La robótica despierta pasión en Bariloche
Estudiantes de 13 y 14 años de un colegio técnico resignan un día libre para sumarse a un taller los sábados. Es un curso opcional y con una convocatoria abierta a otras instituciones.
Descubrir todo un nuevo campo de la tecnología que hasta hace poco les resultaba desconocido y entusiasmarse al punto de resignar descanso o esparcimiento para ir a la escuela los sábados, en el afán de incorporar más saberes.
Ese es el plan que moviliza a una treintena de chicos de 13 y 14 años, que recién se inician en la educación técnica y eligieron inscribirse en el taller optativo de robótica, que funciona los sábados de 10 a 13 en el CET 28 del barrio El Frutillar en Bariloche.
Algunos se incorporaron en abril sin saber muy bien de qué se trataba, al recibir la propuesta en la escuela, donde cursan 1° y 2° año. Otros llegaron con un interés previo en el tema, como Melanie, que había hecho un curso de robótica en línea pero no lo terminó. Cuando apareció la convocatoria al taller no lo dudó y cada sábado tiene una cita impostergable con la programación, los circuitos y plaquetas.
El profesor a cargo es Alfredo Eiler, quien no tardó en entrar en sintonía con sus inquietos alumnos y trasmitirles su propia pasión. Dijo que algunos llegan desde lejos, de otros barrios de Bariloche, y no suelen faltar. Incluso más de uno se anticipa al horario y antes de las 10 ya están en la escuela, listos para iniciar la clase.
La robótica es una especialidad que permite sumergirse en las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías y crear mediante desafíos lúdicos. De hecho, los chicos ya están enfocados en un torneo nacional de “robots de sumo”, para el que deberán producir su propio artefacto, ensayar, perfeccionarlo y luego medirse con otros en una competencia que emula la del tradicional deporte japonés.
Explicaron que además la tecnología de robots tiene innumerables aplicaciones que sirven en la industria, la medicina y también aporta soluciones para la vida diaria, por ejemplo con pequeñas máquinas que reemplazan funciones humanas y sirven para mejorar la autonomía de personas con discapacidad.
En la escuela tienen en pleno desarrollo un robot apto para rescates en lugares difíciles y otro, en una colaboración con la fundación Intecnus, para trabajar en forma remota en lugares que pueden ser peligrosos por los niveles de radiación.
La robótica es una especialidad que la escuela tiene ya en su programa pedagógico a partir de tercer año y la idea del taller es ofrecerles una iniciación a los estudiantes más chicos para que ingresen a esa etapa ya con un saber previo sobre el tema. Antonela, otra de las alumnas, dijo que todo lo que les explican le interesa y no le resulta difícil.
El taller forma parte de una iniciativa que promueve el Instituto Nacional de Educación Técnica. Además de Antonela y Melanie, en el encuentro con este diario para contar los detalles participaron Ramiro, Alex, Gabriel, Agustina y Maximiliano.
Sobre la lucha de robots explicaron que se rige por un estricto reglamento, que fija pesos, tamaño y características de la “arena” en la que deben medirse con sus rivales. Para la fabricación de piezas se valen de programas específicos y una impresora 3D. Todavía no saben fechas ni lugar, pero quieren llegar con todo listo para la eliminatoria regional.
Y se tienen confianza, tanto que Gabriel contó un detalle técnico que podría ser decisivo. Piensa en colocar una rueda horizontal sobre la base fija y reglamentaria, de 20 por 20 centímetros, con la cual su robot podría realizar rotaciones rápidas para voltear al rival.
Una escuela de historia breve, pero frondosa en el Alto cordillerano
La escuela técnica “del Alto” como se la designa habitualmente, nació de una necesidad recurrente, cuando año tras año era más grande el número de chicos y chicas que querían iniciarse en la educación técnica y no conseguían vacante en el CET 2, que fue durante décadas el único de la ciudad.
El CET 28 no sólo surgió para atender esa demanda sino también para brindar opciones a los estudiantes de la periferia sur de la ciudad, que de otro modo deberían viajar mucho para concurrir a la otra escuela industrial, ubicada en el barrio Ñireco.
El industrial del Alto cumplió ya 10 años, tiene actualmente 308 alumnos y se prepara para celebrar a fin de año la entrega de diplomas de su quinta promoción, según contó con orgullo el director Héctor Medina.
Dijo que las necesidades son muchas, pero también la pujanza de los padres, profesores y los mismos alumnos, que han contribuido a mejorar las instalaciones. Habló por ejemplo de un taller de electrónica que ya quedó chico y está en plena ampliación en un ambiente más grande, lo cual requiere nuevo equipamiento.
La escuela funcionó de prestado durante ocho años. Luego de varias protestas y reclamos por demoras con la obra, en febrero de 2021 el CET 28 pudo inaugurar su edificio propio, ubicado en Molle y Cacique Prafil.
Incentivan a los jóvenes para desarrollar satélites
El profesor Elier dijo que los chicos se inician con conceptos básicos de electricidad, para luego sumergirse en el ancho universo de las tecnologías vinculadas con la electrónica y las telecomunicaciones, que es la especialidad de base del CET 28.
Dijo que en el taller de robótica no sólo participan alumnos de ese establecimiento, sino también otros que concurren al CET 2 y escuelas privadas como Los Andes y el Instituto Tecnológico del Sur.
Tanto como los chicos, los docentes describen su tarea con el énfasis y la motivación que dan la sucesión de pequeños logros. Además de la colaboración con Intecnus, también tienen en marcha otro con la Conae que promueve la producción de pequeños satélites, en un concurso que involucra a 30 grupos de todo el país y que prevé una final en Córdoba, lanzamiento incluido.
Tanto Eiler como el director de la escuela, Héctor Medina, y el profesor y referente TICs, Bruno Valdebenito, explicaron que el proyecto se trata simplemente de “brindar los saberes básicos” y lo más completo posibles, incluso con su dimensión ética, para que los chicos puedan desenvolverse luego en una carrera universitaria y también en el mundo laboral.
“Pero no formamos sólo empleados, como dicen algunos, sino también personas que sepan innovar, desarrollar de manera autónoma y aplicar a emprendimientos propios”, explicó el director del establecimiento educativo.
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