Familias con hambre: de comedores a merenderos, la realidad en Neuquén, Bariloche, Gral. Roca y San Antonio

La ayuda no alcanza para contener la demanda, una realidad que se repite en Río Negro y Neuquén

La necesidad crece en la región. El plato de guiso diario escasea. Hoy los comedores son merenderos, que dan tazas de leche y pan por falta de ayuda del Estado /Foto: archivo, Matías Subat.

Familias enteras acuden a buscar el único alimento diario a comedores comunitarios, que se ven obligados a achicar sus raciones, para alargar una ayuda que no alcanza.

«Abrimos y al rato ya no tenemos comida para dar», contaron con desaliento los referentes de distintos espacios de Neuquén y Río Negro.

«La ayuda se acaba cada vez más rápido, y es más larga la hilera de gente que se queda sin su porción de guiso o su taza de leche con pan» se lamentaron los entrevistados. «Hay que bancarse el salir a decir que no. La gente se enoja o se angustia. Hay mucha desesperación» compartieron, apenados. «Hoy la mayoría brinda meriendas, porque sólo nos alcanza para la copa de leche y algún panificado».

En ese contexto reconocieron que salir a decir «No hay más» les duele como un golpe, y que para no pronunciar esa frase los que colaboran evitan estar a la hora del servicio, y optan por cocinar y aprontar las viandas.

Las cifras de la pobreza


Esta realidad se agrava día a día, y es el reflejo de los números que se conocieron el jueves a nivel nacional, que tuvieron un fuerte impacto en la región. En el primer semestre de la gestión de Javier Milei la pobreza llegó al 52,9%, mientras que en Neuquén saltó al 40,4% (la tercera más baja del país) y en Río Negro trepó al 56,7%, convirtiéndose en la más alta de la Patagonia.

«Nosotros lo vemos a diario. Esas cifras no hacen más que confirmarlo» se lamentó Gladys Aballay, en diálogo con Río Negro.

Para las viandas no alcanza. Muchos comedores hoy son sólo merenderos

Gladys es referente de Libres del Sur, una organización social que nuclea a varios comedores a lo largo de Neuquén. «Tras la pandemia la situación mejoró y de 50 comedores sólo habían quedado 30. Hoy volvieron a ser 50 y, en cada uno de ellos, desde la asunción de (Javier) Milei se sumaron dos familias completas que llegan para alimentarse. Porque ahora es así. Antes eran niños en edad escolar los que venían, pero ahora llegan familias enteras en busca de alimento. Acá reciben lo único que se llevarán a la boca a lo largo del día» informó, con tristeza.

«En Neuquén buscan ayuda alimentaria familias enteras»


«Actualmente estamos dando 3.000 viandas diarias, pero nada alcanza. Nación desde diciembre no asiste económicamente a los comedores. Y la reacción provincial es muy lenta. La gente se acerca en mayor cantidad, y pasan meses hasta que el Estado provincial entrega algo más de lo poco que brindaba, pero cuando eso llega ya no alcanza. Porque en comedores o merenderos estatales no reciben la demanda espontánea, y todas esas personas terminan viniendo a nosotros en busca de un plato de comida».

Con ese panorama la calidad de lo que se brinda no aporta una buena nutrición. «Nunca podemos tener una dieta planificada. Hay muchos niños malnutridos. Las que cocinan buscan hacer algo que llene y alcance. Siempre faltan verdura, lácteos, fruta…Propusimos armar un menú mejor balanceado pero son cosas que no se toman en cuenta, el Estado no escucha y hacemos lo que podemos con lo poco que recibimos» detalló.

De comedores a merenderos, por falta de alimentos


En Río Negro la situación no es mejor. La que comparte lo que se vive en Gral. Roca es Claudia Fernández, del comedor ‘Corazones Felices’, hoy re bautizado como ‘Angelitos’. «Tuvimos que convertirnos en merendero. Si nos alcanza, una o dos veces a la semana hacemos otro tipo de viandas. Pero generalmente no llegamos a comprar carne, pollo… entonces damos meriendas. Hacemos leche, que servimos junto a panes o tortas fritas. Si tenemos huevos, hacemos algo dulce» contó la mujer.

Leche y pan, o tortas fritas. No alcanza para mucho más en los espacios comunitarios

Hoy asisten a más de 50 familias, y tienen un grupo en el que avisan, por mensajes, cuándo está la merienda y cuándo se acabaron las raciones. «Lo armamos para evitar que las familias vinieran y se quedaran sin nada. Porque ahora llegan chicos y adultos. Los mismos pibes te dicen si pueden venir a comer algo sus papás o hermanos mayores» compartió Claudia, alarmada.

Bariloche y Roca, con altas demandas


Con respecto al Estado explicó qué «te ponen trabas todo el tiempo para no darte la ayuda. Los de la municipalidad de Gral. Roca nos aportan por mes sólo $30.000. Como somos varios espacios que estamos en red tratamos de juntar esos aportes y hacerlos rendir. Pero nos da para hacer una olla de leche, y algún pan o torta frita. Es muy triste» contó, con angustia.

En Bariloche la situación también es crítica. «En nuestro comedor asistimos a 60 familias, casi 220 personas. Pero tenemos que rechazar a muchos porque nos quedamos sin comida. Hay lista de espera, son 110 o 120 personas a las que tenemos que decirles que no, porque no llegamos» dijo Beatriz Curruhuinca.

Ahora dan una merienda, porque «desde que entró el nuevo presidente (por Javier Milei) nos sacaron la ayuda. Nos entregaban verdura, carne y cajas con alimentos no perecederos, pero eso no llega desde hace casi un año. El municipio, por su parte, no nos da nada. Y desarrollo social de Provincia, una vez al mes, aporta cinco cajitas de módulos, o $10.000 que nos nos alcanzan para nada».

Una demanda que crece. «Llegan familias enteras con hambre», dicen desde los comedores de la región

Se sostienen con donaciones, pero la realidad lo supera. «Para el día del niño quisimos hacer algo distinto, un festejo chiquito con algo dulce y la copa de leche. Vinieron familias enteras, y no pudimos rechazarlas. Se dio hasta dónde se pudo. ‘Hacía tanto que no comíamos algo rico’ nos decían. Es algo que te parte el alma» se entristeció la mujer.

Cada vez más familias en busca de ayuda en San Antonio


En San Antonio Oeste, en tanto, la demanda también es altísima. «Vienen a diario 80 chicos y 20 grandes. El comedor se nos llena tres veces. A veces no llegamos con las viandas, pero algo le damos al que viene a pedir, desesperado porque la familia está con hambre. Llegamos a hacer fideos u arroz para los que llegan cuándo ya se nos acabó lo del día» contó Marta Millache, que tiene un merendero en su casa.

En realidad Marta entrega un almuerzo y una pequeña ración. «Cada mes y medio la municipalidad aporta $135.000, y después tenemos algunas donaciones. Hay panaderías que nos dan facturas, o escuelas privadas que una vez al año hacen campañas y nos traen alimentos no perecederos. Pero la necesidad cada vez es mayor» se lamentó.

«Los políticos miran de lejos…hoy les dan más a los ricos que a los pobres. La gente nos golpea la puerta a cada rato, y ya no sabemos cómo ayudar» finalizó, angustiada.


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