Jubilados en Bariloche: “Antes podíamos llenar la heladera, ahorrar o comprarnos algo; ahora es imposible”
Se concentraron en el plaza del Centro Cívico para reclamar por el veto del aumento del presidente Javier Milei.
“Antes podíamos comprar cosas y llenar la heladera, guardar plata en el banco, ahorrar o comprarnos cosas. Ahora es imposible”. María Maldonado, de 78 años, sostenía uno de los extremos de la bandera en la que se leía “Abuelazo Bariloche” este miércoles al mediodía. A su alrededor, el sonido de los bombos y pancartas en las que se leían “No al veto” o “Ilegal es el hambre como política pública”. Un participante envuelto en una bandera argentina aplaudía mientras hablaba con otro par. Al igual que tantos otros a quienes el frío extremo no abrumó. El reclamo por el veto de las jubilaciones del presidente Javier Milei se hizo sentir en el Centro Cívico.
“Todo se puede solucionar si nos unimos. Todos juntos. Por eso, estamos acá pese a que nos cuesta caminar”, explicó Carmen, de 82 años, que aplaudía junto a su esposo.
“Somos hijos de gente que estuvo en guerra en Europa -agregó la mujer-, estamos acostumbrados a usar lo necesario, a no despilfarrar. Siempre hemos vivido así, pero cada vez es más difícil”.
José Luis, del barrio Península San Pedro, se mantenía a un costado de la movilización observando con tristeza la postal de la principal plaza de Bariloche. “¿Por qué estoy acá? Por el desastre que está haciendo el gobierno. Tenía razón Caputo en que hay que empezar a cambiar los ahorros que uno tenía para subsistir en el día a día”, señaló este hombre que se jubiló como docente desde hace 10 años y que se animó a definir “el presente como terrible”.
“Aprueban un aumento mínimo y aun así hay veto. Es ridículo. No hay nadie que no esté padeciendo esto”, mencionó.
José Luis aseguró que no es una persona “consumista” ni lleva “una vida social agitada”: “Hasta hace 8 meses, conseguía tener algún ahorro y en base a eso, hoy estoy sobreviviendo pero no alcanza”. Dijo que tiene una urostomía (una abertura en el vientre mediante cirugía para desviar la orina fuera de la vejiga que está enferma o no funciona como debería) y explicó que no consigue las prótesis que requiere día a día. “El Ipross tiene cortados los recursos y cada catéter vale 120 mil pesos. Uso dos y estoy teniendo que comprarlos. Los ahorros se acaban”, afirmó.
Walter, del barrio 3 de Mayo, fue otro de los tantos que concurrió al reclamo. Su madre que percibe la jubilación mínima está internada. “Vengo a acompañar a los jubilados. Mi mamá tiene una chacrita con gallinas y huerta y con eso, más o menos, se solventa y vende algunas cositas. Con la jubilación, paga la luz”, dijo.
María se jubiló como empleada gastronómica en 2009 y recordó que en ese momento, la felicidad fue inmensa. Sentía que era el momento de disfrutar y descansar. “Trabajamos toda la vida para que ahora venga un señor y nos quiera sacar un aumento ínfimo”, objetó.
Manifestó que no llega a fin de mes y que, “tiene la fortuna” de vivir con su hijo que la ayuda. “Hacemos malabares para llegar hasta cobrar al mes siguiente. Antes nos juntábamos con las compañeras a tomar un cafecito o un helado. Ahora es imposible. No alcanza”, dijo y agregó: “Ya no me compro ni yogur para después de comer. A veces, me dan ganas de comer algo rico, pero si compro algo, me falta para el pan”.
César, de 80 años, se jubiló apenas 10 años atrás del rubro de la construcción. Pero la jubilación mínima hace que continúe haciendo algunas changas pese al dolor de su hombro derecho. “Estamos cada vez peor los jubilados en Argentina. Gracias a Dios todavía puedo hacer changuitas. Hay que remarla y aguantar. Privarse de muchísimas cosas. Pero así es la vida”, dijo.
A unos pocos metros, María Teresa, de 69 años, aplaudía envuelta en un bufanda y con un gorro que apenas dejaba ver sus ojos. Se jubiló como empleada de comercio y hoy percibe 350 mil pesos por mes. Por eso, la elaboración de mermeladas que, alguna vez soñó como hobby, hoy debe hacer para venderlas.
“Acá estamos: defendiendo lo que nos están sacando. El sueldo no alcanza ni para pagar los servicios y medicamentos. ¿Cómo hago? Armo un menú, se compra y con lo que queda llegás a fin de mes. Si no, empezas a abrir latas, paquetes. La carne está imcomprable. Ropa no te compras más. Pagar internet, imposible. Los impuestos del municipio no los pagas porque tenés que priorizar los servicios y se te van acumulando deudas”, indicó y concluyó: “Todos están ajustados. Lo ideal sería que todos estemos acá y no solo los jubilados”.
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