Fabi ascendió y es la primera mujer en el máximo escalafón de la Policía de Río Negro
“Ahora las chicas tienen el camino hecho. La promoción de 1988 fue forjando ese camino. Fue una locomotora que rompió, y las pares vinieron por detrás”, recuerda.
Con 34 años en la fuerza, Adriana Fabi llegó a comisaria general y es la primera mujer en alcanzar la máxima escalafón en la Policía rionegrina. Actualmente, es directora de Toxicomanía y Leyes Especiales, integrando la Plana Mayor. Fue ascendida -este jueves será el acto formal- a la jerarquía superior, nunca lograda por una oficial rionegrina por su carrera aunque existe el antecedente de la comisaria general Rosalba Castillo por decreto en ocasión que fue nombrada subjefa policial.
La trayectoria de Fabi es un relato de lucha y tenacidad, con su alta cuota de esfuerzo. Toda su vida y familia ligada a la fuerza, también con un reciente desgarramiento con la muerte de su hijo Gabriel Mandagaray, ocurrida el año pasado en Bahía Creek cuando participaba de un curso policial.
Su marcha se inició en 1988 al integrar el primer grupo de mujeres que se formó como oficiales de la policía. “Ya había mujeres en la policía, pero en otros roles, no en conducción”. Entre sus compañeros estaba Osvaldo Tellería, hoy jefe de la Policía.
“En esa época, teníamos el secundario completo, pero no nos validaba para puestos de trabajo. La institución invitó a las mujeres. Nos inscribimos 50 mujeres y 19 superamos los dos años de formación. Teníamos la misma formación que el varón”, recordó Fabi.
“Ahora las chicas tienen el camino hecho. Esa promoción del ‘88 fue forjando ese camino. Fue una locomotora que rompió, y las pares vinieron por detrás”.
“La historia la escribo desde el diseño. Desde romper y trazar el camino”, dijo en la previa, palpitando lo que seguramente será uno de los momentos más emotivos de su vida. “No quiero retirarme sin dejar una semilla en la gente. En los jóvenes y en los pares”, reflexionó.
Recordó que el inicio como oficial ayudante no fue sencillo. “Comenzamos y trabajamos con pares más jóvenes y otros de muchos años de servicio que les costó entendernos y recibirnos. Pero ya estábamos ahí, insertadas en las comisarías, abriéndonos paso”, contó.
Poco a poco, la carrera se completó con la familia, con el oficial Antonio Mandagaray, que llegó a comisario general y se retiró el año pasado.
Fabi recuerda que “hubo que organizarse. Con el tiempo esa promoción del ‘88 empezó a desgranarse, porque surgieron diferentes situaciones familiares y no todas fuimos tratadas igual. Muchas decidieron dejar la policía. Continuamos muy poquitas”, admitió.
La mujer ha ganado sus derechos en la institución»
Adriana Fabi-Comisaria General
Quienes continuaron “se convirtieron en las primeras oficiales femeninas jefas de unidades”. Ella llegó a la conducción de establecimientos de formación en Bariloche y Villa Regina: “Eso me nutrió mucho porque me hizo recordar mis inicios”, con “chicos y chicas con esas expectativas”.
“El oficial tiene que conducir. No es solo mandar. Y para eso nos preparamos. No se trata de ser varón o mujer, hay que preparase y tener vocación. Elegimos un servicio público para toda la gente. Estar aprestos al llamado y a la urgencia, me apasionó siempre”, relató.
Debutó como jefa de una Unidad Regional en Cipolletti. Esa experiencia “me encantó” porque “es una ciudad hermosa, con mucho ritmo y mucha demanda”.
La sociedad se modificó mucho desde aquellos años 80. “El tejido social se empezó a disgregar. Ya no hay lugares de contención para los más jóvenes”. La mujer “está al abrigo, al abrazo; no está solamente para la oficina, está para la parte operativa”.
“Ahora las chicas tienen el camino hecho. Pero esa promoción del ‘88 fue forjando este camino. Fue una locomotora que rompió, y las pares vinieron por detrás. La mujer ha ganado sus derechos en la institución”, sostuvo.
Aseguró que la única diferencia dentro de la fuerza “es la responsabilidad que tiene cada uno por el cargo que ocupa, después el trabajo es el mismo, seas hombre o mujer: brindar seguridad y estar disponible por el otro”.
“Yo quiero que mi vida sea un testimonio legítimo. Esto está pensado para la mujer, que no tengan los tabúes de que esta fuerza es para el varón solamente”, aseveró.
“En los momentos que me sentí débil o cansada, recordaba mi meta de llegar a comisario general. Trabajaba en eso. Me preparaba con formación. Nunca dejé nada al azar ni a la improvisación. Hay una meta, un logro. Una familia aplaudiendo. Un papá lleno de orgullo, que allá en el ‘88 me firmó la autorización para ingresar a la fuerza. Le prometí llevar el apellido muy alto, y acá estoy”, recordó emocionada, sin poder ocultar las lágrimas.
Dejó un mensaje final, para aquellas mujeres que estén analizando sumarse a la fuerza: “Que se atrevan, que se preparen. Nadie les va a cerrar las puertas. Cuando la convicción está en el corazón las piernas llegan a la meta. Pero la convicción tiene que estar en el corazón”.
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