Es de Neuquén y batió un récord en el Canal de Beagle: «Nadar se convirtió en mi cable a tierra»
Mayra Castro cruzó el canal junto a 33 nadadores para conmemorar los 40 años del Tratado de Paz entre Argentina y Chile.
Desde el primer chapuzón, el agua helada del Canal Beagle le cortó la respiración. Mayra había llegado desde Neuquén a la punta del fin del mundo para nadar en aguas abiertas en homenaje al tratado de paz entre Argentina y Chile. Era una valletana que había comenzado a nadar hace solo cuatro años. Sin embargo, cada brazada fue un paso más en su carrera. Cuando tocó tierra luego de cruzar el canal, sintió el orgullo no solo de haber representado a su país en un evento tan importante, sino de haber batido un récord junto a su equipo. «Nadar se convirtió en mi cable a tierra».
Cuando Mayra se adentró en aguas abiertas, jamás imaginó que terminaría haciendo historia. Aprendió a nadar de chica, pero hizo un standby en la adolescencia hasta el 2020, cuando la pandemia la obligo a buscar un nuevo hobbie.
Ella nació en Río Gallegos, pero hace siete años vive en Neuquén y se considera neuquina por adopción. Fue así que los ríos y lagos de la provincia la cautivaron. «No tenía idea que existía todo eso y me animé a innovar«, relata.
Probando distintas corrientes y temperaturas, en 2023 se encontró con las aguas frías, una pasión que la llevó a participar del Sudamericano y salir subcampeona. La nadadora dice que se anotó «de caradura», sin embargo, en el fondo sabe que cada objetivo que se propone, lo cumple. Siempre con su compañera, la disciplina.
La neuquina señala que esa victoria, que en realidad es la recompensa de haber cumplido ese objetivo, la motivó a buscar una nueva aventura que al final llegó por sorpresa. La agrupación Nadando Argentina, una asociación que fomenta a los nadadores amateurs a cumplir desafíos, lanzó la convocatoria para cruzar el canal de Beagle en conmemoración por los 40 años del Tratado de Paz entre Argentina y Chile.
«Iba a haber aproximadamente 30 personas y me llamaron para confirmarme que había quedado», relata. Mayra solo tenía un mes para prepararse.
La temperatura del agua en el fin del mundo ronda entre los cinco y los siete grados, y las aguas más frías que había tocado Mayra se acercaban a los ocho. «Uno piensa que es solo un grado menos, pero para los que vivimos en el agua se siente muchísimo esa diferencia«, expresa sobre su experiencia.
Sin dudarlo agarró su mochila y emprendió viaje a la cordillera neuquina, donde se dedicaría a entrenar en aguas frías para este desafío. Luego llegó a Chubut, donde encontró el agua helada que necesitaba: “Llegué a siete grados y medio, y eso me dio confianza. Ya sabía lo que se sentía”.
El evento era el 30 de noviembre y con su equipo llegó un día antes para prepararse. Es que, según cuenta, esta actividad conlleva un gran despliegue de personas, embarcaciones y seguridad. Los equipos iban a cruzar el canal de Beagle, un estrecho de alrededor de 10 kilómetros, nadando y sin traje de neopreno.
Así fue que los organizadores le mencionaron que existía la posibilidad de romper un récord. «Había gente que cruzó el canal, pero todos nadaron con traje de neopreno. Para cumplir este récord teníamos que hacerlo sin traje», detalla la nadadora.
Durante esa aventura se olvidó del récord y su objetivo fue siempre disfrutar y representar a su país. Los 34 participantes se dividieron en grupos según los tiempos de cada uno al nadar. Ella estaba en el segundo grupo, de 100 metros en un minuto y 45 segundos.
El día del cruce, el Canal de Beagle se presentaba imponente. “Había una embarcación grande con fotógrafos, prensa y personal médico». Mientras todo se acomodaba, la preocupación por la temperatura del agua era lo único en lo que pensaba Mayra. Hasta que se tiró.
Segundos antes dudo si lo hacía de cabeza o palito, pero sentía que la primera opción sería la mejor. «Voy de cabeza y con el envión. Para adelante siempre», fue lo que pensó. En un instante, casi sin querer, su cuerpo estaba ejecutando la primera brazada.
Cada nadador iba acompañado por un kayak, que era su guía. «Eran nuestros ojos en el agua», es que las corrientes eran impredecibles y a veces debían retroceder para luego avanzar.
Los nadadores no podían nadar más de siete minutos seguidos, para evitar la hipotermia. «Nos tocaban el silbato y el siguiente nadador tenía que tirarse al agua inmediatamente”. Así se fueron turnando.
Mayra nadó dos veces. La primera fue relativamente tranquila, pero la segunda fue un desafío titánico. “Las olas eran enormes, sentía que retrocedía. Cuando quise volver a la embarcación, me tiraron una soga tres veces antes de que la pueda agarrar».
En el camino, cuando ya habían logrado nueve kilómetros, los organizadores les recordaron la posibilidad de romper la marca. Lo lograrían si se animaban a nadar un poco más.
“Cuando nos dijeron que podíamos hacer historia, todos nos pusimos de acuerdo: ‘Vamos por esos dos kilómetros más«. Finalmente, completaron 11 kilómetros y lograron el récord de ser el grupo en cruzar el Canal de Beagle sin traje de neopreno.
Los 34 nadadores habían llegado desde distintas provincias y ciudades. Algunos de Calafate, Río Gallegos, Buenos Aires, Neuquén y más. Mayra asegura que ni se conocían los nombres. Sin embargo, se unieron para cumplir un objetivo y lo lograron.
La mujer que retomó su vínculo con el nado hace solo cuatro años consiguió un logro histórico. «Es un montón para mí. No sé cómo explicarlo, pero siento que nadar se convirtió en mi cable a tierra, me hace bien”.
El orgullo y la motivación que experimenta Mayra al nadar parecen ir más allá de lo personal. No es solo el logro de cruzar el Canal de Beagle o de participar en competencias, sino lo que la nadadora generó en otros. «En mi trabajo, por ejemplo, hicieron un video homenaje para motivar a la gente, y ahora tengo compañeros empezaron a hacer actividad física. Ver cómo algo que yo hago inspira a otros es lo más lindo”.
Desde que volvió, Mayra se dedica a entrenar y planificar nuevos desafíos. “Ya tengo mi agenda llena hasta marzo. Estoy súper motivada, con ganas de entrenar el doble, de ver qué más puedo lograr».
Mayra enfrenta cada día como si fuera único, con una energía imparable. “Me levanto a las cinco de la mañana para sacar a mi perro, trotar y entrenar. La disciplina es lo que me permitió llegar hasta acá», expresa. Así, la nadadora se proyecta hacia el futuro con la misma pasión con la que ha enfrentado las aguas heladas.
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