Fiestas de fin de año: un abrazo para las familias que están en duelo

La asociación Mariposas Blancas brindará un taller para personas que han perdido familiares.

«Somos católicos y toda la vida, inculcamos que la Navidad es un renacer. Pero es inevitable pensar en los que no están y en la Navidad como carente de sentido. Estoy incompleta. Tenes que tener una sonrisa en la cara que no es falsa, pero tampoco es auténtica». Mirta Lombardo, de 63 años, perdió a su hija Julieta cinco años atrás y a su esposo, el año pasado. Como ella, muchos otros piensan cómo encarar las fiestas de fin de año.

«Ya hice varios cursos de duelo y ayudan muchísimo porque muchas veces no se qué hacer. No tengo ganas de nada. Creo que juntarme con gente que está en mi misma situación me puede ayudar a seguir adelante«, explica esta mujer oriunda de Cipolletti que, este viernes, asistirá a la charla «Las Fiestas en duelo» que brindará la asociación Mariposas Blancas.

Asegura que sus hijos son «su sostén» aunque «cada uno tiene su vida y no los puedo arrastrar a mi angustia. Extraño horrores a mi hija. Tenía 32 años cuando falleció. Me imagino cómo sería ahora. También extraño a mi compañero durante 40 años».

El taller será este viernes a las 18 en el aula 17 de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue, en la calle Buenos Aires al 1.400. El objetivo es brindar herramientas respecto a qué decisiones tomar en relación a las fiesta de fin de año.

«Preferiría no pensar en las fiestas, pero tengo nietos. Ellos no tienen la culpa de quienes faltan. Estos cursos nos aportan herramientas, aunque en la práctica es difícil. Tenemos que llevar una velita por la luz y una foto de nuestros familiares», señala Mirta.

El grupo Mariposas Blancas surgió el 8 de marzo de 2022 como un grupo de autoayuda para superar el duelo. Alejandra Schouabs, de Chos Malal, fue quien tomó la iniciativa.

«Mi hijo tuvo un accidente. Un incendio se desencadenó en el tercer piso del edificio donde él vivía. Ahogado por el humo y desesperado por tomar aire ya que venía de una neumonía, se asomó por la ventana de la cocina de un décimo piso, pero se partió el zócalo y cayó», cuenta Schouabs.

El joven había regresado de Berlín hacía un mes y se había radicado en Neuquén.

«Siempre digo que el día en que Luis nació, me cambió la vida por completo y el día que murió, también. Es mi maestro. Cuando se muere, me empecé a preguntar para qué me había pasado esto. Una prueba tan dura de tanto dolor. Sentí que tenía que aprender algo grande», asegura.

Según Mirta, Luis la ayudó a entender el valor de la vida y de la familia. «Empecé a agradecer estar sana, la vida de mi nieta, de mis hijos, de mi mamá. Esa conciencia se la debo a él. Si no se hubiese muerto, no sé si hubiera hecho este proceso de transformación«, dice.

Cuando Schouabs cumplió 50 años, sus amigas le regalaron una bicicleta y volvió a pedalear. «Cada vez que salgo, me acompañan mariposas blancas. Es una señal de que su alma me acompaña y me protege», cuenta. Las señales se fueron incrementando y la mujer emprendió un curso de coaching ontológico.

«Cuando declaré mi misión al universo, declaré ser servicio para otras personas que transitaran ese dolor. Quise compartir mi camino, mi experiencia, pese a que todos los duelos son únicos, intransferibles», expresa.

El objetivo de los talleres que dicta una vez por mes es que la gente en proceso de duelo se conozca y se acompañe. El grupo se renueva constantemente.

En esta oportunidad, el foco del taller estará puesto en cómo afrontar las fiestas de fin de año. «Suelen ser un momento de alegría y reunión familiar. Pero lo cierto es que las familias en duelo están tristes. Muchas personas necesitan un espacio para encontrarse y no hay«, sostiene.

Considera que se trata de un momento para tomar decisiones en torno a cómo pasar las próximas fechas. «Intentar no estar solo es la recomendación. Si no tenés familia, buscar amigos. Comunicar que estamos tristes pero vamos a poner la mejor onda. La idea es hornar la vida de un ser amado y recordar cómo les gustaba pasarla a ellos. Mi hijo era super alegre y luminoso. Con ese espíritu, trato de ir por la vida», plantea.


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