Hierbas, saberes y tradición: en Maquinchao recuperan el conocimiento ancestral 

El grupo “Amuley Kom” trabaja desde el Hospital para revalorizar los saberes que los pobladores heredaron para vivir mejor.

Por años, los usos medicinales que los vecinos de Maquinchao les daban a los yuyos del campo o a los que crecían en su patio fueron vistos como “cosa rara”, sin respaldo médico y no faltó el que lo hiciera rozar con la brujería. Pero gracias a un equipo de profesionales, eso empezó a cambiar.

Carmina Lizaralde, trabajadora social, es quien dialogó con RÍO NEGRO para explicar en qué consiste el proyecto “Amuley Kom” (‘Vamos todos juntos’, en mapudungún), que impulsan desde mayo del 2023, para la “recuperación de saberes ancestrales”, con el objetivo de fomentar “el autocuidado de la salud”. La salud física pero también la emocional, que está ligado directamente a cómo se sentían aquellos residentes que aún atesoraban la tradición ligada a la naturaleza, pero que no tenían respaldo profesional para ser reconocidos y valorados en el resto de la comunidad

Hoy una decena de personas son las que asisten regularmente a los encuentros que realizan en la sede que UPCN les facilita, bajo la coordinación del equipo que integran junto a Carmina la psicóloga Fernanda Laurín y los operadores en salud mental Brenda Ciganda y Hugo Painecura. Junto a ellos confirmaron que no sólo se trataba de costumbres que pasaron de boca en boca, de generación en generación, sino que esas plantas y semillas silvestres, que sobrevivieron en medio de la aridez, escondían tesoros genéticos y beneficios al alcance de la mano.

Foto: Gentileza.

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Para tener una referencia, Carmina contó por ejemplo, que las hojas del “trayao” ayudan a combatir la tos y el resfrío, al preparar una infusión con sus hojitas, combinadas con azúcar quemada. Para el catarro, también se usa la “malva rubia” y el tomillo. Los lavados con jarilla ayudan al cuidado de la piel, la caída del cabello, el combate de los hongos y los dolores musculares, aunque también se puede preparar un ungüento con caléndula o con paramela, que comparten los beneficios dermatológicos. “Con la parte blanca de la flor del ‘botón de oro’ se curan las picaduras, mientras que un té con esa planta baja la fiebre”, concluyó la profesional, por citar algunos ejemplos que se le vinieron a la memoria. 

La propuesta de rescate de los recursos genéticos comenzó a funcionar en el proyecto, primero de la mano del INTA Los Menucos, pero actualmente se sostiene desde el personal hospitalario, junto al área de Producción municipal. Llegaron a ese objetivo común gracias a ideas que traían desde 2019 y al contacto que había quedado con Carmina, después de experiencias previas de talleres en la Línea Sur y en el Alto Valle, más específicamente en Roca, donde ya se incentivaba el uso de plantas en APS (Atención Primaria de la Salud).

Foto: Gentileza.

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“Lo primero que hicimos fue acercarnos a un grupo de personas de la comunidad que sabíamos que tenían conocimiento de plantas”, contó la integrante de Servicio Social. A partir de allí y tras algunas reuniones, continuaron con las salidas de reconocimiento a cerros cercanos al ejido urbano de la localidad, para que cada uno contara para qué usaba cada arbusto, mientras los representantes del INTA aportaron los datos específicos de cada uno y se juntaron muestras, con pedido de permiso a la tierra primero, para armar un herbario

De esos primeros pasos a esta segunda mitad del 2024, la labor creció en expectativa, gracias a la cesión, de parte de la comuna, de un espacio en el vivero municipal para un invernáculo y la siembra de una huerta medicinal, donde poder reproducir las especies más utilizadas, sin depredar la flora regional. 

Foto: Gentileza.

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Esta semana se preparaban para la jornada de intercambio de semillas y plantines que llevarán a cabo el jueves 15. Se habla de encuentro y no de charla, porque la intención es darle voz a aquellos que recibieron esta sabiduría desde la mirada de sus abuelos y hoy se suman a la tarea de difundirlo. “Lo que rescato es haber podido habilitar un espacio donde su conocimiento fuera válido (…) Entendemos a la naturaleza y al territorio también como parte de la salud. Todo el tiempo estamos hablando de que usamos plantas, bueno, ¿qué plantas?, ¿son de un lugar seguro? También hablamos del cuerpo, el autocuidado y las dolencias, para conocer qué plantas se pueden usar y cuáles no, porque tiene más de una propiedad y pueden ser contraproducentes. Eso le dio valor a la sabiduría de la comunidad, porque ellos lo usaban en su hogar, pero cuando tenían que venir al hospital no se animaban a compartirlo. Poder hablar de todo esto, sin ser criticados, era necesario”, concluyó Carmina.


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