Escuela técnica solidaria: una red se activó en Junín para que Irene viva con dignidad

Una treintena de estudiantes de 3° Año de la Escuela de Educación Técnica N° 4 de Junín de los Andes encaró un nuevo proyecto solidario, para aplicar los conocimientos que adquirieron en su trayectoria por el Nivel Medio.

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Irene Painefilú es la flamante beneficiaria de la labor de estos jóvenes, que desinteresadamente están realizando toda la instalación eléctrica en la vivienda que la ONG “Amulen” (taller productivo) logró construirle con los fondos recaudados, para brindarle una mejor calidad de vida. Esta pobladora, de 65 años, se las ingenia a pesar de sus dificultades motrices y un delicado estado de salud.

Esas mismas afecciones hicieron que los adolescentes completaran la primera semana de trabajo sin conocer a la destinataria de su proyecto, ya que por estos días, se encuentra internada en el Hospital local. Por eso, ansiosos ya buscaban la manera de poder acercarse a visitarla en el nosocomio, para que el tratamiento no impida que ella pueda ver lo que se está desarrollando en su futuro hogar, el que habitará sobre calle Coirones, gracias al apoyo de sus vecinos. Se sabe que antes vivía en otro sitio de la localidad en condiciones mucho más complejas y por eso cobra tanto sentido la intención de ayudarla.

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“Nos enteramos de esto por intermedio de la Municipalidad, a través del área social”, contó Roberto González, actual jefe de Taller. Constatada la situación de Irene y sus dificultades para afrontar gastos de este tipo, se hizo una primera visita para el relevamiento de lo necesario, siguieron con el cómputo de materiales, “y cuando Gestión Social compró todo, nos avisaron”, completó el docente.

Dentro de esta red que se activó para que avance la propuesta, el Distrito Escolar puso el transporte, por la distancia que separa la casa del colegio (más de tres kilómetros), se presentó el proyecto en Supervisión, ellos lo mandaron a la Dirección de Técnica, en Neuquén capital donde se lo aprobó, y desde allí solo restó poner manos a la obra.

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Junto a los alumnos, asisten al lugar docentes a cargo de la sección Taller, directivos y preceptores, que los asistentes y garantizan el refrigerio, mientras los adolescentes trabajan con palas, cables y amoladoras, con el esfuerzo y los cálculos necesarios. Para cada salida todos vienen preparados, con las herramientas accesorios de seguridad y hasta la cobertura de un seguro por cualquier contingencia.

“Calculamos que en una semana o una semana y media va a estar terminado”, estimó Roberto. Desde la empatía y la conciencia social, esperan que una vez más quede a la vista todo lo bueno que educación pública puede brindar a la comunidad cuando se unen las voluntades.

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“El sentido social nos hace sentirnos parte del problema y de la solución, queremos mostrar que la escuela pública tiene muchísimo para dar, desde la enseñanza «situada», con una mirada de solidaridad que intentamos transmitirle a los chicos. Todos tenemos el derecho de vivir bien, con las necesidades básicas satisfechas, hoy por hoy esto que podemos hacer en la casa de Irene lleva un mensaje muy fuerte, el de ponernos en el lugar del otro. Había chicos que no conocían el barrio, que no habían entrado nunca y gracias a esto pueden conocer lo que se vive en distintas realidades”, concluyó el profesor.

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