La propuesta de escalar en Bariloche para chicos, jóvenes y adultos
La escuela ofrece actividades todo el año, pero a partir de diciembre, la escalada se desarrolla al aire libre y se organizan diversas salidas por Bariloche y la región.
La llegada de las vacaciones y del verano seduce a los amantes de la adrenalina. El Club Andino Bariloche ofrece actividades de escalada en roca a través de una escuela para niños, adolescentes y adultos.
«La escalada se puso de moda. Hace unos años dejó de ser la actividad del montañista que quiere aislarse y estar al aire libre, para convertirse en una actividad social que uno comparte con amigos. Y a esto se suma que, en Bariloche, hay varios sectores de escalada a solo 20 minutos del centro«, resume Martín Finster, el coordinador de la escuela de escalada que funciona desde 2010 y cuenta con tres grupos de alumnos, divididos por edades: de 5 a 11 años; de 12 a 17 y, de 18 en adelante. «Tenemos alumnos mayores de 60», comenta.
Entre marzo y diciembre, las clases se llevan a cabo en un muro «indoor», bajo techo, en la Escuela Militar de Montaña, al oeste de Bariloche, a partir de diciembre, la actividad se desarrolla al aire libre y se organizan diversas salidas para escalar en roca.
La mayoría son dentro del ejido de Bariloche: en la laguna El Trébol, hay un sector llamado Pared Blanca y Torrecitos; en tanto, en Bahía López existe el sector conocido como La Playita. También se suele concurrir al cerro Ventana, divididos en tres sectores (el sector Tehuelche, Ventana Clásico y Ventana Sur) y se hacen algunas salidas al sector del refugio Frey en Catedral.
También se contemplan visitas a Villa Llanquín, Piedra Parada, en Chubut, Valle Encantado y Lago Puelo. «Acampamos y escalamos«, explica Finster y agrega: «El objetivo final de la escuela es generar escaladores autónomos: brindar herramientas para, de a poco, ganar experiencia y gestionar las salidas».
En el caso de los niños y adolescentes, explica, muchas veces, eligen la escalada «como podrían elegir cualquier otro deporte»: «Tiene que ver con la educación física, hacer algo para moverse y conocer su cuerpo. También hay niños que vienen de familias que escalan y salen a la montaña. De esta forma, tratan de inculcarles lo mismo a sus hijos», explica.
Entre los adultos, acota, «hay gente que viene a escalar así como podría ir al gimnasio y otros a quienes les gusta la montaña y suelen practicar trekking y esquí».
Finster empezó a escalar cuando tenía apenas 15, hace 30 años. Escaló por toda la Patagonia, Perú y Chile. «Vivía en El Hoyo, de modo que ahí fue donde arranqué. Poco después, arrancó el profesorado de Educación Física y la carrera como guía de montaña», señala.
Hoy, con 45, sigue haciendo escalada deportiva. «Se intenta escalar vías de la mayor dificultad posible, sin importar si se llega a la cumbre o a la cima. Completar una vía, es encadenarla: hacerla desde que despegas los pies del piso hasta el final, sin colgarte ni caerte, agarrándote de los anclajes. Te vas agarrando de la roca hasta que llegas arriba. A veces, son vías que tienen 30 metros. Es una mezcla de sensaciones», concluye.
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