par de décadas: ´80, ´90, 2000.

«Lesa» está alejado de las celdas comunes, pegadas y pequeñas, tiene una ventana grande y el piso como tablero de ajedrez. Este sector es ahora parte del ministerio de las Culturas, dirección de Patrimonio Cultural. Horacio y su compañero Gustavo buscan en la estantería el año 1952.

Los expedientes tienen tapa rosada de cartón. En esta pila hay que identificar los que dicen «infracción a la ley 13.010» con nombres de mujeres. Sí, el Poder Judicial de la Nación, juzgado nacional de primera instancia N°2 de Neuquén, les inició causas por no haber ido a votar.

Aparecen Esmerejilda Baigorria, Novella del Tránsito Hernández, Josefina del Carmen Olave, María Obreque, Rita Sambueza, Carmen Bastía, Judith Quintulen, María Saksida, Albertina Rosas Reyes. Se acumulan: Dolena González, Elba Bello, Flor María Vázquez, Ubelinda Romero, Hipólita Durán, Margarita Millañanco y más.

«No solo tiene ácaros, algunos que están mojados suelen tener hongos, si no te pones un guante, la mano se te destruye, porque tenes hongos, ácaros, el polvo, la rinitis que produce y todo lo demás. Uno ya se acostumbra pero es difícil», afirmó Horacio, que es profesor de Historia y fue docente cuando esta cárcel estaba viva (ver aparte).

Hasta la década de 1940 está todo el material digitalizado. Foto Matías Subat.

«No por dejadez»


Cada expediente comienza con un acta de infracción, que a veces se confecciona a máquina de escribir y otras a mano, en cursiva. La calidad de la tinta conspira, pero la mayoría se deja leer. Las neuquinas del ´50 explican porque no fueron a votar por primera vez en la historia. La apatía no era un argumento. Las razones que describen son involuntarias y estaban vinculadas a sus posibilidades, muchas residían en el campo, sin medios de transporte. Desconocían que había un plazo para empadronarse.

En los relatos revelan el estatus que tenían las mujeres para sus propias familias: nadie sabía exactamente su edad, no tenían partidas de nacimiento. Menos aún conocían que podían participar políticamente.

Dolena dijo: «que durante el período reglamentario del empadronamiento femenino se hallaba enferma, internada en el hospital rural local y que en cuanto pudo trasladarse volvió a su domicilio en Quenquentreu, en este departamento en donde siguió siendo atendida por sus familiares y habiéndose repuesto recientemente viene a cumplir con la obligación».

En Tricao Malal, Novella fue preguntada sobre las causas que motivaron su presentación fuera del plazo reglamentario, contestó: «que se debió a la ignorancia». María, del paraje Chachin, declaró que desde los dos años residía en Chile y pensó que era oriunda del vecino país. Recientemente comprobó que no.

A cada una se la empadronaba en el acto y se la identificaba.

Judith, en Piedra del Águila, contó que a los siete meses de cumplidos los 18 «se presentó a esta oficina a fin de ser empadronada lo que no pudo hacer por no tener las fotografías correspondientes». Que el jefe de la oficina se las tomó y le pidió que se presente al mes. Cuando fue todavía no estaban terminadas.

«Que debido a que vive a considerable distancia de la oficina empadronadora, aproximadamente 80 kilómetros y tiene que hacer el viaje a caballo no pudo venir antes de hoy (15 de octubre de 1951) debido a los temporales reinantes en la zona en esta época del año. Que hace pocos días al recibir aviso del jefe de la oficina empadronadora se presentó a cumplir con su obligación, y que si demoró ello se debe a la dificultad de la distancia y falta de fotografía y no por dejadez», agregó.

Rita en Loncopué manifestó que su papá nunca la inscribió en el Registro Civil, que como el hombre está enfermo e iba a cumplir 80 años «le es difícil andar a caballo». «Que estando un poco mejor de salud pudo últimamente trasladarse a este pueblo para hacer el respectivo expediente judicial de inscripción de nacimiento», aclaró.

Otra María, esta vez de Chos Malal, directamente mencionó que no sabía que tenía 18 años «creyendo haber nacido en 1934 en lugar que en 1933».

En 1953 se aprobó la ley 14.282 que estableció la amnistía «a las infractoras de la Ley 13.010», por lo que muchos de los casos se cerraron con la declaración de la extinción de la acción penal.

Sin guantes es difícil realizar la tarea. Foto Matías Subat.

¿Cómo llegaron expedientes polvorientos a la fábrica de pastas?


El director de Patrimonio Cultural, Carlos Cides, planteó que la documentación no estuvo siempre en la fábrica. «Ahí quedó al resguardo en el derrotero que hicieron los expedientes dentro de la cárcel», afirmó.

El funcionario sostuvo que en algún momento autoridades judiciales y del servicio penitenciario deben haber acordado que la U9 fuera un depósito para esta información.

Señaló que el juez federal de Neuquén, Gustavo Villanueva, habilitó la digitalización del material. Hasta el momento llegaron a la década del ´40.

Horacio indicó que para escanear los expedientes previamente hay que sacarle las tiras, porque están cosidos, limpiarlos, ordenarlos, ponerlos en bolsa y regresarlos a la cárcel en cajas.

Recordó que cuando llegaron a la fábrica «estaban en un lugar bastante sucio, todo tirado, todo desparramado». «Fue un trabajo duro, nos pusimos trajes especiales para poder trabajar: barbijos, guantes», señaló.

Para el profesor este hallazgo demuestra que «no está terminada la historia».


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