La pandemia dejó su huella en el sistema vial: crecen las muertes en motos y bicicletas
En calles y rutas hay cada vez más vehículos vulnerables, por la menor frecuencia del transporte público y por el impacto la crisis sanitaria en la economía de muchas familias. Los siniestros ocurridos el año pasado en Río Negro y Neuquén terminaron con la vida de 143 personas.
Las calles y rutas de la región tuvieron, en promedio, un siniestro fatal cada tres días el año pasado. En esos incidentes murieron 73 rionegrinos y 70 neuquinos, configurando una estadística que indica casi una paridad con los hechos graves registrados en la etapa previa al coronavirus.
Pero los datos no sólo confirman que la esperanza de un tránsito seguro es lejana y requiere de políticas públicas coordinadas a largo plazo. Las cifras también dejan ver que la pandemia dejó su huella en el sistema vial, porque durante el 2021 crecieron los choques en los que perdieron la vida ciclistas y motociclistas.
Sin fluidez en el transporte público y con mayores dificultades económicas, fueron muchos los que empezaron a circular en vehículos más vulnerables. Y esa situación derivó en un aumento de los episodios fatales para ese tipo de conductores.
Así fue como los motociclistas fueron las principales víctimas de todos los siniestros que hubo en el país el año pasado. Las 1.792 vidas perdidas representaron el 46% del total de muertes.
En Neuquén, los motociclistas que perdieron la vida durante el 2021 representaron un 26% del total de fallecidos en siniestros viales. En el 2019 ese registro había sido 7 puntos inferior.
En Río Negro, el 8% del total de muertos en calles y rutas el año pasado eran ciclistas. Fue la segunda provincia del país con más fallecidos en ese medio de movilidad, detrás de San Juan (9%).
En el 2018 la cifra de ciclistas muertos fue del 4,3%, en el 2019 de sólo el 1% y en el 2020 del 5,7%, según un informe de la Agencia Provincial de Seguridad Vial enviado a RÍO NEGRO.
“Hay muchísimos muertos. La gente está cansada, agotada por el aislamiento y sale con un estado anímico que se transfiere a la movilidad. Conducimos como vivimos”, reflexiona Sandra Torres, referente de la ong Bien Argentino, que trabaja desde hace años por la seguridad vial en Neuquén.
Por eso asegura que “tenemos que seguir haciendo campaña como el año pasado, para que se respeten las ciclovías, se use el casco”. Y acota: “Los chicos andan fuerte y sin casco”.
Esa incidencia de las motos en la siniestralidad se refleja claramente en Neuquén, que en el 2020 tuvo casi tantos muertos en moto como en autos y otros vehículos mayores (44% vs 45%, respectivamente).
En el 2019 esa relación había sido de 19% y 69%, pero el año pasado el protagonismo de las motos creció al 26%, con un 49% de víctimas que viajaban en autos. Por su parte, los peatones y ciclistas que perdieron la vida en siniestros viales fueron el 11% (7% y 4%, respectivamente).
Choques graves
Diferente que en Neuquén, donde el año pasado hubo más muertes en hechos viales que en el 2019, en Río Negro la tasa de mortalidad viene en descenso (sin contar la relación 2021/2020, porque la pandemia alteró notablemente los registros de movilidad).
Ese registro tomado cada 100.000 habitantes pasó de 14,4 en el 2018; a 11,5 en el 2019 y se redujo a 9,5 en el 2021.
Lo que no cayó en igual proporción fue la tasa de siniestralidad que contabiliza la cantidad de hechos que terminaron con muertos.
Según el informe remitido por la Agencia Provincial de Seguridad Vial, fue de 12,1 cada 100.000 habitantes en el 2018; de 9,5 en el 2019 y de 8,3 en el 2021.
En síntesis, hubo menos muertes, pero no muchos menos choques graves. Por eso el titular del área en el gobierno provincial, Marcelino Di Gregorio, sostiene que “es fundamental volver a trabajar fuerte con las escuelas, ahora que vuelve la presencialidad”.
Para el funcionario, los operativos de control son importantes, pero mucho más efectiva es la concientización de las nuevas generaciones. “El año pasado se capacitaron 180 docentes. Ahora empieza la segunda etapa, haciendo foco en actividades específicas dentro de las escuelas”, amplió.
“Esto no se resuelve con acciones aisladas”
La mayor presencia de vehículos vulnerables en calles y rutas en la etapa “pos pandemia” es un dilema que también fue abordado por el Instituto de Seguridad y Educación Vial.
El director de esa entidad, Eduardo Bertotti, advirtió que “la movilidad retornó progresivamente (aún no alcanzó los niveles pre cuarentena) a la vía pública y la siniestralidad vial creció exponencialmente hasta el presente, previéndose, de no mediar un accionar preventivo contundente, que en el presente año 2022 superemos los valores pre pandemia del 2019”.
El especialista trazó un diagnóstico sobre la realidad del sistema vial argentino, con los siguientes ejes:
* Aumentó la cantidad de usuarios vulnerables (peatones y ciclistas), sin haber desarrollado los cambios necesarios en la infraestructura vial y su normativa que compartimos todos, para brindarles una seguridad adecuada en su circulación.
* Respecto al ítem anterior, pocas empresas con vehículos mayores (ómnibus, colectivos y camiones), capacitan a sus conductores e implementan sistemas tecnológicos para superar ángulos ciegos en la conducción de sus unidades.
* El transporte público aún no recuperó (y menos aumentó) la carga de pasajeros pre pandemia y se acentuó el uso del automotor particular y la moto.
* La cantidad de taxis (servicio público controlado) disminuyó ostensiblemente y aumentaron los servicios privados (sin control del Estado) mediante aplicaciones.
* Conductores Profesionales del transporte de pasajeros y cargas retornaron a sus actividades con el ritmo circadiano alterado, generándose aumentos de siniestros viales por fatiga y distracciones.
* Existe una variable difícil de ponderar en los conductores que retornaron al uso cotidiano de la vía pública que evidencian en la temeridad de sus maniobras y en la ingesta previa de alcohol y drogas, posiblemente asociada al cansancio y liberación de las actividades restringidas durante la cuarentena.
“Resulta realmente una situación muy complicada que requiere de una respuesta de políticas públicas sistémicas y constantes en el tiempo (nacionales, provinciales y locales). Esto no se resuelve con acciones aisladas. Y también requiere la suma del sector privado en el área de su Responsabilidad Social”, planteó Bertotti.
Y concluyó afirmando que “más temprano que tarde resolveremos la pandemia del COVID. Los esfuerzos mayoritarios de las organizaciones públicas y privadas del mundo están orientados a lograrlo. No ocurre, lamentablemente, lo mismo con la Pandemia Vial”.
El desafío de la movilidad sustentable
La titular de la ong neuquina Bien Argentino, Sandra Torres, puso el foco en otro dilema que presenta esta época: el auge de la movilidad sustentable.
La sugerencia de dejar de usar automóviles en las ciudades, para reemplazarlos por rodados más pequeños y ágiles, es algo muy positivo para el cuidado del ambiente, pero la referente advirtió que el desembarco en ese nuevo escenario debe ser de la mano de fuertes políticas públicas de prevención.
“Es el nuevo paradigma a defender. Y nuestro desafío como sociedad es contar con las normas adecuadas y cumplirlas”, planteó.
En ese sentido, destacó los avances obtenidos entre los jóvenes de Neuquén con políticas como la ley de “tolerancia cero” y el “conductor designado”. “Se logró al menos bajar la consecuencia letal entre 17 y 25 años”, indicó Torres.
Sin embargo, advirtió que ahora las alcoholemias positivas aumentaron entre los mayores de 40 años. “Eso habla de una sensación de liberación pospandemia y es algo para trabajar muy fuerte”, reclamó.
El costo de la siniestralidad
Más allá de la consecuencia principal, que es el impacto emocional por la pérdida inesperada de un ser querido, los siniestros viales también tienen una consecuencia económica para una región o un país.
Desde el Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV) estimaron recientemente que el costo de los siniestros viales graves en el año 2021 en Argentina fue de 8.350 millones de dólares.
Esa cifra es aproximadamente el 1,9 % del PBI nacional.
El costo promedio de un siniestro vial grave en 2021 fue de U$S 37,862.
Desde la ong informan que el cálculo se hace “imitando metodologías internacionales probadas en la confección de una matriz de costos básicos sociales derivados de los accidentes graves del tránsito”.
Comentarios