Florencia Bravo, la primera delegada gremial de McDonald’s en Argentina que hace historia

La Justicia intimó a la casa de comidas rápidas de Neuquén por persecución laboral. Le dio plazo hasta el martes para que cese con el accionar discriminatorio.

La joven fue elegida delegada en marzo de 2023. Foto: Cecilia Maletti

Florencia Bravo hace ocho años que trabaja en McDonald’s. Hace seis que ya no come hamburguesas. Ni en su casa, ni en el trabajo. Pero, ese no es su dato distintivo. Si lo es que, con solo 28 años se convirtió en la primera delegada sindical de la multinacional McDonald’s de toda la Argentina.

Las elecciones se hicieron en el patio de comidas del Alto Comahue Shopping. Entre mesas con restos de comida, clientes que esperaban su pedido, el diez de marzo de 2023 y con solo diez votos Florencia hizo historia. “No lo podía creer, estaba muy contenta”, cuenta, “aunque desde ese día me hicieron la vida imposible”.

Florencia Bravo entró a McDonald’s el 26 de septiembre 2016, como muchos, fue su primer trabajo registrado. Tenía 20 años y había empezado a estudiar Seguridad e Higiene. “Me habían dicho que McDonald’s priorizaba los estudios”.

Como cualquiera que entra a esta multinacional, Florencia aprendió a trabajar en todos los puestos: caja, corredor, papas, parrilla, fritos, condimentados y hasta centro de postres. Al principio, con el fervor de lo nuevo, trabajó cuanta hora pudo. “Acá hora trabajada es hora pagada”, explica, “cuanto más podía trabajar mejor porque ganaba más”.

La primera sucursal en la que trabajó fue la del Shopping Alto Comahue. “Ahí una gerenta me tomó de punto y me hizo hacer tareas de descarga que solo hacían los varones: descargar las cajas de papas, de carne que pesaban muchísimo. Una chica de Recursos Humanos advirtió la situación y me trasladaron a la sucursal del Portal Patagonia Shopping. Ahí, como venía señalada de la sucursal anterior también tuve problemas. Me bajaron las horas de trabajo y me ponían horarios cuando yo no podía ir trabajar”.

Neuquén tiene cuatro locales de McDonald’s y en los próximos meses abrirá un quinto. “Son todos del mismo dueño”, explica la secretaria general del Sindicato de Trabajadores Pasteleros, Confiteros, Pizzeros, Heladeros y Alfajoreros de la Patagonia Argentina María Emilia Villar, “titular de Lykke S.A.”.

“Yo hablaba con Recursos Humanos, con mis jefes, con los gerentes, lo único que quería era trabajar, que me sumen horas”, recuerda Florencia, “hablaba con todo el mundo y nadie hacía nada”. Por eso, el día que vio a María Emilia Villar llegar al local le pidió hablar a solas.

En el patio del Portal Patagonia Shopping Florencia le dijo a María Emilia: “Necesito que hagamos algo. Necesito poder trabajar, no me dan horas, me dan las peores franjas, me están desgastando, quieren que me vaya”.

Florencia empezó a ser la voz de sus compañeros. “Yo veía que tomaban a chicos jóvenes, que no se quejaban. Así que empecé a protegerlos, exigiendo lo que dice el convenio, ni ropa nueva nos daban”.
Pero Florencia sentía que si bien era una de las pocas que reclamaba, que si bien era una de las empleadas más antiguas, la empresa no la escuchaba. “Tenemos que hacer algo más”, le insistió a la secretaria general, “no me dan bolilla”. Y su situación era cada vez peor: pocas horas de trabajo y en franjas inconvenientes.

“Ahí decidimos llamar a elecciones”, explica María Emilia, “sacamos la circular”. Florencia fue la única que se postuló. “Ese día fue particular”, sigue, “no dejaban salir a los chicos para que voten. No había gente para atender y los mandaban a limpiar hasta el azulejo más difícil del local, les sumaban horas para que no puedan ir a votar”.

Florencia cumplió con los requisitos y los pocos que pudieron votar, la eligieron. Así fue, como con solo diez votos, se convirtió en la primera delegada de McDonald’s de Argentina. Pero, desde ese día, su trabajo se convirtió en un calvario: “la cosa se puso peor”.

La empresa la refutó como delegada. “Empezó a tomar represalias y rechazó todas las cartas documentos que se le envió y comenzaron a reducir sus horas de trabajo”, detalló María Emilia.

En promedio un empleado trabaja entre 70 y 80 horas y cobra cerca de 400 mil pesos cada quince días. Desde que ganó, cuenta Florencia, lo máximo que cobró fue «160 mil pesos en una quincena, aunque al principio no llegaba ni a los 100 mil. Ellos buscan hacerte la vida imposible, se meten con tu salario para que te canses y te vayas a buscar otro trabajo”.

Pero, Florencia decidió quedarse. “Soy la única”, explica, “a la que le ponen horarios raros, para que no me encuentre con el resto de mis compañeros. O me dejan en un solo puesto, en la caja. Algo raro porque vamos rotando en los distintos puestos, pero a mi me dejaban ahí”.

Como la situación ya era crítica y McDonald’s no atendía los reclamos, el Sindicato recurrió a la Justicia. El resultado se supo el martes pasado.

A las 9 de la mañana a Florencia le sonó el teléfono. Del otro lado, excitada, exultante María Emilia: “¡Ganamos!”. “¿Qué?”, preguntó, “¿De qué me estás hablando?”.

Así fue que Florencia se enteró que la Justicia falló a su favor. El fallo dice que se logró demostrar que sufrió actos de discriminación por parte de la empresa. “De los recibos acompañados por la actora surge la cantidad de horas trabajadas en el período anterior a la elección a delegada superando las 100 horas mensuales hasta enero del 2023. También que a partir de febrero 2023 en adelante las horas de trabajo disminuyen notablemente al punto de realizar casi la mitad de sus horas de trabajo”.

El fallo también dice que quedó configurada la conducta discriminatoria denunciada por Florencia “consistente en la disminución de las horas de trabajo y en consecuencia el salario, ello fue una practica a modo de represalia por la representación sindical de la actora”. El fallo le impuso a la empresa que cese con el accionar discriminatorio y se abstenga de realizar algún tipo de conducta que implique represalia hacia la actora por su actividad gremial”. Se le impuso también que se le garantice la jornada que venía cumpliendo previa a la elección como delegada. Y le dio un plazo de cinco días para que cumpla la medida, “bajo apercibimiento de fijar astreintes si correspondiere”.

Florencia de McDonald’s ahora solo come ensaladas. Ya ni siquiera carne. Ese día se calzó la remera, el pantalón y la gorra con el logo. Infló el pecho, frente en alto y entró al local donde hace más de un año y medio ganó las elecciones que cambiarían su propia historia.


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