¡Cada vez hay más ballenas con crías en Las Grutas! Enteráte que es la filopatría

La 'fidelidad al sitio de reproducción' es un rasgo que comparten muchos animales. En el caso de las francas, garantizará que cada vez se vean más cetáceos llenando de asombro a todos los que adoran las costas grutenses, y las playas de San Antonio Oeste y el Puerto SAE

«¡Cada vez son más!» Ésa es la frase que se repite en Las Grutas, el Puerto San Antonio Este y San Antonio Oeste desde que despuntó el frío y comenzaron a llegar las ballenas francas, que este año adelantaron su arrribo y, desde entonces, están posibilitando innumerables avistajes, tanto embarcados como costeros.

La buena noticia es que las que abundan son madres con sus crías, lo que marca además que este fenómeno irá en alza. ¿Por qué? Porque al igual que muchos mamíferos los cetáceos tienen un comportamiento que se llama «filopatría», que significa fidelidad al área de reproducción, por lo cual un ballenato que nació en estas costas volverá a reproducirse en ellas cuando alcance su madurez sexual. Es decir, una mayor tasa de nacimientos garantizará que, a lo largo del tiempo, se multipliquen los animales que regresarán al lugar, formando una cadena de pariciones que serán claves para aumentar la cantidad de ‘francas’ en la zona.

Una mamá y su ballenato. Cada vez se ven más en el Golfo San Matías


«Ese comportamiento está descripto para muchas especies que tienen rutas migratorias, como ocurre con las ballenas. Por ejemplo las aves y las tortugas marinas. Hay cosas que pasan de generación en generación. Aprenden los viajes migratorios, información cultural sobre los sitios que visitan para un mejor aprovechamiento de las áreas de alimentación, descanso, etc. Y esa línea materna, además, es muy importante entre madres e hijas. De hecho los investigadores que hicieron estudios genéticos de cetáceos en distintos puntos lo que descubrieron fue éso, que las diferentes áreas de cría difieren genéticamente, producto de esta fidelidad de sitio que es maternalmente dirigida» contó la bióloga marina Magdalena Arias.

Más allá de la excelente novedad, el tema no quedará ahí, porque la gran presencia de ‘mamás cetáceos’ también fomentará que este crecimiento poblacional se expanda a otras zonas, y que comiencen a verse cambios en la composición de los grupos que llegan a estas playas.

Ternura. Las ballenas francas adelantaron su arribo y hay muchas madres con sus crías


«La abundancia de madres con cría traerá comportamientos que son excepcionales para los que se ocupan de la explotación turística de su presencia, con los paseos de avistaje. Ocurre que las mamás son más previsibles, porque ellas tienen que permanecer más tiempo tras el parto para el cuidado y amamantamiento de su ballenato. Entonces, naturalmente, harán cosas que favorecerán esa actividad comercial. Por caso, se quedarán más en el área, por lo cual eso tenderá a alargar la temporada de avistaje, y tendrán un comportamiento más ‘costero’. Esto fomentará los avistajes desde tierra y hará que dar con ellas durante una navegación sea ‘fácil’. De hecho, ya está pasando» aseguró la experta.

«Desde que las leyes de resguardo y conservación de las ballenas comenzaron a implementarse la especie creció, y volvió a colonizar zonas como ésta, que una vez habitaron. En ese proceso primero se vieron muchos ejemplares solitarios, machos en su mayoría, que son los que tienen un comportamiento más ‘aventurero’, y salen a explorar sitios cercanos a sus lugares de distribución. En el caso de nuestro Golfo San Matías los individuos que comenzaron a llegar hace tiempo son los mismos que se veían en Chubut, en Península Valdés. Ahora, todo indicaría que la composición de esos grupos comenzará a variar, y que las que tendrán mayor presencia serán las madres con cría» indicó Arias.

Asombro. Eso genera la altísima presencia de ballenas con sus pequeños ballenatos

Paseos de avistaje


En la actualidad los paseos de avistaje embarcado se realizan, cada año, desde mediados de agosto hasta finales de octubre. Hay cinco empresas habilitadas para operar con botes semirrígidos que llevan un máximo de 10 tripulantes (que incluyen a un guía y al capitán de la nave). Parten desde el Puerto San Antonio Este o desde la tercera bajada de Las Grutas.

La imagen más buscada, por dos. La cola de una franca y su versión ‘mini’

Durante el resto del año los embarques siguen, pero se discontinúa la posibilidad de avistar ballenas.
Este año esos animales (que ingresan a la zona para reproducirse) comenzaron a verse mucho antes, por eso, aunque la temporada de avistaje no arrancó oficialmente, cada paseo que se realizó se vio coronado por la presencia de alguna de estas ‘gigantes‘. Esta semana se presume que se fijará la fecha formal para el lanzamiento de la actividad.

Los paseos que buscan avistar a la especie se realizan desde hace 12 años. Los estudios que se relizaron determinaron que los cetáceos tienen mucha receptividad a la actividad embarcada.
“Las francas tienen un umbral de exposición alto. Es decir, pueden ser avistadas, sin manifestar signos de estrés, hasta en un 40% de las horas de luz de una jornada. Actualmente, debido a la cantidad de embarcaciones y al número de paseos que se realizan la tasa de exposición que tienen en el Golfo San Matías es menor al 5%. Así que es grandísimo el potencial de crecimiento que posee este producto turístico” subrayó la bióloga Magdalena Arias.

Uno de los tantos registros de este fenómeno. El año pasado fotografiaron a una ballena embarazada, luego la captaron con su cría, y hasta registraron que se quedó más de 3 meses en el área, al cuidado de su ballenato

Al borde de extinguirse


Cabe recordar que la ballena franca austral estuvo al borde de la extinción. El primer registro de caza data de 1602. Los cazadores iban con pequeñas embarcaciones a remo y usaban arpones a mano para matarlas. Como son mansas y tranquilas podían acercarse sin sentirse amenazados. Cuando son capturadas, flotan. Esas características posibilitaron que fueran intensamente explotadas. En el siglo XVIII y el XIX, se fueron sumando las capturas por barcos de bandera estadounidense, británica, francesa y española en el Océano Atlántico Sudoccidental. Se las cazaba para obtener su grasa, que a su vez servía para el aceite que era el combustible utilizado en lámparas de iluminación, calefacción y cocina en Europa. Esos barcos, tras cazarlas, las procesaban ‘in situ’, dentro de la nave.

“Por suerte eso es pasado. Reitero, la población de la especie está creciendo porque funcionan las leyes de protección, y cesó la caza indiscriminada. Las capturas las dejaron al borde del exterminio. Al frenarse, la tasa de recuperación será cada vez mayor” cerró la científica.

Mamá y ballenato. Una escena que se repite


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