Espectaculares fotos del trabajo científico en la Antártida Argentina: un día en el frío continente

La labor de biólogos que pasan sus días investigando en lo más austral del globo. Este mes empiezan a llegar más científicos y para el verano son 50 en la base.

A la distancia no se ven, pero están ahi. Pisando continente antártico, haciendo patria y plantando soberanía. Son científicos del país que dedican su vida en soledad a la investigación, para hacer futuro.  

Mientras de este lado del mundo brota la primavera, en la Antártida Argentina la nieve los tapa, el lugar que es su hogar hace nueve meses. Dia a día mantienen una rigurosa rutina de trabajo que solo puede variar con el clima.  

Vista general y el tamaño de la base Carlini. «El lugar al que llamamos hogar hace meses», dijeron.

Salen a expedicionar, a tomar muestras, caminan kilómetros, cultivan la paciencia. Navegan y se encuentran con las criaturas marinas más tiernas y sorprendentes del mundo.  

Ejemplar de un pequeño elefante marino. Foto: María Luss Salatino.
Foca leopardo descansando sobre un bandejón de hielo marino. Foto: María Luss Salatino.
Adorables pingüinos de barbijo durante el verano antártico. Foto: María Luss Salatino.

Luss Salatino es de Santiago del Estero. Es biologa marina recibida de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) y ofició de embajadora para Diario RIO NEGRO. Acercó un poco de su rutina y lo que ven sus ojos día a día, en imágenes tomadas por ella y sus colegas en la base Carlini.  

Biólogas invernantes realizando muestreo sobre macroalgas en el intermareal. Foto: Enzo Pereyra.

En esta época, el día empieza a las 7 y termina pasadas las 20. Son solo un par de personas. Empiezan con un desayuno a las 7:30 en la casa principal, donde se realizan las actividades comunes. A las 8 hacen la reunión de coordinación, a partir del cual los encargados explican las actividades que van a realizar cada jornada.

Amanecer de colores junto al glaciar Fourcade y el nunatak “Yamaná”. Foto: María Luss Salatino.

Si las condiciones clímaticas acompañan -si no hay viento o no está nevando en cantidad- abordan las embarcaciones y salen a navegar con los buzos antárticos. Ellos bucean mientras las científicas toman muestras y hacen mediciones ambientales y oceanográficas. Además, realizan ascensos costeros de los mamíferos marinos y petreles gigantes. Hacen caminatas. Luego procesan muestras en laboratorio.  

Icebergs que adornan los paisajes de una manera admirable. Foto: María Luss Salatino.
Cuando hay nevadas intensas se puede apreciar «el desierto blanco»: una belleza infinita.
Censo de mamíferos marinos durante el invierno La carismática Foca de Weddell y una colonia de pingüinos papúa. Foto: Mauro Sánchez.

Otra historia es si hay malas condiciones climáticas: abocan el tiempo en las tareas internas: descargar datos recolectados en campo, arman planillas para enviar a sus responsables.

A las 13.30 almuerzan y luego finaliza el horario laboral, aunque siempre hay pendientes en laboratorio. Con el inicio de la primavera, las rutinas se alargan un poco y terminan a las 17. A las 20 es el horario de cena y luego cada quien aprovecha para descansar o mirar alguna película. 

Biólogas invernantes en censo costeros de mamíferos marinos. Recorren 7 kilómetros con elefantes, lobos y focas. Foto: Micaela Presti.

“Los días varían un montón. Dependemos mucho de las condiciones. Hay días que no se puede salir por las alertas por vientos”, contó Luss.

Crudo invierno: en verano llegan refuerzos


El invierno es lo más crudo. En la base Carlini, una de las principales de Argentina, de junio a septiembre son solo dos científicas. La gran masa empieza a llegar este mes. “En verano llegan once científicos, que estamos esperando estos meses antes de diciembre”, contó Luss.  

Foca de Weddell. Foto: María Luss Salatino.
Caminata costera durante el invierno rumbo a un refugio en pleno censo de mamíferos marinos. Foto: María Luss Salatino.

En el verano –diciembre a marzo- llegan a ser alrededor de 50 investigadores de Buenos Aires, Córdoba, Tierra del Fuego, además del personal militar. Los que llegan, trabajan para instituciones que tienen convenio con el Instituto Antártico Argentino y se acoplan algunos extranjeros.

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