Entre víboras y rayas, tres amigos de Bariloche bajaron el Pilcomayo en un kayak: “Fue muy divertido”

Nicolás Cantini practica escalada, es guía de kayak e instructor de windgfoil en Bariloche. En su tiempo libre, encabeza expediciones que nadie se ha atrevido a realizar. En esta oportunidad, lo hizo en Bolivia.

«Sin incertidumbre no hay aventura al 100%«. Bajo ese lema, le bastó no haber encontrado ningún registro de aventureros en la web para tomar la decisión de encarar el tramo. Después de analizar los posibles riesgos y complicaciones, Nicolás Cantini desde Bariloche emprendió el desafío de bajar el Pilcomayo Alto, un río de montaña que atraviesa Bolivia, Argentina y Paraguay.

«Llevo muchas expediciones y viajes a lo largo de Sudamérica. Nos movemos haciendo viajes en kayak o packraft -botes inflables- ya sea en el sur de Argentina o Chile. Pero gracias a mi historia de vida, por el trabajo de mi viejo, viví en toda Argentina y me encanta la selva tropical», planteó este rosarino de 45 años que se radicó en Bariloche hace casi tres décadas, donde practica escalada, es guía de kayak e instructor de windgfoil, un nuevo deporte a vela sobre una tabla en agua.

En este caso, Nicolás decidió bajar el Pilcomayo Alto, junto a Luciano Marpegan y Yamil Hechem. Cada uno, en su propia embarcación. «El río nace en el Altiplano Boliviano, en la cordillera, y baja al bioma del Chaco, atravesando la yunga, una selva medio subtropical. El río atraviesa esta formación geológica encañonada, una zona de mucha roca y con valles muy profundos. No tiene meandros, como el río Paraná o Uruguay», describió.

Eligió uno de los tramos poco conocidos, con el fuerte atractivo de los rápidos que atraviesa una zona casi inaccesible. «Años atrás navegué la cuenca del Bermejo, un río hermano, paralelo que arranca en el altiplano y tiene 100 kilómetros de este tipo de geografía. Es un río con meandros sin dificultad técnica, a diferencia del Pilcomayo«, resumió Nicolás.

Con las packraft, el grupo se centró en planificar un «viaje ultra liviano» que llevaría 10 días en el río. Nada podía quedar librado al azar porque, durante la travesía, no tenían forma de pedir ayuda.

«El riesgo es grande cuando uno baja el río sin información respecto a la dificultad, porque puede haber algún rápido muy peligroso. El riesgo es que el río esté encañonado, cerrado. Pero no era lo que me inquietaba del todo: sí los bichos y encontrarse alguna persona no muy amigable en el río», advirtió y mencionó que, en el Amazonas, le tocó atravesar «una cocina de cocaína en medio de la nada. En la naturaleza, algo puede salir mal, pero aprendemos a movernos. Atahualpa decía que le encantaban los lugares donde las espinas lastiman sin disimular. Cuando hay gente no sabés qué puede pasar».

Los tres deportistas volaron entonces a Salta con apenas una mochila que contenía los botes desinflados y comida liofilizada nutritiva para los días restantes. «No podíamos llevar nada más en la embarcación. Llegamos al pueblo y nos metimos al río Pilaya del que no había nada de información. No fue fácil, era cero turístico y encima Bolivia había sufrido un intento de golpe de Estado. Había mucho ejército en las calles» contó Nicolás.

Nicolás decidió bajar el Pilcomayo Alto, junto a Luciano Marpegan y Yamil Hechem. Foto: gentileza

Si bien el clima fue benévolo por las temperaturas elevadas, abundaban «los bichos»: «Había que protegerse de los mosquitos, las víboras y las rayas».

Diez días de navegación

«Vivo con sueños enormes de viajes por hacer y voy decidiendo qué hacer en función de cómo vengo de laburo. Armé un lindo equipo de viaje: Luciano es guía de kayak y Yamil, un cordobés que tiene experiencia en el río pero nunca había hecho ninguna travesía. No me fijo tanto en lo técnico sino en cómo soportarían las inclemencias del monte. Nos llevamos muy bien y no hubo ningún contratiempo», describió.

Admitió que el río Pilcomayo resultó «más interesante de lo que habíamos pensado, lo que incluyó navegar por los rápidos, vuelcos y nadadas«. «Habíamos hecho una lectura minuciosa de los rápidos por internet, las posibles dificultades y riesgos del día a día. Los rápidos resultaron ser mucho más fuertes de lo que habíamos visto. La navegación fue muy divertida», manifestó.

Nicolás decidió bajar el Pilcomayo Alto, junto a Luciano Marpegan y Yamil Hechem. Foto: gentileza

El equipo eligió junio como el momento ideal de la travesía. «Sucede que es la época seca y el río tiene el nivel que necesitábamos. En verano los ríos crecen mucho y son más peligrosos», explicó y agregó: «No sabíamos que, en esa fecha, el pez sábalo sube a desovar en el río Pilcomayo y entonces, la población migra al río para pescarlo y venderlo. Para algunas poblaciones es el único ingreso así que poder verlo fue alucinante».

Calificó como un fuerte contraste «la gente que pescaba precariamente a un lado del río y, de repente, aparecíamos nosotros con los botes modernos y coloridos».

Nicolás decidió bajar el Pilcomayo Alto, junto a Luciano Marpegan y Yamil Hechem. Foto: gentileza

El equipo paraba en la costa del río para acampar por la noche. La travesía terminó en la ciudad boliviana llamada Villa Montes donde se hablaba el guaraní.

Aventura, sin información previa

Nicolás se ha cansado de navegar por el Campo de Hielo, norte y sur, en la Patagonia. «He ido muchas veces por el Océano Pacífico, navegado por el mar, por los fiordos, llegando hasta alguna bahía donde he remontado algún río hasta la laguna glaciar. He caminado el glaciar y bajado por otros valles y ríos de nuevo al mar para volver», especificó.

Hizo hincapié en que se siente atraído por aquellos desafíos que no cuentan con información porque, según reconoció, «el no conocerlo genera una adrenalina extra«. «En este mundo, somos caballos de carro con los ojos tapados. Mi idea es romper el molde. Si tuviera la información completa de lo que me va a pasar cuando emprendo una expedición, claramente no iría», resumió.

Consideró que «no hay estado más natural del río que ir hacia abajo al mar. Es alucinante. Hace años que escalo y llegar a la cumbre es muy forzado. Bajar un río es una sensación más amable, más natural. Lo siento ahora que estoy más grande. Fui escuchándome, sintiendo y cambiando de deporte, pero siempre buscando este tipo de aventura«, concluyó.


Cantini escribió una «Guía de Trekking y Escalada con circuitos de kayak» y «Navegantes en kayak», un libro que contiene el relato de 30 travesías desde al Amazonas hasta sur de la Patagonia.



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