Emilio Matos Pardo: el golfista de 91 años que desafía al tiempo en la Patagonia
Tiene 91 años y lleva medio siglo jugando. "Un amigo llamado Dios me ayuda a seguir practicando este deporte", aseguró.
Emilio Matos Pardo tiene 91 años y entrena dos veces por semana. Foto: gentileza
Con 91 años, el neuquino por adopción, Emilio Matos Pardo, se convirtió en el golfista más longevo de la Patagonia. Orgulloso, comentó que su matrícula en la Asociación Argentina es la número 836 y, en este momento, van por 179 mil.
«¿Cómo sigo dedicado al deporte? Hay un amigo que tengo llamado Dios que me está ayudando a seguir practicando este deporte. Lo demás pasa por tener una mente clara y apartar los malos pensamientos. Sigo trabajando en mi casa, tengo una compañera -Stella Maris- que es mi fuerza y siete hijos», comentó este hombre que lleva 50 años practicando este deporte a RIO NEGRO.
Arrancó cuando trabajaba como asistente de un inglés, frente a la Galería Pacífico en Buenos Aires. En el subsuelo, recordó, había una jaula de golf donde enseñaban a jugar. Su jefe le regaló seis meses de clases y así se inició una pasión, allá por 1973, que continúa y lo mantiene fuerte al día de hoy.
«Me convertí en un experto en jaula, pero no salía a la cancha. La empresa creció y me nombraron gerente en Córdoba. En Villa Allende empecé a aplicar todo lo que había aprendido. Había un profesor y así empezó mi historia de golf», comentó.
Poco después, fue trasladado a Neuquén donde durante 20 años, se desempeñó como gerente del country Rincon Club de Campo donde recordó, en un primero momento, había cinco casas y ahora unas 120. «En ese lugar, hay tres deportes: equitación, tenis y golf -el más importante por la cantidad de jugadores-. Pero en un primer momento, había que hacer de todo: crear hoyos nuevos para el golf, el área de tenis era una plataforma de cemento y hoy hay ocho canchas; el área de equitación se tuvo que modernizar y ahora tiene 100 alumnos», señaló este hombre que aún integra la Comisión de Golf del club.
Siempre trabajó en la contaduría y la administración. Nunca en todos estos años, dejó de jugar al golf. Entrena miércoles y sábados. «Sigo jugando gracias a Dios, mientras mis piernas me den para seguir haciéndolo. Trato de estar todo lo que puedo dentro del deporte», admitió.
«¿Qué le implica a nivel físico?», se consultó. «Si vos jugas desde hace muchos años la tenés clara. Solo tenés que caminar hasta llegar a la pelota. Son 3 kilómetros los miércoles (porque se juegan 9 hoyos); mientras que los sábados se juegan torneos de 18 hoyos que representan 6,5 kilómetros. Solo hay que pegarle a la pelota y caminar. Es cansador, pero tiene su recompensa física, de compañerismo y diversión. Te convertís en un fanático de este deporte«, respondió.
Consideró que no importa qué deporte, lo bueno es que «con la actividad física, la cabeza se mantiene sana, tenés conductas claras, correctas y se logra un grado importante de amistades».
Emilio reconoció que a pesar de los años y el manejo del deporte, se esfuerza constantemente para jugar mejor. «La técnica va sufriendo deterioros porque te enseñan a pegar correctamente, pero uno va adquiriendo nuevos hábitos. Uno debe tratar de superarse en el deporte y si logra ganar, se lleva lindos premios como ropa o pelotas de golf que son caras. De todos modos, lo que se fomenta es reunirnos, hacer un culto de la amistad«.
Emilio descartó que el golf sea un deporte caro. «Te comprás un juego de palos y te puede durar toda la vida. O vas comprando de a poco si sale alguna novedad. Los palos, de todos modos, son iguales a hace 90 años. Más grande, más chicos, livianos. Los clubes tienen palos usados que también se venden», dijo.
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