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Historias de familia: la taza de porcelana que unió a tres generaciones con el Museo de Allen

Cuando su madre le propuso preservar esta herencia, Claudia sabía mucho de pintura, pero no había incursionado en el mosaiquismo. Aún así, avanzó para honrar el pedido.

Elaborar una despedida puede derivar en gestos que ayudan a sobreponerse y transformar la angustia en homenaje, al alcance de todos. En esa búsqueda, una delicada taza de porcelana, llegada desde España en 1931, se volvió el hilo conductor entre abuelos, padres y nietos. Y en medio de la pandemia dejó la soledad de una repisa para integrar una obra en memoria de Ángela «Chiche» Brevi y Daniel Álvez, un conocido matrimonio de Allen.

El Museo, ubicado en la estación de tren local, cedió una de sus paredes para el emplazamiento del trabajo en mosaiquismo, cerrando el círculo que unía las vivencias de los Alvez con la historia de la ciudad: el regreso de Daniel a donde tuvo su primer trabajo, como empleado ferroviario.

El origen


La tacita elegida arribó a la Argentina con un juego de te anaranjado, que guardaban los padres de Daniel, en sus baúles de equipaje, allá por 1931. Los años pasaron y siguió su recorrido en manos de este hijo, que formó su familia en Allen con «Chiche». Una generación más y en 2020 el destino quiso que la recibiera Claudia, nieta de aquellos españoles con los que empezó todo.

En diciembre de ese año, mientras construían un departamento, «Chiche» manifestó su deseo de que la tacita formara parte del nuevo hogar, «como recuerdo de la abuela». Pensaron en incrustarla como decoración en el piso, luego en una galería de la vivienda, pero unos meses después, se produjo un quiebre. Primero falleció Daniel, en febrero del 2021 y 25 días después el Covid – 19 se llevó a su compañera. Entonces, ya no tenía sentido dejar el obsequio en un lugar donde «Chiche» no iba a estar.

La iniciativa activó la memoria de otros vecinos. Aquí Chiche y Daniel en el comercio de insumos para electricidad, al que se dedicaron toda la vida. Foto: Facebook Marcelo Campetella.

Cuando su madre le propuso preservar esta herencia, Claudia sabía mucho de pintura, pero no había incursionado en el mosaiquismo. Aún así, compró los materiales, hizo un curso para saber cómo aplicar la técnica y se determinó a seguir a pesar del dolor. A la taza original, sumó trozitos de un plato de «Chiche» que usaron por años. Así, el trabajo fue tomando forma, con vestigios de abuelos, padres y una nieta.

«Yo había pensado hacer un sol, aprovechando el color naranja de la taza, pero encontré una foto bellísima de mis papás junto a un árbol, que me inspiró»,

recordó Claudia.

La parte más difícil del proceso, sin embargo, era la más necesaria: quebrar la taza y el plato para poder unirlos al resto de la creación. «¡Fue muy fuerte, no quería romperla! Pero tenía que hacerlo… Era doloroso, más en esta situación de pandemia, en la que no pudimos despedir a nuestros seres queridos… Ellos vivieron juntos y se fueron juntos«, recordó Claudia.

En el árbol de la vida terminado, «se ve parte del frente de la taza, el sol es la parte de abajo y también algunas hojas». Foto: Gentileza Claudia Alvez.

Volver a la estación


«A los 12 años mi papá empezó en el ferrocarril, así que su escuela de trabajo fue con los ingleses, siendo un niño, como se acostumbraba en su momento. Por eso me pareció el lugar más representativo para este árbol, ponerlo donde él empezó a formarse y tomó su posición frente a la vida, de trabajo y responsabilidad», explicó Claudia.

Hoy sede de la Asociación Museo Municipal de Allen, la estación de tren cobija tesoros de todas las épocas, gracias al aporte de vecinos e instituciones. En los distintos salones, con pisos de madera y ambientes restaurados, la comisión resguarda objetos, documentos y hasta ropa. No faltó, hace algunos años, la muestra de vestidos de novia, donde «Chiche» donó el atuendo que lució en su casamiento. Como vecinos activos, tanto ella como Daniel acompañaron la creación del Centro Español, otro valioso espacio local.

Anoticiados de la intención de Claudia, desde la entidad acompañaron con un acuerdo de aceptación, para emplazar la obra. Se la puede ver junto al ingreso, sobre calle Eva Perón. Y así, finalmente se cumplió con el pedido de «Chiche», aunque con algunos matices diferentes, de tantas vueltas que tiene la vida. El árbol en su honor fue inaugurado para este 25 de Mayo, en coincidencia con el aniversario del Museo, de Allen y de la República.

«Familia, raíces, amor, naturaleza, producción… ¡Las luces brillan siempre! Gracias Ángela y Daniel, por los valores y el ejemplo»,

dice la placa que acompañará este cálido recuerdo.

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