Financiación combinada: cómo una asociación civil consiguió más de 500 millones de pesos para pymes y cooperativas
Desde hace ya más de una década, Sumatoria conecta inversores conscientes y fondos públicos con emprendimientos con impacto social y/o ambiental positivo en Latinoamérica. Ya lleva colocados fondos en más de un centenar de proyectos que beneficiaron a casi medio millón de personas.
“Creemos que el futuro de millones de personas y del planeta depende de que innovemos en las finanzas, por eso conectamos inversores conscientes con instituciones, proyectos y empresas que impactan positivamente”, afirma Matías Kelly, director de Sumatoria. Esta asociación civil sin fines de lucro impulsa el desarrollo de las finanzas de impacto, entablando compromisos entre inversores filantrópicos y fondos públicos y proyectos, cooperativas o empresas para que puedan escalar su impacto y adoptar un modelo financiero sostenible.
Uno de sus objetivos es buscar impactar positivamente en la economía real, alcanzando transversalmente áreas culturales, sociales y ambientales mediante un esquema de financiamiento sostenible de organizaciones sociales y pymes.
“Lo que hacemos básicamente en Sumatoria es captar dinero o buscar dinero, o recibir dinero de inversores del mercado de capitales o de donantes y lo prestamos con una cualidad muy particular: valorando el impacto social o el impacto ambiental en la tasa de interés”, establece Kelly.
Ciclos de créditos fraternos
Kelly explica que los emprendedores que son financiados gracias a la ayuda de Sumatoria se comprometen a honrar las obligaciones financieras “pagando en tiempo y forma los vencimientos de la deuda solicitada de manera de permitir que los fondos disponibles continúen fluyendo y generando impacto positivo en otros que puedan necesitarlos”.
“Creemos en la fraternidad económica como camino hacia el desarrollo y la creación de una nueva economía. Estamos convencidos de que la cooperación es la clave del futuro de la humanidad”, asegura Kelly, también cofundador de la Asociación Civil Nuestras Huellas y del Espacio de Negocios Inclusivos (ENI) de la Universidad Di Tella, todas iniciativas que abordan temas como inclusión financiera, nueva economía, desarrollo social y finanzas sociales.
En esa línea, Kelly propone “mutar la actual lógica de competencia a una lógica de colaboración, usando tecnologías financieras que sean inclusivas y promuevan el encuentro entre seres humanos, dejando absolutamente de lado la especulación financiera de cualquier tipo”.
Financiamiento sostenible
“En Sumatoria apalancamos capital y otorgamos créditos accesibles, justos y sostenibles, a través de estrategias de financiación combinada, que logran volumen y a la vez tasas menores para iniciativas con impacto social o ambiental”, explica Kelly.
La financiación combinada es una tendencia mundial que permite aprovechar una tasa de interés baja pero con mucho volumen. “La donación tiene un límite. Entonces comenzamos a combinar: conseguimos de inversores el volumen que necesitamos pero bajamos la tasa con filantropía, con donaciones”, detalla el experto en finanzas.
“Esta tendencia se solapa con los retos que afrontan los financiadores convencionales del desarrollo: restricciones financieras significativas y una carencia de capacidad o conocimientos para identificar oportunidades (deal sourcing) o estructurar transacciones”, indica un estudio de la organización Ernst & Young. Justamente el equipo de Sumatoria identifica esas oportunidades y planifica las estructuras para que ambas partes se beneficien mutuamente.
Llevada al nivel de los Estados-Nación, la financiación combinada ofrece ventajas tanto a los inversores como a los países receptores y se diseña para apoyar el progreso hacia los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) marcados por las Naciones Unidas, tal como señala Javier Pereira en su trabajo de 2018 “Armonizar la financiación combinada con la eficacia del desarrollo: situación actual”.
Por ejemplo, el programa chileno de energía solar es una iniciativa conjunta puesta en marcha en 2013 mediante mecanismos de financiación combinada por el Gobierno chileno, la Unión Europea, el Gobierno alemán, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Clean Technology Fund (CTF) y el sector privado.
“La inversión filantrópica, junto a los fondos públicos permiten canalizar mayores volúmenes de capital privado hacia inversiones de alto impacto en el desarrollo sostenible”, agrega Kelly.
La participación de la filantropía y los fondos públicos disminuye el riesgo y las tareas para incluir financieramente a los prestatarios y cuantificar su impacto en la tasa de interés, detalla.
“Imaginate un sistema de doble entrada: por un lado, prestamos a proyectos, emprendimientos, cooperativas, ONG, empresas, que pueden pasar una evaluación de impacto social o una evaluación de impacto ambiental y también pueden pasar una evaluación de riesgo, es decir, tienen capacidad y voluntad de pago; por el otro lado, salimos al mercado de capitales a buscar inversores y fondos públicos, que mezclamos con filantropía, con donaciones. Entonces, hacer esa mezcla nos permite reducir el riesgo y mejorar las condiciones. Para graficar: salimos al mercado de capitales y nos prestan plata a una tasa del 100 %; nosotros sin embargo prestamos al 50 %, porque esa tasa de interés del 100 % es una tasa de mercado y nosotros queremos prestar a una tasa más baja. Ese diferencial lo hacemos con filantropía, con donaciones”, explica Kelly, quien se desempeñó como secretario de Economía Social en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Además, del 2013 al 2015 fue director de Ashoka Argentina, Uruguay y Paraguay, una organización global que promueve la cultura emprendedora y la innovación social.
“Así —amplía—damos acceso a quien en general no lo tiene o tiene acceso restringido y otorgamos créditos muy enfocados en cada uno de los proyectos a los cuales les prestamos. Por ejemplo, si una ONG necesita tres meses le damos crédito a tres meses, si no tiene garantía le damos sin garantía…”.
Valorar el impacto
Kelly destaca que “es posible e imprescindible saber cuánto contribuye cada empresa al bien común”. Precisa que “necesitamos invertir con estos indicadores en mente para poder financiar un futuro mejor. Una empresa se valora incluyendo su matriz de impacto, que indica cuáles son los resultados sociales y ambientales de su actividad”.
Para elegir a quiénes otorgarles créditos, Sumatoria hace una evaluación que, además del riesgo y el beneficio, considera variables de impacto.
“Cuando evaluamos si dar un crédito o no, nos preguntamos ¿qué es lo mejor para el bien común o qué es lo mejor para la inclusión? Cada uno de los créditos que otorgamos o cada uno de los paraguas conceptuales que abrimos se rigen por esos principios”, añade.
“En un sentido u otro, el impacto es mensurable. Es muy concreto. Es un área reforestada, son tales personas (con nombre y apellido) beneficiadas, es trabajo de calidad para tantas familias, es determinada cantidad de toneladas de un material reciclado o de emisiones de carbono compensadas”, enumera Kelly, según el proyecto a considerar.
E ilustra con un ejemplo: “Creamos un fondo en el Gran Chaco Americano. Para ello, observamos la región, buscamos emprendimientos y trabajamos en red para entender la importancia de abordar esa área. Ahora estamos lanzando un fondo de sistemas alimentarios sostenibles. Entonces consideramos todo lo que tiene que ver con la producción agroecológica, con la producción de alimentos sanos, con el desarrollo local. O tenemos otro fondo llamado COVIDA, que es para la recuperación económica o la reactivación económica pospandémica”.
“En Sumatoria creemos en un mundo en donde todas las personas pueden satisfacer sus necesidades y desplegar su potencial en armonía con el planeta. Trabajamos por una economía sostenible cuyo objetivo es el bien común y el desarrollo es distributivo y regenerativo”, añade.
Sumatoria invierte en tres grandes grupos: por un lado, instituciones que hacen inclusión financiera, que prestan microcréditos; por otro, en empresas con impacto, que tienen un propósito social o ambiental y el tercer grupo es la economía popular, que en la Argentina es el 50 % de la población económicamente activa, como, por ejemplo, cooperativas.
Pueden solicitar créditos de Sumatoria: asociaciones civiles, fundaciones, cooperativas, sociedades por acciones simplificada (SAS), sociedades anónimas (SA), sociedades de responsabilidad limitada (SRL), personas físicas y emprendedores relacionados con la inclusión financiera, la economía social, el agro y la ganadería sustentables, la alimentación saludable, la energía limpia y renovable, la economía circular, la conectividad, la educación e industrias creativas, la infraestructura sociourbana y viviendas sostenibles, el desarrollo local, la conservación, regeneración y servicios ecosistémicos.
Con un equipo de especialistas conformado por 13 personas, Sumatoria ya lleva colocados más de 500 millones de pesos en más de 120 proyectos que, a su vez, impactaron en más de 440.000 personas.
Según el Reporte de Impacto 2022, los fondos por 407.793.006 pesos se distribuyeron así:
– Inclusión financiera: 116.127.454 pesos.
– Economía social: $116.127.454 pesos.
– Empresa/Org. de impacto: 25.824.649 pesos.
– Agroecología, orgánicos y alimentación saludable: 65.826.604 pesos.
– Conservación/Regeneración/Servicios ecosistémicos: 7.634.694 pesos.
– Conectividad: 11.033.440 pesos.
– Economía circular: 61.670.741 pesos.
– Desarrollo local: 3.547.970 pesos.
Algunas de las más de 120 iniciativas que el año pasado recibieron financiación fueron las siguientes:
Recuperación de residuos
La Rañatela es una asociación mendocina con una red de oportunidades para muchas personas, especialmente con discapacidad, a quienes incluye laboralmente en la recuperación de residuos.
Corralón de materiales
Vivienda Digna trabaja en la construcción, mejoramiento y equipamiento de casas de familias de escasos recursos a través de un corralón social en el Gran Buenos Aires (te contamos más de esta organización en una de nuestras campañas del mes).
Alimentos saludables para comunidades de bajos ingresos
Nilus crea mercados de alimentos saludables y asequibles para las personas de bajos ingresos y proporciona una herramienta de gestión del rendimiento y de impacto social para las empresas. Opera en Argentina y México.
Reinserción de personas privadas de su libertad
La Cooperativa Visión Trabajo y Futuro (VTF), creada en Rafael Calzada, provincia de Buenos Aires, en 2014 con el apoyo de otras cooperativas conformadas por exconvictos, lanzó una unidad de servicios para feriantes como instrumento de inclusión laboral.
Kelly concluye: “Cada peso que ponemos en ampliar el acceso al crédito, la tecnología y la capacitación de estos agentes de cambio es un paso que nos acerca a una sociedad más justa, equitativa y sustentable”.
___
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.
Comentarios