Evaluar
Si bien es una palabra que cada día está más en cuestionamiento, es complejo salir de ella. Evaluación. Aquí una de las definiciones: “Atribución o determinación del valor de algo o de alguien”. A primera vista suena fuerte.
Qué escribimos, qué leemos…
¿Cómo se puede dar valor a alguien? Podemos coincidir que es subjetivo. Sin embargo, al pensar en los procesos de aprendizaje, podríamos considerarlos necesarios.
Pienso entonces en dónde radica esta confusión que se genera entre lo necesario y desagradable. Una vez más mi mente y reflexión me lleva al cómo y no al qué.
A lo largo del tiempo descubro que la evaluación está presente en cada instante. No es necesario estar atravesando procesos de formación formal. En un intento de ser didáctica, comento que está presente en mí y también en cada uno de aquellos que me rodean. Conscientemente o no.
Observamos y colocamos atributos negativos o positivos en casi todo. La forma de vestir, propia o ajena. Cómo se conduce, habla, ríe, enseña, aprende, cómo se relaciona con los demás, e infinidad de etcétera.
Vos, yo, protagonistas de una novela
Hace un tiempo comencé a hacer un juego conmigo misma (por favor no dejen de leer, no enloquecí. Jugar es parte de la vida). Se trata de escuchar en mis verbalizaciones cuántas veces digo “mal” o “bien”. La regla consiste sólo en escucharme, sin juzgarme. Puede ser ante cualquier instancia o situación. Me sorprendí y sorprendo. Son muchas más de las que me imaginé y por supuesto, quisiera. (no juzgarme creo es la parte más difícil)
Lo digo no sólo para evaluar una situación, es parte de mi vocabulario habitual para muchas cosas.
Por otra parte, observo que necesito una devolución a una evaluación cotidiana: ¿“les gusta la comida”?
Si bien es cierto que a medida que pasan los años necesito menos devoluciones evaluativas, confiando en mi proceso, tomo con agrado una critica constructiva que me ayude a cuestionar una acción o pensamiento. La mirada del otro me ofrece la posibilidad de crecer. Claro, esto implica de mi parte un ejercicio de escucha, tolerar la frustración y la conciencia que puedo tomar la opinión del otro y sumarla a la mía. Cuando eso sucede, agradezco esa mirada que lo hizo posible, que abrió la puerta para que me frustre.
Lo escribo y pienso todo el ejercicio que me llevó escribir esas palabras. Porque ahora puedo reconocer cuando la crítica es con afecto y cuando no. En la actualidad me despierta una sonrisa, ya que los años me enseñaron a detectar la diferencia. Tiempo atrás me amargaba y creía que nunca podía mejorar.
La diferencia existió en cómo me marcaron los errores o supuestos errores.
Esa es la forma que intento todos los días incorporar para mi vida y hacia los demás. Enseñar y compartir mostrando las fortalezas de los otros y los procesos logrados ya que estamos acostumbrados a basarnos en el error.
Soy lo que soy
Si tenemos huellas digitales todas diferentes, es lógico pensar que podemos aprender y vivir de esa misma forma. En un mundo comercial que necesita etiquetar, tal vez el desafío sea, humanizarnos.
Lic. Laura Collavini
Psicopedagoga.
laucollavini@gmail.com
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