La historia de Noemí Bascur y su obra en uno de los barrios más antiguos de Fernández Oro
La fundación Manos que Ayudan de Cipolletti gestionó la construcción de un salón de usos múltiples a través de un programa de Nación en Costa Linda. Conocé la historia de su fundadora y los logros de más de 26 años de trayectoria.
Luego de una enfermedad terminal como lo es el cáncer, Noemí Bascur de Cipolletti logró renacer como un ave fénix y triunfar en el ámbito social. Las circunstancias en la que su vida cambió no fueron las mejores. Su pilar siempre fueron su familia y amigos, pero sobre todo sus hijos y hermanos con quienes hoy comparte la organización de la Fundación Manos que Ayudan. La institución nació en Cipolletti en 1996 con el objetivo de amparar a los más necesitados en salud, educación y trabajo a través de la búsqueda conjunta de una solución.
Se trata de una fundación con más de 26 años de trayectoria en Río Negro, y así como su nombre lo expresa es una institución que se encarga de brindar amparo y extender la mano a muchas familias. Noemí y su equipo conformado por Graciela Naranjo Del Valle, Cinthia Sabrina Temporale, Fernando Edgardo Pretto, Sergio Nicolás Daneri, Giuliano Matías Pretto, Fabian Maionchi y Carlos Mella Bascur siempre tuvo como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas que llegaban a ellos en busca de ayuda. Desde la asistencia de alimentos, la entrega de colchones, la gestión de sillas de ruedas y ortopedia para quienes más lo necesitan son algunos de las conquistas del movimiento social.
La posibilidad de participar de programas de Nación llegó gracias a la trayectoria. Su obra más grande fue una construcción en uno de los barrios más olvidados de Fernández Oro: Costa Linda. Allí hace menos de un mes, la fundación inauguró la construcción de un salón de usos múltiples y un playón deportivo, más la gestión de conexiones intralotes de luz y agua para 43 familias.
El barrio está ubicado sobre la costa norte del canal principal de riego. Allí viven cientos de familias humildes. Al igual que en muchos sectores, los servicios tardan en llegar e incluso muchas conexiones son clandestinas. Por eso uno de los objetivos de Manos que Ayudan fue llevar seguridad al barrio a través de la gestión de conexiones seguras.
Luego de haber recorrido en innumerables ocasiones Costa Linda, lograron gestionar la obra financiada a través del gobierno nacional. Lo que comenzó con la asistencia en alimentos, terminó con la creación del salón. Sin dudas, la obra significó un salto importante en la capacidad de Manos que Ayudan que pudo asumis este desafío, y que prontamente será cedido al gobierno municipal de Fernández Oro para que puedan fomentar actividades para las infancias y juventudes del barrio.
A pocos días de su inauguración, en el salón ya pueden verse a los niños del barrio disfrutando del patio. Podría decirse que el objetivo fue cumplido, a partir de ahora el espacio servirá para que las 200 familias que allí viven puedan tener un lugar de reunión, fomentar las actividades deportivas e incluso festejar fechas especiales, como el Dia de las Infancias que por muchos años fue celebrado entre las malezas que abundaban en el lugar.
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La gestión de la obra en Fernández Oro
Noemí Bascur contó que todo comenzó durante la pandemia. «Un domingo del 2019, un día que me dirigía a Villa Regina me llamó Mariano Lavin, el intendente de Fernández Oro- y quién fue director de la fundación, pero cuando asume su rol en la intendencia deja su cargo- y me contó acerca del programa. Me dijo que los recursos de la Secretaría de Integración Socio Urbana (SISU) sólo llegaban a través de cooperativos y Organizaciones No Gubernamentales (ONG), no podían instrumentarse a través del municipio o la provincia».
Me dijo “si podía mirar a esta ciudad, si aceptas el desafío nos harías mucho bien. Me dio un número de teléfono para comunicarme y al día siguiente llame. Obviamente le dije que sí”, expresó Bascur.
A causa de la pandemia las reuniones fueron por zoom, al principio según contó Noemi; “todos contestaban muy bonito, pero no había resultados, ni nada concreto”. Después de tantas reuniones llegó la posibilidad de regularizar 43 conexiones de intra-lotes de luz y agua y nosotros elegimos Costa Linda.
El primer conflicto, según Noemi, fue que en el mapa de Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap) no figuraba el número real de familias asentadas hace 41 años, solo figuraban las que estaban hace 10 años. “Así empezó un debate porque la gente más antigua del barrio iba a tener que esperar por esas conexiones, y los más nuevos iban a ser los beneficiarios. Fue ahí que comenzamos a hablar de otras posibilidades para beneficiar al barrio y no hacer diferencias. Así surgió la construcción del salón y el playón deportivo. En noviembre del 2021 firmamos el convenio en forma virtual y en diciembre ingresó la primera partida presupuestaria, el convenio era por 74 millones e ingresaron 21.
El 11 de febrero comenzó la obra en un páramo rodeado de bardas, la vista al cementerio local era lo más llamativo, junto al cañadón que pasa por el costado. Hoy con el salón y las obras la vista cambió.
Al principio cuando la fundación llegó a anunciar la obra la gente del barrio descreía de sus palabras, ya habían realizado muchas promesas allí, pero ninguna fue cumplida. “Estaban cansados de mentiras, pero hoy nos reciben de otra manera. El 31 de marzo 2023 llegó Nación, nos vimos por primera vez a la cara”, indicó.
“Ahora estamos avanzando en un nuevo convenio para 100 conexiones intra-lotes de agua y luz en el mismo barrio con los primeros vecinos, y evaluamos la posibilidad de construir una plaza. Hemos despertado en Nación la confianza, que abre nuevas posibilidades de hacer obras a través de las fundaciones. Por la seriedad en la que hemos trabajado se están abriendo puertas para realizar otras obras incluso en Cipolletti», manifestó.
La construcción del salón en Costa Linda
La construcción del salón fue una hazaña. El proyecto original incluía paneles solares que puedan abastecer energéticamente al lugar, pero dadas las circunstancias y necesidades optaron por cambiarlos por un cerco para proteger el espacio porque al igual que en muchos lugares aquí también sufren robos.
Los materiales con los que se construyó el salón todos fueron comprados en la misma localidad, incluso cada bloque de hormigón que fue utilizado en la obra fue fabricado en una cooperativa que se encuentra a pocos metros del lugar. También quienes ejecutaron la obra conformaron una cooperativa local.
La inversión inicial fue por más de 74 millones de pesos, pero el costo final fue de más de 100 millones de pesos por la redeterminación de precios, y todavía están terminando con algunos detalles.
Manos que Ayudan y su fundadora; Noemí Bascur
Su vida no fue fácil, con tan solo 32 años – en 1995- y dos hijos enfrentó una enfermedad que casi le costó la vida. Cuatro diagnósticos, 30 pasos por el quirófano, y varios embarazos que no pudieron ser. Hoy con 60 años lo recuerda entre risas, pero en aquellos tiempos las lágrimas corrían por su rostro. Su sueño era trabajar, terminar su carrera e irse a cualquier parte del mundo, pero las circunstancias de la vida hicieron que viva su vida en Cipolletti.
Noemí a pocos meses de haber nacido su segundo hijo recibió su primer diagnóstico de cáncer de endometrio. Con toda la situación vivida, más la situación económica difícil que atravesaba en aquellos años, ya que junto a su pareja habían perdido sus negocios, hogar y todo lo valioso que tenían. Sumado a que cuando le diagnostican la enfermedad su marido se va a Chile para nunca regresar. Todo eso complicó la salud emocional de Noemi.
Sus padres y hermanos eran quienes la contenían y apoyaban en aquellos tiempos, pero la vida de Noemi no era fácil. En palabras de Noemí, “me agarró un surmenage – síndrome de fatiga crónica- y quedé en un estado de dependencia total. Deje de hablar, me internan en el sanatorio Río Negro y el profesional que me atendía le dijo a mi mamá: la tengo que derivar a un hospital psiquiátrico porque si no le arreglamos la cabeza se nos va. Yo me había entregado, para mí era más fácil dejarme ir. Sentía que los chicos tenían padres fracasados, encima enferma no servía para nada», recordó.
Luego de ese paso por el sanatorio fue derivada al hospital psiquiátrico de Huergo y allí permaneció internada cuatro meses. “A veces me daban permisos para salir para mi cumpleaños o fechas especiales. Allí me atendía el doctor Norberto Altamirano que era director en ese momento. La internación era solo para gente que tenía problemas psiquiátricos. A mí me tenían en un cuarto apartada del resto, y ahí jugaba a las cartas con esas otras personas. El doctor era tan apasionado de la salud pública y a veces por la madrugada venía a ver cómo estaban sus pacientes, cosa hay que destacar”.
Gracias a la ayuda que recibió en ese pequeño pueblo en aquellos años, y gracias a las visitas de su gran amigo Camilo Rivero, Noemí logró renacer y fundar su fundación.
Rivero es una de las personas más importantes de la vida de Noemi, sus 50 años de amistad lo confirman. Él logró lo que muchos intentaron, cambiar la mente de esa joven mujer que no encontraba el sentido de la vida. “Él no me iba a abrazar, era duro con sus palabras cada vez que me veía. Como no sabía cómo ayudarme fue muy duro con sus palabras, una vez me visitó para el día del amigo y me dijo: a los amigos fracasados que abandonan y dejan hijos yo los pasó por una máquina”, – yo decía no puede ser tan cruel conmigo.
Ese día me dijo “quédate pensando que podés hacer, sos una mujer muy inteligente, hasta tenidos trabajos brillantes donde te has destacado, quiero ver que vas a hacer con tu destino. Hace algo que te saqué de este estado y empeza amarte más”. Esas fueron las palabras que incentivaron a Noemí.
Recordó, que esa noche escribió en un viejo cuaderno, y habló con dios. «Le dije que iba a cumplir con los preceptos bíblicos; dar de comer, dar abrigo, agua al sediento y que el día que no lo cumpliese él sabía que lo que tenía que hacer conmigo. Le dije que iba a crear una fundación”, manifestó.
“Camilo me dijo hazlo y si no estás loca te vamos a seguir”, expresó. Así se organizó la primera reunión en la casa de los padres de Noemí, asistieron 23 amigos y se creó la fundación. Primero, en el año 1996 nace la agrupación Manos que Ayudan y dos años después le otorgaron la personería jurídica en el gobierno de Pablo Verani por entonces gobernador de Río Negro, ahí se declararon formalmente constituidos como fundación. Desde sus inicios “ya veníamos poniendo el pecho a la bala”, como dirá Noemí.
Uno de los primeros logros de la fundación fue para un chico de Allen. En aquellos años el tren solía parar en la ciudad de la pera y dejaba inhabilitado el paso de la gente, por lo que muchos jóvenes cruzaban por debajo del tren. Uno de esos días, el tren arrancó, y no tocó el timbre de aviso anunciando su partida y uno de los chicos no alcanzó a salir. Sufrió la amputación de sus dos pies.
“En ese momento se hablaba de prótesis, la gestión salía 18 mil pesos, con el dólar uno a uno eran 18 mil dólares. Yo no sabía para qué lado podía ir, pero si sabía quién me podría dar la solución y apele al diputado Miguel Ángel Pichetto, le escribí y presenté la historia clínica. Un día me llama la mamá y me dice: usted no está haciendo nada por mi hijo, yo le dije que estaba haciendo la gestión, pero aún no había respuesta. Al día siguiente fuimos a ver al chico a su casa y nos atendió llorando, y me dijo “gracias”. Yo no entendía nada, me dice: demore porque me estaban llamando porque esta tarde vienen a tomarme las medidas de mis pies y que ya fue aprobado mis pies ortopédicos, por fin voy a poder caminar”. Ese fue el primer logro de la fundación.
El segundo logro, llegar a la línea sur. “Uno imagina una línea paralela, con las casas al borde de las vías del tren, pero no fue así. La realidad de esa gente es muy diferente, hoy apelamos a la solidaridad, a quienes nos quieran apoyar desde la responsabilidad social para poder llegar en más ocasiones a estos lugares. Por muchos años lo hicimos a través del ejército o camiones de Aníbal Tortoriello que apoyó a nuestra fundación, pero también necesitamos tener un vehículo propio».
El tercer logro en 2001 fue un llamado de la Cámara de China para el Mercosur. “Una mañana me llamaron pidiéndome que comande una ronda de negocios. Yo pensaba que era un amigo que me estaba haciendo una gastada. Entonces, Claudio Yacopino que era parte de la fundación me dijo que llamara. Al tiempo llegaron los chinos, hicimos ronda de negocios, convinimos una semana juntos. Llegamos al Chanar donde se asentaban los primeros viñedos de la zona. Gracias a esa gestión Fabian Maionchi logra insertarse en el mercado chino y comienza a exportar presas de pollo a Hong Kong. En la zona andina, también algunos aserraderos que hicieron negocios, pero en Cipolletti costó”, declaró.
La vida institucional ha ido sorprendiendo a la fundación con proyectos y desafíos que claramente han podido sortear. Gracias a esas palabras, fuertes, pero necesarias logró levantarse, resurgir y cumplir su promesa.
Hoy con sus años como líder en la fundación ansía que jóvenes comprometidos se sumen a la causa. “Yo me voy preparando para emprender el retiro, y quiero que venga la descendencia para la fundación con el mismo entusiasmo y que esté dispuesta a prepararse porque tengo que emprender el retiro en pocos años. Hay que preparar sangre nueva para que esto siga creciendo. Hay mucho para hacer y es una herramienta maravillosa. Había que pasar por ese dolor para lograr esto”, expresó.
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