Estudiantes de Bariloche lograron el «oro» en las Olimpíadas Federales de Programación y Robótica
Julia Acuña, Matilda Suriani y Alma Muñoz Raffo, de séptimo grado del colegio Don Bosco, y Tomás Berreaute, Alan Londra Garate y Micaela Monti Rechencq, de sexto año del colegio Los Andes, lograron el primer puesto entre 200 equipos de todo el país.
Dos colegios de Bariloche se llevaron el primer puesto en las Olimpíadas Federales de Programación y Robótica que se llevó a cabo en la Facultad de Informática de la Universidad Abierta Interamericana en Buenos Aires.
Julia Acuña, Matilda Suriani y Alma Muñoz Raffo, de séptimo grado del colegio Don Bosco, participaron en la categoría «Programación de Videojuegos», al igual que Tomás Berreaute, Alan Londra Garate y Micaela Monti Rechencq, de sexto año del colegio Los Andes, que se sumaron a la competencia como alumnos del secundario.
Otro equipo compuesto por Emilio Huenchual, Nikolay Marcel y Matías Cuñado, de quinto año de Los Andes, se llevó el quinto puesto.
Las Olimpíadas Federales tenían cuatro categorías: programación de videojuegos y robótica para nivel primario y secundario. Participaron alrededor de 200 equipos de todo el país, pero solo 5 llegaron a la instancia final. Tres equipos de Bariloche sobresalieron.
Las primeras instancias fueron virtuales. «Nos mandaron una primera consigna por mail en septiembre para programar un videojuego. Yo como profesor hago participar a todos y el que quiere, se presenta a las Olimpíadas. En este caso, el requisito era que el videojuego tuviera una impronta ecológica, de cuidado del medio ambiente. Las chicas elaboraron uno sobre Bariloche», explicó Pablo Chiesa, profesor del Taller de Programación del colegio Don Bosco.
En octubre, recibieron una segunda consigna vinculada al cuidado del agua. En esta ocasión, las estudiantes se enfocaron en el lago Nahuel Huapi y la contaminación, a través de un videojuego. El plazo para programarlo fue de dos semanas.
«En la final les dieron una consigna extra para agregar a ese último videojuego. Debían resolverlo sin ayuda en 3 horas. Y ganaron. Estoy muy orgulloso, se supieron complementar como equipo y se superaron«, reconoció Chiesa.
Matilda, de 13 años, no salía de su asombro de haber recibido el primer puesto: «Fue una experiencia divertida, desde que salimos para Buenos Aires en avión. Nos encantó esto de poder elegir el grupo porque somos mejores amigas y el profe es copado. La universidad es re linda y estoy pensando en estudiar algo que tenga que ver con las ciencias, por el lado de la tecnología, la física y la astronomía», señaló.
Y agregó: «Quisimos enseñar sobre Bariloche, el lugar a donde crecimos. El primer videojuego fue algo más turístico con transporte sustentable; para el segundo, nos inspiramos en el lago Nahuel Huapi».
Julia, de 12 años, se definió como una apasionada del diseño y en eso se centró en el trabajo. Recordó los nervios que la invadieron a medida que el jurado daba a conocer a los ganadores. «Iban diciendo del quinto al primer puesto y no aparecíamos ni quintas, ni cuartas, ni terceras… Yo personalmente me emocioné mucho y lloró. Sabíamos que nuestro juego lo valía, pero los demás equipos hicieron muy buenas presentaciones«, confió.
Los secundarios también sobresalieron
No bien se conoció la convocatoria para la Olimpiada Federal de Informática y Robótica, la escuela Los Andes trasladó la propuesta a los estudiantes y cinco grupos se mostraron interesados para participar. Es la primera vez que se suman al desafío nacional.
«La consigna era construir un videojuego basado en la concientizacion ambiental para niños de jardín de infantes y primer o segundo grado. En ese juego debían construir y programar diversos personajes que recogen basura y arrojarla en los tachos de basura correspondientes, según su tipo», detalló Rodrigo Vargas, profesor de Informática del colegio Los Andes.
En cada ronda, se sumaba una consigna para complejizar el videojuego. «Ambos equipos completaron las tareas realizando un enfoque colaborativo, dividiendo tareas de acuerdo a sus fortalezas. Como eran grupos de tres integrantes, uno generalmente se encargaba más de la parte artística y gráfica; otro de programar los comportamientos y el último de integrar los elementos para que el software funcione correctamente«, puntualizó.
Aclaró que los estudiantes «hicieron un gran de trabajo de investigación ya que si bien la escuela trabaja mucho en programación, no lo hace con un enfoque en vídeojuegos. Aún así todos los grupos investigaron y trabajaron muchísimo a contraturno en sus hogares e intentando que la competencia no interfiera con el resto de sus actividades escolares«.
Vargas advirtió que, desde el colegio, se intentó «estimular la experiencia de participar en un evento que haga salir de la ‘zona de confort’ a los estudiantes y que, a su vez, les permita medirse en cuanto a sus capacidades de programación».
Al consultarle por qué decidió participar, Tomás, de sexto año, indicó: «Estaba buscando un motivo para experimentar la parte ‘social’ del trabajo de programación y sus aspectos colaborativos. Ademas, me gustó la idea de desarrollar con amigos un desafío que permita poner a prueba mis conocimientos de programación«.
Por otro lado, Matías, de quinto año, admitió que siempre «disfrutó de los desafíos de la lógica. La escuela también me inculcó un gusto por la programación. Cuando el profesor nos propuso participar de una competición de informática no dudé en anotarme. Al menos, para probar».
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