Joven de Bariloche reclama sus derechos sobre la obra teatral «Esperando la carroza»
El heredero del legado artístico de Alejandro Doria asegura que la versión actual de la obra que está en cartelera en la calle Corrientes, se basa en el guión de la película y no en el original de Jacobo Langsner y exige el reconocimiento de los derechos.
Cuando Marco Ferrari nació hace 22 años, a Alejandro Doria lo abrazó un sentimiento tal que el hijo de su gran amigo Gustavo, se transformó a la vez en su amado nieto del corazón. Fue así que el director de la inolvidable película «Esperando la carroza«, que falleció hace exactamente 15 años, declaró a Marco, que por entonces tenía sólo 7 años, a ser el heredero absoluto de toda su producción intelectual.
Hasta que fue mayor de edad, Gustavo y su mamá Marina, que viven en Buenos Aires, velaron por los derechos de Marco, que reside en Bariloche, y aseguran que nunca tuvieron problemas con ese tema. Aunque siempre hay una primera vez.
La nueva versión teatral de «Esperando la carroza» que se estrenó en abril de este año en el teatro Broadway de Buenos Aires, según la productora RGB propiedad de Gustavo Yanquelevich, está basada sólo en el guión original de Jacobo Langsner, que data del año 1962. La versión cinematográfica que dirigió Doria y que fue filmada en 1985, tiene aportes en el guión del propio director y que de alguna manera enriquecen el original.
Marco y sus padres sostienen que la actual puesta en escena de «Esperando la carroza», dirigida por Ciro Zorzoli, no está basada en el libro original de Langsner, sino en el guión que escribieron Doria y Langsner para la recordada y maravillosa película.
“Con Marina decidimos ir a ver la obra. Nos comunicamos con la producción, los dejaron las entradas y antes de la función tuve una charla con Yanquelevich, donde le comenté que mi hijo Marco era el heredero de los derechos intelectuales de Alejandro. Después de verla confirmamos que la obra está inspirada en el guión cinematográfico”, le cuenta a “Río Negro” Gustavo Ferrari, ex actor y actualmente productor teatral, nacido en General Roca, donde pasó toda su infancia y adolescencia antes de partir a Buenos Aires cuando tenía 19 años. Hoy tiene 57.
“Le dije a Gustavo (Yanquelevich) que a nuestro entender la obra guarda estrecha relación con lo creado por Alejandro. Para no tener una discusión entre nosotros, le propuse hacer lo que hubiera hecho Ale si estuviera vivo: recurrir a las instituciones que protegen estos derechos”.
Fue así que Gustavo y Marina, en representación de Marco, presentaron el caso ante Argentores, la asociación civil de gestión colectiva de derechos de autor, con carácter mutual y profesional, integrada por autores argentinos de teatro, cine, televisión, radio, y de todas las plataformas audiovisuales. La agrupación es quien controla además que se pague lo que indican las resoluciones para cada caso.
Así las cosas, Argentores envió a un inspector a ver la obra que se presenta en el Broadway para constatar la viabilidad del reclamo, y el veredicto fue terminante. En la pieza teatral producida por RGB, claramente se utilizan elementos de la película, por lo que debían abonarse los derechos correspondientes.
Según el mail enviado a Ferrari por parte de Argentores y al que tuvo acceso Río Negro, la asociación civil determinó que la productora “le debe pagar al heredero de los derechos de Ricardo Guillermo Rosales (nombre verdadero de Alejandro Doria) el 2,5% del precio de cada entrada vendida”. La productora deberá depositar esa deducción en Argentores, que luego será reenviada a los autores.
Según Argentores los otros beneficiarios son Israel Jacobo Langsner (10% por cada entrada vendida) y Marcelo Katz, por la música original que se incluye en la obra teatral (2,5%).
Los argumentos de Ferrari apuntan por ejemplo a que en el libro cinematográfico, Dolina decide que el personaje de Mamá Cora, interpretado por Antonio Gasalla, en complicidad con el público, esté viva mientras que el resto de los personajes la cree muerta. En la obra producida por Yanquelevich, Martín Campilongo (Campi) le pone el cuerpo al personaje central.
En la puesta original escrita por Langsner, Mamá Cora era personificada por una mujer, y solo aparecía al inicio y al final de la obra teatral, por lo que el espectador y los familiares están bajo la misma incertidumbre sobre la suerte de la abuela.
También se usa la música de la película en el ingreso a la sala de la calle Corrientes y en la puesta se utilizan algunas de las frases que se popularizaron en la película de Doria, como la que inmortalizó el personaje de Elvira, interpretado por China Zorrilla: “yo hago ravioles… ella hace ravioles”. En la obra teatral en cuestión, Paola Barrientos toma como modelo de actuación a China y rememora la frase que el público en la sala se encarga de completar.
Ferrari marca la diferencia con la puesta teatral estrenada en 2016, en Mar del Plata, en la que Leonor Manso se basó en el texto original de Langsner, donde Mamá Cora aparece al principio de la obra y al final, y la acción se lleva a cabo en un mismo espacio escénico.
Por estos días Gustavo y Marina están junto a Marco en Bariloche a la espera de una solución rápida y amigable sobre los derechos de autoría intelectual que Doria, antes de partir, le dejó a su nieto del corazón.
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