Lala Vega: “Reinventarse para que el teatro independiente no muera” en Neuquén
Son más de 30 años en el ambiente artístico de Neuquén. Todo a pulmón y “barajando y dando de nuevo” año a año para que “las tablas” no se queden vacías de arte. “Fuerza de mujer”.
Si alguien sabe de resiliencia, de transitar el camino elegido sin importar los obstáculos y de pelearla día a día, es esta mujer. Lala Vega, docente, actriz, directora de teatro y una de las fundadoras de uno de los teatros independientes más emblemáticos: Araca La Barda que marcó una diferencia en la ciudad de Neuquén.
De mutaciones ella sabe mucho. Durante 15 a años alquiló espacios donde activó ese proyecto que tenía “entre manos” y trabajó duro para mantener “el acto artístico”, que no es una cuestión menor. Buscar a dónde ir con las historias y encontrar la forma de contarlas. Sin financiamiento, sí. Sin recursos técnicos, a veces. Pero el teatro es fuerza, dicen y Lala lo demuestra.
Con casi 30 obras estrenadas y varios talleres de teatro para niños, niñas y adolescentes, Lala tuvo que encarar un desafío. El alquiler de la sala esa insostenible y había que mudarse. Llegó la pandemia y complicó todo, pero pudo a fuerza de no bajar los brazos. “Yo quería que no fuera un hecho dramático pero para los adolescentes fue un hecho dramático porque se habían criado ahí. Yo les pedía que no lloren y yo lloraba. Intentaba convencerlos de que el teatro iba a estar donde nosotros estuviéramos”, recordó.
Consiguió varios lugares prestados. “Un taller me lo llevé a un club de abuelos, el otro al Club de Leones y terminé montando las muestras en estos espacios”, agregó.
Pero el teatro latía en su ser e hizo todo lo posible. Lala sabe que cuando se persigue un sueño, las señales llegan. Ahí contactó con un lugar “inhóspito” desde lo territorial en ese momento, pero no desde lo emocional.
“Te corrés del lugar de decir ‘no voy a poder’ y se te abren todas las puertas. Es muy fuerte pero es por ahí que va este camino de creación”.
Lala Vega, actriz, docente y fundadora de unos teatros emblemáticos de Neuquén.
“Allí estaba la casa de mis abuelos y de mi tía Mónica que hizo teatro con nosotros mucho tiempo. No era un lugar previsto para mi teatro. Y fue ella la que me propuso instalar acá el proyecto”, contó. Ahí fue donde empezó la reinvención de la artista para que el teatro no muera. Fueron tiempos de remodelaciones, postergaciones hasta que la grilla se colmó de obras y nació Araca Bar: dos plantas, un espacio para compartir un trago y arriba para disfrutar lo mejor del teatro. Y además, mira al río. Dos opciones que maridan perfecto.
Pero esta historia no es solo una sala. Es una artista. Llegó a Neuquén en 1998 y tal como lo contó ella, “empezó sola”. Venida de Mendoza y sin conocer a nadie, supo hacerse su propio camino. Con su título de trabajadora social, trabajó en Desarrollo Social de la municipalidad y en el área de Cultura. Pero su semilla del arte la llevó años después a ser la artista, hoy reconocida por su nombre propio.
“Lo que más cuesta es mantener el hecho artístico. Reinventarse en algo artístico que te haga sentir que estas vivo en lo actoral. Cuando una sala se cierra , uno también se cierra. Pero son esos los momentos donde aparece algo nuevo y de repente te das cuenta que son los lugares de pertenencia.
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