En Villa El Chocón está el único museo del botón que existe en Sudamérica

Se encuentra la calle Cristal de Bohemia y cuenta con más de 27.000 botones. 

En el corazón de la Patagonia, donde alguna vez caminaron gigantes criaturas, un pequeño rincón alberga más de 27.000 historias. Este lugar, único en Sudamérica, es el Museo del Botón, en Villa El Chocón. Acá su fundadora no solo expone botones, sino que los convierte en piezas de arte, cultura e historia.

Un botón, ese pequeño objeto que solemos ver como accesorio, en este lugar es el protagonista indiscutido. Aquellos que visiten el museo pueden descubrir botones que trascendieron el uso para transformarse en símbolos de poder, riqueza e identidad cultural. 

Por ejemplo, se puede encontrar uno de cristal tallado de Austria. También botones de filigrana en plata con el diseño de la flor del Neuquén, la mutisia, un botón de strass de la época de Checoslovaquia y hasta un botón hallado en el Coliseo Romano.

Fundado por Mirta Palandri, la dueña guía a los asistentes en un viaje visual y sensorial. Algunos botones pueden tocarse para apreciar sus texturas y hay un rincón de lectura tanto para niños como adultos. También hay caleidoscopios fabricados con materiales reciclados, incluidos botones, para deleitar con vistas coloridas y sorprendentes. 

Entre algunas obras del Dr. Gregorio Álvarez y las joyas de la colección, se encuentra una carpeta de bordado de 1944, una pieza especial.

Pertenecía a una alumna de la primera escuela secundaria de Neuquén. En 1944 aprendió a confeccionar ojales, esenciales para los botones. Este objeto no solo resalta el valor cultural de la colección, sino que ofrece una perspectiva histórica sobre los roles sociales y de género en aquella época.

Las nuevas adquisiciones enriquecieron el patrimonio histórico y artesanal del museo. «Son piezas históricas, como botones de uniformes de militares de la Guerra de la Triple Frontera y otros, traídos del norte de Italia», contó su fundadora.

También la muestra incluye botones artesanales bordados con la técnica japonesa llamada Sashiko, donde se borda patrones intrincados en la superficie del botón, creando diseños pequeños pero detallados. Estos fueron donados por una artista brasilera.

Al final del recorrido, los asistentes son agasajados con una degustación de “botones” de chocolate. «Trajimos los nuevos moldes para hacer botones de chocolate”, contó su fundadora.

El Museo del Botón participó de experiencias muy enriquecedoras con el Proyecto Colecciones Viajeras. «Fuimos al espacio Texturas, en Brasilia, donde llevamos 135 piezas de botones artesanales de diferentes países y ofrecimos dos talleres: uno sobre la fabricación de botones Dorset y otro sobre la intervención de prendas«, relató Palandri.

También participó en una Muestra de Coleccionistas en el Museo Histórico de Allen, en Río Negro, y organizaron una muestra temática de botones de animales para los alumnos de la escuela hogar de Chacharramendi, en La Pampa. 

Museo del Botón: neuqueninforma.com

El museo se encuentra en la calle Cristal de Bohemia, esquina Madreperla, y abre sus puertas los viernes, sábados, domingos y feriados, de 14 a 20. Para llegar, solo es necesario tomar la Ruta Nacional 237 hasta el kilómetro 1300, y luego caminar unas cuadras hacia el lago.

El Museo no es solo un espacio para admirar piezas, sino un lugar donde el pasado y el presente se encuentran en un botón.


«La evolución» del botón


Este museo, más allá de su colección de botones de diversas épocas, cuenta un capítulo único que se remonta a la época en que Europa comenzaba a descubrir estas tierras.

Uno de los episodios más significativos relacionados con la historia de los botones y la Patagonia ocurrió el 11 de abril de 1830, durante una de las expediciones del famoso HMS Beagle, comandado por el capitán Robert Fitz Roy.

En plena exploración, Fitz Roy ofreció un botón grande y nacarado a un nativo de la etnia yagán a cambio de llevar a uno de los jóvenes canoeros a bordo de su embarcación. A este nativo, Fitz Roy lo nombró “Jemmy Button” en referencia al objeto que le dio.

En esa expedición también viajaba un joven naturalista que, años después, desarrollaría la teoría de la evolución que cambió la historia de la humanidad, Charles Darwin.


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