La mayoría de los jóvenes quiere seguir estudiando, pero solo la mitad puede hacerlo
Así lo confirma un informe del Observatorio Argentinos por la Educación. Los especialistas analizan la situación de Río Negro y Neuquén ante las necesidades de trabajar, el desarraigo y la falta de oportunidades.
Con 17 años, Lourdes transita su ultimo año del secundario en la escuela rionegrina 96 de Dina Huapi. Está decidida a estudiar abogacía en una universidad virtual ya que las universidades públicas más próximas están en Viedma o Mar del Plata. Su madre le recomendó abocarse “100% al estudio”, al menos, durante el primer año. Sabe que después tendrá que alternar con trabajo.
Su compañera Francesca está preparada para anotarse en el Instituto de Formación Docente de Bariloche. Se imagina maestra jardinera, pero en realidad, su sueño es estudiar psicopedagogía en Viedma. “Hoy no tengo la posibilidad de irme a estudiar así como están las cosas de inestables. No sabés hasta dónde tus papás te pueden ayudar. Voy a aprovechar la oportunidad que tengo acá y cuando pueda me iré a estudiar”, afirma.
Según un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, 8 de cada 10 jóvenes quieren seguir estudiando tras la secundaria, pero solo la mitad lo hace debido a las grandes disparidades de oportunidades educativas y laborales para los jóvenes de distintos niveles socioeconómicos.
Estas conclusiones se obtuvieron a partir de las respuestas de los alumnos del último año de secundaria en las pruebas Aprender 2022 en las que expresaron sus deseos. A fin de relevar las trayectorias educativas y laborales de los jóvenes de 19 a 25 años, se tomaron datos de la Encuesta Permanente de Hogares de 2023.
“El estudio aborda la brecha entre las expectativas de los jóvenes en los últimos años del secundario y las situaciones que transitan, las trayectorias postsecundarias. Eso nos motivó a ver la expectativa versus realidad”, resumió Flavia Ferrari Inchauspe, especialista en Educación y consultora del Observatorio Argentinos por la Educación.
Los datos son contundentes: el 85% de los jóvenes del último año del secundario quiere seguir estudiando y el 65% desea trabajar. Pero las encuestas entre jóvenes de 19 a 25 reflejan que 4 de cada 10 estudia y el 38% trabaja. «El informe muestra un grado de desigualdad en el acceso entre los jóvenes con mejor y peor situación económica: el 51% estudia contra el 21%. La brecha es más amplia en los deciles de ingresos más bajos», dijo Ferrari Inchauspe.
Trabajar y estudiar, sumado al desarraigo
En quinto año, Juan Pablo Molina decidió realizar un curso de barbería que le permitió empezar a trabajar en una peluquería cuando salía del colegio. De esta forma, lograba cubrir sus gastos. Siempre tuvo en claro que su objetivo era estudiar música. Por eso, buscó opciones en Bariloche y encontró una carrera virtual de Producción Musical.
«La Universidad de Palermo tenía la carrera, pero Buenos Aires no era una opción por el tema económico. Es privada y a eso se sumaba el valor de un alquiler. Por eso, decidí inscribirme en esta carrera corta. Al terminar, te dan un certificado. Mi sueño es trabajar como ingeniero de sonido en alguna discográfica, para algún artista o diseñar el sonido de alguna empresa», confía el muchacho.
Florencia es barilochense y tiene 23 años. Como soñaba con estudiar medicina, se inscribió en la Universidad de Buenos Aires. «Mi futuro cambió drásticamente de la noche a la mañana. Hice el CBC y me vine a pasar el verano en Bariloche, pero a la vuelta me sorprendió la pandemia. Lo cierto es que no pude con la virtualidad y descubrí que la medicina no era lo mío«, reconoce.
La joven decidió darle una oportunidad al universo gastronómico y egresó como maestra pastelera. «Encontré mi vocación. Muchas veces, duermo apenas unas pocas horas si tengo que hacer una torta, pero no me pesa. La distancia se me hacía cuesta arriba. Los domingos terminas estando vos sola con tus libros. Quizás, tu familia te manda fotos de alguna juntada y solo pensás que te gustaría estar ahí», reconoce.
Ailen Ulloa también tiene 23 años y es del barrio Nuevo de General Roca. Dos años atrás, consiguió trabajo como coordinadora de la Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario del Sedronar donde se fue formando como operadora comunitaria (acompaña a las personas en situaciones de violencia de género, consumos o bien para hacer algún trámite). De esa forma, encontró su vocación: supo que quería ser psicóloga y hoy cursa en la Facultad de Cipolletti.
«De los 23 de mi curso, solo 8 estudiamos alguna carrera. Muchos se pusieron a trabajar atendiendo un negocio. No les daba el presupuesto para estudiar. Es muy difícil sostener el ritmo manteniendo estudio y trabajo. Yo tengo la suerte de trabajar de lo que estudio», valoró.
Cristian Widmann, director de Educación Secundaria de Neuquén, consideró que la continuidad de los estudios tras la finalización del secundario “es una decisión familiar y no institucional”. “A veces, ir a la escuela es un problema para la familia, pero se hace el esfuerzo. Cuando los pibes cumplen 18, se pueden convertir en un sustento más al aporte familiar. En muchos casos, eso se privilegia”, indicó. Por supuesto, la opción universitaria queda atrás.
El funcionario lamentó que muchos alumnos no comprendan la importancia de concurrir a la escuela regularmente: «Es una deuda de la institución escolar. Si hay un feriado no es un problema. El problema es si a ese feriado se suman dos días de ausencia de un profesor, un alerta meteorológico o la rotura de una caldera. En la regularidad está la clave del éxito. Si no se consigue continuidad en la escuela, difícilmente esto se traslade a la universidad», sintetizó.
Otra complicación, consideró, es que muchos egresados terminan la escuela sin lograr la titulación al adeudar materias. «Hoy, es obligatorio que quienes cursan la universidad presenten el título secundario al regreso de las vacaciones de invierno. Ocurre que muchos se anotan en la universidad, cursan un cuatrimestre, pero no rinden las materias del secundario. Por lo tanto, no pueden seguir cursando«, indicó.
Neuquén implementó mesas excepcionales para que los chicos puedan rendir materias todos los meses.
El estudio universitario, en muchos casos, implica un traslado y por ende, un desarraigo. «Hoy, Bariloche -destacó Widmann- tiene un clima universitario más asentado que, hace 30 años, no tenía. En Neuquén, hay 15 institutos de formación terciaria con una fuerte dispersión territorial, pero 30 años atrás, no había».
Puso como ejemplo el conurbano bonaerense donde, en las últimas décadas, se generalizaron las universidades nacionales que multiplicó la población universitaria. «Desde ahí, es donde puede actuar el Estado. Hay mecanismos como becas o residencias universitarias, pero los recursos no son ilimitados. Hoy, tenemos problemas habitacionales serios como para que la prioridad sea una residencia universitaria. Neuquén capital implementó el pasaje gratuito de colectivo para los estudiantes. O bien existen los comedores universitarios que ofrecen la posibilidad de comer más barato. Son todos aportes», dijo.
Mi hijo estudia música en Buenos Aires. A nivel emocional es fuerte. Cuando llama los domingos, se le nota la voz entrecortada. Y nosotros hacemos un esfuerzo económico terrible. Me encantaría que hubiera una propuesta formativa en la provincia»,
Gustavo Livoreiro, director provincial de Enseñanza Técnica y Formación Profesional de Neuquén.
Polos universitarios rionegrinos
«Río Negro es la provincia con mayor proporción de estudiantes que llegan al final del secundario, junto a Tierra del Fuego y Chubut, según un informe del Observatorio Argentinos por la Educación», se enorgullece Daiana Neri, subsecretaria a cargo de la Unidad Provincial de Enlace con Universidades del Ministerio de Educación de Río Negro.
Agregó que es una de las provincias patagónicas con más oferta universitaria, a través de la Universidad del Comahue, la Universidad de Río Negro y el IUPA que suman 23.880 estudiantes rionegrinos. Hay muchos más alumnos que desembarcan desde otras ciudades y otros estudiantes distribuidos en institutos de formación docente e institutos superiores. «De acuerdo a la estadística del 2023, Río Negro tiene 48.035 estudiantes que hoy están cursando estudios universitarios o estudios superiores«, puntualizó.
Para la funcionaria, el desafío es apuntar a las diplomaturas, con ofertas académicas más cortas y especializadas en áreas como la energía, el gas y la minería debido a «los proyectos de Río Negro, como el oleoducto de Vaca Muerta, el proyecto de GNL de Punta Colorada y Calcatreu». «Todas esas actividades van a generar oportunidades para los estudiantes secundarios, por eso hay que proponer formaciones específicas más técnicas que las que hoy ofrecen las universidades«, dijo. «Hay zonas -continuó-, como el Alto Valle, que van a crecer mucho a raíz del crecimiento que va a experimentar Vaca Muerta en muchas actividades que no solo son petróleo y gas sino, por ejemplo, la agroindustria».
Neri destacó además que Río Negro tiene una «oferta heterogénea que no está concentrada en un mismo lugar, como sucede en Neuquén. Tenemos un polo universitario en Bariloche, El Bolsón, Alto Valle y Viedma que brindan oportunidades para muchos pibes».
Señaló que hoy las dificultades por parte de las universidades son económicas. «No se sabe qué pasará con el programa Progresar que brinda oportunidades a 5.000 rionegrinos que, de otra forma, no llegan. Sin programas nacionales, se complica aún más el acceso a la educación. Las universidades tienen becas pero quedan cortos. Por eso, en la provincia estamos tratando de acompañar a las poblaciones universitarias más vulnerables: los estudiantes de Enfermería en Allen, por ejemplo», subrayó Neri.
Educación sin distancia
La Dirección de Educación Técnica de Nivel Superior de Neuquén concentra los esfuerzos en acercar la oferta formativa a las 43 localidades más alejadas de la provincia, como Aluminé, Loncopué, Piedra del Águila, Junín de los Andes, Zapala, Las Lajas, Caviahue y Rincón de los Sauces, entre otras. Se trata de tecnicaturas superiores de 3 años «a ciclo cerrado», es decir una vez que concluye, pasa a dictarse en otra localidad.
«En Zapala, por ejemplo, dictamos una tecnicatura de mantenimiento industrial y a los dos años, una en gastronomía. La estrategia es desarrollar actividades productivas en las regiones, sin generar una saturación del mercado laboral. Por eso, son itinerantes», especificó Pablo Cressa, integrante del equipo de Tecnicaturas de la Dirección Provincial de Educación Superior.
Actualmente, hay 12 planes diseñados como tecnicaturas. El más reciente plan de estudios consiste en servicios de catering pensado para empresas petroleras. De esta forma, se van adecuado a las realidades y variando año tras año.
Cressa explicó que el promedio de edad de estos estudiantes es de 32 años. «En esos lugares, la oferta pública de educación superior no abunda y no llega. Hay gente que quiere completar alguna propuesta de formación y no ha podido porque no ha tenido la posibilidad», especificó.
Mencionó que el mayor porcentaje de deserción de las tecnicaturas se da entre los estudiantes más jóvenes. Ronda el 50%. «Hay razones familiares (en el caso de las mujeres), de salud o laborales. Quizás no les interesaba tanto, pero se anotaron por ser la única propuesta a nivel local y regional», planteó.
Recalcó que este tipo de propuestas no se encuentran en provincias como Río Negro: «Hay propuestas fijas en Bariloche, Cipolletti o Viedma. Pero en Neuquén desarrollamos un plan en función de los perfiles productivos de las localidades y se replican esos planes en otros lugares».
Vinculación socioproductiva
Marianela cursa quinto año y está decidida a seguir los pasos de su padre que es ingeniero mecánico. Sin embargo, la decisión de inscribirse en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) la tomó tras una visita a Invap con su colegio.
«Tenemos un proceso de orientación vocacional en el colegio, que está direccionado por una docente que es psicóloga. Se trata de pensar qué moviliza a los chicos. Hacemos salidas a fábricas, hoteles, a la expo universitaria. La idea es que se entiendan como seres multivocacionales. Que su elección vaya de la mano del deseo», especificó Mariana Navarro, docente de la escuela rionegrina 96 de Dina Huapi, licenciada en Turismo y técnica en Economía.
Para procurar que los chicos continúen sus estudios superiores y evitar el desarraigo de sus localidades, Neuquén puso en marcha el dispositivo Prácticas Profesionalizantes Pedagógicas a través de varios formatos que van desde un proyecto definido por los chicos ante una demanda de la comunidad, una pasantía, asesoramiento técnico a terceros en relación a una situación problemática o una vinculación con la industria o sectores socioproductivos.
Para Gustavo Livoreiro, director provincial de Enseñanza Técnica y Formación Profesional de Neuquén, la realidad macroeconómica lleva a que «el pibe, por más que quiera seguir estudiando, muchas veces no pueda hacerlo». «Está en las posibilidades económicas de cada uno. Si no establecés una red de contención con empresas para cuando salga de la escuela, está solo. El sistema educativo es obligatorio hasta la secundaria; después lo largamos a la calle. El contexto hace que sea difícil; con eso lucha el sistema educativo«, analizó.
Livoreiro aseveró que «cuanto más lo hacés intervenir al estudiante secundario con el sector socioproductivo, más elevás la vara de estudio. Muchas veces, los pibes que, en cuarto o quinto año, tenían una perspectiva para cuando salieran de la escuela y, muchas veces la modifican en relación de estas relaciones que generamos».
Tengo pensado estudiar abogacía en Buenos Aires porque tengo familia allá y tengo casa hasta que me acomode. Me gusta a UBA porque tiene prestigio y es gratuita. Voy a tratar de cursar por la noche para trabajar por las mañanas»,
Teo, 17 años, estudiante de la escuela rionegrina 96 de Dina Huapi.
Trabajos de calidad para los jóvenes
El informe del Observatorio Argentinos por la Educación da cuenta de una desigualdad en el acceso al trabajo de calidad por parte de los jóvenes. Las barreras de acceso son más significativas en los deciles más bajos de ingresos.
«Los deciles de ingresos más altos tienen un mayor acceso al trabajo de calidad entendido con descuentos jubilatorios y con más de 30 horas semanales en relación a los más bajos», indicó Ferrari Inchauspe.
Señaló que hay razones que pueden llegar a incidir en esto como las condiciones de estudio, la baja calidad de aprendizajes incorporados en el secundario, y la necesidad de combinar la trayectoria educativa con la laboral. Muchas veces, no logran sostener las dos y suele prevalecer la laboral».
Voy a hacer un curso de cocina que dura un año por la situación que estamos atravesando. Me gusta cocinar y te podés renovar constantemente. No es un trabajo monótono»,
Joaquín, 18 años, estudiante de la escuela rionegrina 96 de Dina Huapi.
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