La escuela que pasó por tres puntos de Neuquén y le terminó enseñando a Berbel

Lo que empezó al norte de Chos Malal, hace 128 años, siguió por Varvarco y terminó en Plaza Huincul.

“En un radio de dos leguas se encuentran 70 niños en condiciones de escolarizarse”, fue el dato que dio la revista “Monitor de Educación”, allá por 1895, gracias a los inspectores que recorrían las escuelas rancho del territorio neuquino. En ese contexto empezó a funcionar la N° 22, una de las más antiguas.

Guardada en el archivo del CeDIE (Centro de Documentación e Información Educativa) de la Provincia, la referencia habla del analfabetismo reinante y la necesidad de mejores aulas y más maestros. Por eso, la primera sede de la Escuela 22 fue una precaria construcción en el paraje Chacay Melehue, ubicado 25 kilómetros al norte de Chos Malal, hoy a la vera de la Ruta 41.

Gracias a esa descripción se sabe que el antiguo salón de clase era un espacio de adobe, con “piso de tierra, lleno de pozos, oscuro, casi destechado, sucio y sin cerraduras”, que empezó a servir de aula, a pesar de todo, el 1° de noviembre de 1896. Como todo el paraje, se encontraba en tierras, según el CeDIE, que pertenecían a la concesión de Nicolás Asiaín. Este sujeto era un acompañante del ejército expedicionario que ocupó hectáreas con permiso del gobernador Manuel Olascoaga, para luego enajenarlas íntegramente a la firma francesa “Lafontaine y Cº”, dedicada a la ganadería por aquellos años, según aportó Graciela Blanco, investigadora del CONICET y la Universidad del Comahue, en su trabajo “La ocupación de la tierra pública en Neuquén: política distributiva, formas de tenencia y uso del suelo (1880-1920)”.

La Escuela 22, en 1930. Foto: Archivo Plaza Huincul.

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En ese contexto la enseñanza siguió como se pudo, hasta que que por motivos que no se aclaran, para 1904, el escenario del colegio, al parecer, se transformó significativamente: “seguro, alegre, higiénico, decente, el salón era la única casa de Chacay Melehue que tenía piso de ladrillo, ventanas con vidrieras y que yendo por el camino de las minas de Milla Michicó, se ve blanquear al pie de la nevada Cordillera del Viento (Chochoy Mahuida)”, afirmó la revista “El Monitor de Educación”.

Aún así, el terreno era inaccesible y por eso las autoridades decidieron cancelar su funcionamiento en aquel primer sitio, para trasladar la Escuela 22 a Varvarco, distante unos 100 kilómetros más al norte todavía, casi en el límite con Chile, dónde fue inaugurada el 22 de octubre de 1917, “cerca del río del mismo nombre, donde funcionó hasta el año 1919”, explicó el CeDIE en uno de sus apartados del archivo digital.

Agotada esa segunda etapa, el peregrinaje de tantos kilómetros finalmente terminó en la naciente Plaza Huincul, que por esos años, empezaba a recibir algo más de población, en el marco de la exploración que se dio luego de que Carmen Funes, la inolvidable “Pasto Verde”, comunicara el olor a querosén que tenía el agua de pozo que lograba extraer en su puesto.

En ese caserío incipiente apenas jugaban unos pocos niños, relató la historiadora Mirta Solari para una publicación de la Revista “Más Neuquén”. Y a ese grupito vinieron a sumarse los Soufal, hijos del técnico austríaco Juan Soufal, uno de los hombres que participó en el armado del pozo 1. “Felisa y sus hermanos encontraron en el paraje a Remigio Uribe y a otro chiquito al que apodaban “Toñito” (…) junto a ellos se agregaron los de las familias que trabajaban en el campo petrolero, que crecían analfabetos hasta que gracias a la inquietud de Anna Schupp (mamá de Felisa) la Escuela 22 fue trasladada a Huincul, donde se construyó el edificio que aún hoy se destaca en la principal avenida de la ciudad”, completó Solari.

Así, el nuevo sitio inició sus funciones el 16 de octubre de 1920, “con un primero infantil de 22 alumnos inscriptos”, indicó el CeDIE. Eran tiempos en que las familias vivían dispersas por la zona, así que el colegio se instaló en el punto más próximo a la residencia de la mayoría, mientras que los demás, se acercaban usando el caballo como medio de transporte.

Foto: Archivo Plaza Huincul.

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“Era todo un espectáculo presenciar a la entrada y salida de clase todas las escenas relacionadas con esos animales, a veces redomones, que hasta los niñitos de 6 a 8 años, varones o mujeres indistintamente, ensillaban y desensillaban; para luego, montados de tres y de a cuatro en cada cabalgadura, largarse a media rienda por las cuestas y pedregales. En algunos parajes, el Estado concurría a salvar las dificultades del medio de transporte proveyendo de un camión” para tal fin, concluyó la reconstrucción del Centro de Documentación.

En ese contexto vino al mundo “el poeta de Neuquén”, Marcelo Berbel, cinco años después, un 19 de abril de 1925, para luego estudiar en esta misma escuela, donde compuso sus primeros versos, a poco de aprender a leer y escribir. El inmueble, que todavía hoy permanece en pie sobre Avenida San Martín, fue declarado en el año 1996 Patrimonio Histórico Cultural.


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