Huertas y cosechas gigantescas en la región: los que producen y abonan soberanía alimentaria

La cultura de la huerta gana cada vez más adeptos y trae sorpresas como el zapallo de 200 kilos en Neuquén. ¿Se puede iniciar un camino para autoabastecernos de alimentos? Opinan productores y especialistas.

No solo horticultores, sino escuelas, restaurantes, comedores, familias y hasta comunidades terapéuticas se afianzan en la producción de hortalizas en un pedacito de tierra. Para algunos es un medio de subsistencia, para otros, “huerteros”, una pasión pero también la posibilidad tangible de iniciar un camino hacia la soberanía alimentaria.

¿Se puede pensar en soberanía para los 44 millones de habitantes del país? ¿Es de la mano de la agroecología? La soberanía implica la decisión de los pueblos de cómo se alimentan, con qué y la cuestión del acceso a la tierra, el agua y las semillas.

Algunos se dedican a la horticultura desde toda la vida y es su trabajo, su medio de subsistencia. Margarita Flores es productora hortícola en Roca desde hace 23 años. Desde los ocho trabaja la tierra, con los saberes adquiridos en su Bolivia natal. Sin tierra propia, arrenda una parcela para producir y así poder vender hortalizas a las verdulerías de la ciudad.

Margarita Flores, horticultora de Roca. Foto: Andrés Maripe

“De los productores se olvidan, pero no se tienen que olvidar. Estamos sembrando comida. Nos tienen que ayudar”

Margarita Flores, horticultora de Roca

Hay más horticultoras pero muchas trabajan con su marido, yo soy sola con mis hijos”, contó la mujer a RIO NEGRO, quien esta temporada padeció el azote del clima, las heladas, el granizo y las olas de calor, sumado a los costos para producir. “Este año y el año pasado fracasamos. El año pasado llegó granizo (…) mucha pérdida”, se lamentó. Pero lo peor para ella es que las ayudas del estado no llegan o tardan en concretarse.

En esta época solo quedan plantaciones de lechuga, acelga y repollo y se preparan para afrontar el invierno, en el que sobreviven “con chauchas”, según las palabras de la mujer que está desde 1986 en Río Negro.

Según un relevamiento realizado por técnicos del INTA Roca en 2017, entre Roca y Huergo, había cerca de 100 productores horticultores, de los cuales el 84% alquilaba la tierra y el 16% era dueño. En ese momento se constató que la gran mayoría eran migrantes bolivianos o sus descendientes, de los cuales la mitad estaba vinculado con asociaciones o cooperativas.

A nivel de huertas, el relevamiento actual que poseen desde el INTA entre Roca y Huergo, es que habría entre 1.500 y 2.000 huertas incluyendo las pequeñas. Desde la agencia de extensión, reparten kits de semillas del Programa ProHuerta, dos veces al año, hasta a familias que habitan un pequeño departamento con patio y que plantan en macetas.

En Neuquén y zona de Confluencia hay más de 20 huertas protegidas, es decir, espacios destinados para producción primaria en los barrios. A nivel provincial, el programa Programa de Desarrollo Agroalimentario de Neuquén (Proda) atiende con distintas modalidades a más de 25 municipios. El alcance del Proda es de unas 10.000 familias que reciben algún beneficio de las líneas de acción.

En Río Negro, en los años 2000, el padrón de huertas del programa ProHuerta rondaba las 9.000 huertas en Neuquén y 10.000 en Río Negro, un antecedente histórico. Hoy no hay estadísticas certeras.

“Hay registro de gente que viene haciendo semilla de la misma especie de hace 40, 50 años o más”, contó Pablo Vázquez, técnico del INTA Roca.

El programa Prohuerta surgió hace más de 35 años ante la crisis alimentaria y problemas de hambre, “Terminamos dándonos cuenta de que en realidad lo que hacen es complementar la alimentación. Algunos huerteros han dado el salto de poder llegar a vender. Se han generado ferias. La gente sale a buscar un poquito más de plata vendiendo su producción”, agregó Vázquez.

Un fenómeno que ha ocurrido en los últimos tiempos es que han disminuido algunas huertas ante la crisis habitacional, porque muchas familias que antes tenían huerta en el patio ahora tuvieron que construir ahí una casa para los hijos, según comentó el ingeniero del INTA Roca.

Cosecha gigantesca y alimento para miles


Esta temporada, en Neuquén se dio un hito. Desde el Programa Proda se cosecharon variedades de zapallo que llegaron a pesar hasta 200 kilos, como fue el caso de una calabaza Atlántica que fue fraccionada. Otro fruto pesó 100 kilos.

Esta experiencia resultó a partir de una prueba piloto de multiplicación de semillas para desarrollar técnicas de cultivo. Ahora esas semillas recuperadas, vuelven a la tierra para desarrollarse y continuar el ciclo en la próxima temporada, de la mano de instituciones y organizaciones sociales.

Desde el Programa Proda se cosechó un zapallo que llegó a pesar 200 kilogramos, una calabaza Atlántica en una huerta de Neuquén.

El Proda, par del Prohuert, lleva adelante un plan de agricultura urbana orientado al incentivo del cultivo de cucurbitáceas. La cosecha de calabazas gigantes en 2023 permitió alimentar a cientos de familias de toda la provincia en abril, a través de Cáritas, organización que vehiculizó la donación de media tonelada de zapallo que partió a fines de abril hacia Junín y San Martín de los Andes, Chos Malal, Loncopué, Plottier, Centenario y Vista Alegre.

Foto: Matías Subat

Estos zapallos, como todos los cultivos que promueve el programa, fueron producidos en forma agroecológica con la supervisión técnica del Proda, con lo cual se asegura la provisión de un alimento fresco, sano y libre de todo agroquímico, constituyendo un insumo vital para la dieta de los comedores”, contó Aldo González, director del programa neuquino.

¿Soberanía alimentaria para 44 millones?


“Una hectárea del Alto Valle en condición de riego puede alimentar a unas 60 personas, con la estacionalidad correspondiente», aseguró Miguel Sheridan, ingeniero agrónomo, técnico del INTA y del Instituto para la investigación de la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF) Patagonia. El nivel de consumo recomendado por estudios de salud es de 220 kilos de hortalizas por persona por año.

Sería necesario y oportuno acometer una soberanía alimentaria para 44 millones”, comentó el ingeniero y dijo que es posible a partir de la agroecología, que ante los vaivenes económicos, cobra valor “la economía social, la economía popular”, dijo.

Foto: Matías Subat

“La agroecología no es una categoría solo académica, las otras vertientes son los movimientos sociales, los consumidores organizados, el papel histórico de las mujeres en los alimentos, la conservación de semillas, la circulación de saberes. Son un vector importante en la agroecología. Y lo otro, son los casos de productores que están optando – en forma creciente- por esta modalidad de producción”, dijo el referente.

“La agroecología es esa vertiente que orienta hacia una producción sostenible, con inclusión social, una sostenibilidad con participación de la comunidad. Para que esto pueda escalar es importante un acceso más democrático a los bienes comunes estratégicos, como el suelo, la tierra, el agua y la semilla”, reafirmó. Dijo que en la región hay muchas tierras “subutilizadas” donde bien se podrían formar bancos de tierra, que se pongan en valor, que no queden baldías ni se privaticen.

Un estudio piloto arroja que entre Mainqué, Senillosa y El Chañar hay 53 chacras en transición a la producción agroecológica, en distintos grados.

“La necesidad de acceso al alimento es una coyuntura urgente, pero no nos puede nublar el horizonte necesario: la posibilidad de continuar produciendo alimento más allá de lo que pase con las cadenas de alimentos”, aportó Sheridan.

La ciencia y la técnica deben avanzar de la mano de los saberes campesinos y también de los pueblos indígenas, tanto migrantes como originarios. “Los conocimientos (en horticultura) de ellos y ellas son fundamentales para aproximar una soberanía alimentaria a partir de modos de producción amigables con el ambiente”, fundamentó y concluyó que para avanzar se precisa una expansión de la agroecología de la mano de políticas públicas.

Los esfuerzos primarios en los espacios de huerta son valiosos, necesarios, pero insuficientes respecto al desafío de la soberanía alimentaria para 44 millones”

Miguel Sheridan, ingeniero agrónomo, técnico del INTA y de IPAF

La mayoría de las semillas de la región son extrarregionales o extranjeras. La dependencia tecnológica (…) debilita el sistema regional de producción de alimentos”

Oscar Castillo, docente de Horticultura Facultad de Agronomía UNCo

El Proda promociona con sus acciones la soberanía alimentaria a través de ejemplos concretos cómo el trabajo en la tierra”

Aldo González, director del Programa Proda Neuquén

Es posible la soberanía alimentaria a través de las huertas. Hay muchas y mucho intercambio de semillas”

Pablo Vazquez, técnico de INTA Agencia Roca

La formación de los futuros profesionales


En la Facultad de Ciencias Agrarias (FACA) de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) existe un proyecto de extensión para la construcción de un “Espacio productivo agroecológico y comunitario”. Las actividades que se realizan en el campo experimental de esa facultad, responden al objetivo común de “rescatar la producción de alimentos con participación comunitaria” donde la planificación y el manejo de los cultivos se desarrollan con un perfil de transición hacia la gestión agro ecosistémica.

“Se propone a través de la producción de semillas y plantines de variedades hortícolas criollas aportar al fortalecimiento de la soberanía alimentaria regional”, explicó el docente de la cátedra de Horticultura, Oscar Castillo.

“Se trata de una propuesta interinstitucional en la que participan productores y productoras nucleados en cooperativas y asociaciones, la facultad y el Instituto de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena”, comentó. Es también un espacio formativo para los estudiantes en un enfoque de transición hacia la producción agroecológica de alimentos y de fortalecimiento de la agricultura familiar.

“Las acciones realizadas asociativamente tienen la finalidad tanto de fortalecer la soberanía alimentaria regional como la de incrementar la valoración de las semillas como bienes comunes”, detalló el profesor.


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