Las Grutas: con récord de turistas, circular es un verdadero caos
Transitar por la ciudad, con tantos vehículos maniobrando, pone en evidencia todas las falencias que existen en materia de regulación.
Autos en doble fila, impidiendo el paso de otros vehículos por las calles del centro. Camionetas recorriendo la costa. Motorhomes estacionándose para acampar en espacios públicos. El caos vehicular es una de las postales de este verano, en el que Las Grutas experimenta un boom de turismo, que pone en evidencia las carencias y la mala organización de la ciudad.
Al ritmo de estas escenas también crecen las quejas y se multiplican las multas. Aunque el aluvión de estas últimas (entre finales de diciembre y principios de enero ya superaban las 1200) no hace más que complicar el panorama. Es que infraccionar pareciera tener un fin más recaudatorio que preventivo, y eso no contribuye a organizar la circulación.
Desde el municipio, sin embargo, niegan que se persiga recaudar a la hora de multar, aunque se confiesan desbordados por la cantidad de público. “Nos sorprendió gratamente la gran afluencia de turistas. Pero por supuesto en lo vehicular eso está generando muchos inconvenientes. Y si las infracciones están a la orden del día es porque se busca cesar con las faltas. Lo que pasa es que la gente en el apuro por llegar a la playa hace caso omiso de los inspectores. ‘Les dejo el auto’ dicen, ante la infracción o la indicación de una falta. Y se ven rodados estacionados en las ochavas, bloqueando rampas, sobre la vereda…” enumeró Mario Hernández, el titular del área de Tránsito del municipio.
Con ese panorama el diseño del casco más viejo de la ciudad, que justamente es el que coincide con el sector más céntrico, es el que se convierte en un infierno.
“Sabemos que esa parte no está preparada para tanto tránsito, porque las calles son estrechas. Y está la costanera cerca, con los acantilados que hay que preservar de las vibraciones y el peso porque eso acelera la erosión natural” apuntó el funcionario. Pero las estrategias que se están utilizando para tratar de evitar estos contratiempos no están dando los resultados esperados.
En el caso del estacionamiento medido y pago, que durante la temporada se terceriza para desalentar la aglomeración de rodados cerca de las principales bajadas, la modalidad suma detractores. Y en el de los bolardos de hormigón que se instalaron en algunas calles, la gente sólo afirma que reducen aún más las posibilidades de maniobrar por ellas. “Que las hagan peatonal si quieren, pero que no sigan sumando obstáculos al tránsito porque ya es imposible moverse” reclaman los vecinos.
“La mayoría de las quejas que nos llegan del estacionamiento se basan en distracciones o en la imprevisión de la gente que paga por una franja y termina quedándose el doble” alegó Hernández. “Con los bolardos intentamos desalentar, por caso, el estacionamiento en áreas muy estrechas. Quejas hay siempre, pero es que realmente, cuándo la gente es tanta, no es un tema fácil de ordenar” alegó.
Mientras tanto los frentistas que viven en áreas céntricas suman su dolor de cabeza. Algunos comenzaron a pedir, incluso, que se revea la circulación de algunas calles que son doble mano, y al ser angostas y reunir tanto tránsito generan riesgos de accidentes. “Con la Somuncura, que en el centro es la cuadra siguiente a la avenida costanera, tendrían que hacer eso, porque ya no entran dos vehículos” opinó un vecino.
Lo cierto es que este verano circular es una misión imposible. “Hay estrategias para analizar ni bien termine la temporada. Por lo pronto trataremos de hacer lo posible para seguir organizando el tránsito” finalizó el titular del área.
La playa, otro escenario complicado para transitar
Con tanta afluencia de gente, playas que se promocionan como opciones desde la Secretaría de Turismo pero carecen de servicios se tornan un descontrol en materia de tránsito.
Un ejemplo son las que están ubicadas al sur de Las Grutas. No hay que ir tan lejos en esa dirección para que comiencen los primeros problemas. En Piedras Coloradas, un sector en el que aún existen paradores, surgen inconvenientes. Es que incluso en áreas delimitadas como estacionamiento, que son bajas, en momentos en los que se esperan mareas altas el mar avanza, y, como no hay cartelería y no todos los lugareños comparten esa información, no son pocos los que tuvieron trastornos con sus autos.
Más al sur la situación se complica. Los caminos de arena y ripio que acceden a esos sectores no cuentan con el mantenimiento suficiente. Debido a esto muchos se encajan y no consiguen quién los ayude a sortear el contratiempo.
En muchos casos, sin embargo, los turistas pierden la noción de las pautas que rigen para toda la costa e ingresan con sus autos prácticamente hasta la orilla, casi mordiendo el agua de mar.
En el caso de las playas de San Antonio, La Mar Grande, que es uno de los balnearios más populares entre los turistas, también experimenta este caos vehicular.
Para tratar de organizar el tránsito, tras varios fines de semana en los que los rodados directamente tomaron la costa, se dispusieron ahora algunos postes para delimitar un área de estacionamiento. Sin embargo, los inconvenientes persisten.
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