En tierras de Vaca Muerta ordeña y produce quesos y lácteos naturales
Glenda Hansson se dedica a la producción de quesos frescos y saborizados, naturales y comercializan huevos pastoriles, leche fresca de vaca y dulce de leche 100% artesanal.
En las alejadas y áridas tierras de Vaca Muerta, hay vacas que dan leche. A 350 metros del dinosaurio que marca la entrada a Rincón de los Sauces, Glenda Hansson se despierta antes de que el primer rayo de sol asome en el horizonte. En la penumbra de la madrugada, sale de la casa y rumbea para los corrales al encuentro con sus vacas para comenzar la rutina diaria: el ordeñe.
Luego irá a las salas de elaboración, donde lleva a cabo la alquimia de convertir la leche en otras delicias. Junto a su familia produce quesos frescos y estacionados, dulce de leche, yogur, y leche fluida. Sin embargo, es en los quesos donde han encontrado su verdadera vocación. Allí, Glenda atiende el teléfono y cuenta de qué se trata su emprendimiento, que “es un sueño”.
Cada visitante que pone un pie en la chacra repite la misma frase: “Es un lugar soñado…”. Y así fue como eligieron el nombre. “Es un oasis en esta zona petrolera, un pedacito de verde en medio de tanta aridez”, dice.
Tienen una vacada de 20 animales. Cuentan con un toro Holando-argentino y, a fin de mes, llegarán unas vacas Jersey con un ternero para mejorar la genética. Más adelante, planean inseminar con esta raza, que produce leche con más grasa, ideal para la producción de quesos.
Hacerse tambera
Glenda nació y creció en Cutral Có, pero hace 15 años el destino la llevó a Rincón de los Sauces, donde su marido ya cultivaba alfalfa. Sus abuelos eran alemanes, pero ella se considera neuquina de corazón. Antes de mudarse a Rincón, trabajaba en medios de comunicación, pero al llegar a esta tierra inhóspita, se dio cuenta de que su antiguo oficio no tenía lugar en ese entorno. Dos años después, su marido le propuso: “¿Qué te parece si compramos una vaca?”.
Así llegó “La Mole”, cuyo verdadero nombre es Aurora, aunque todos la llaman cariñosamente así por su tamaño gigante. Al principio, confiesa Glenda, que sentía temor al ordeñarla; pero de a poco, el proceso se convirtió en un ritual cargado de respeto y aprendizaje.
“Cuando le tomé el gusto al campo, empecé a capacitarme. Viajé a Buenos Aires, recorrí la región, aprendí sobre parto, posparto, sobre cómo montar un emprendimiento y hoy siento orgullo, como neuquina por los pasos que di”, dice.
De todos modos, reconoce que producir en esta zona petrolera, alejada de cualquier ruta turística, es un desafío difícil de enfrentar. “Llegar hasta acá, no es fácil, no estamos en el camino hacia ningún lugar, y no hay una ciudad a 150 kilómetros a la redonda. La gente que viene lo hace para trabajar en el petróleo, y que una mujer esté produciendo en esta zona despierta interés”, describe y cuenta que hace el gobernador de la provincia de Neuquén Rolando Figueroa, la visitó hace poco y reconoció su trabajo.
Su emprendimiento es singular, por su naturaleza. Es difícil porque no tienen alimentos cerca. Tratan de producir una alfalfa RR, que es resistente a las bajas temperaturas, pero la mayor parte la traen de afuera. En Cinco Saltos les preparan el balanceado, y el pasto lo traen desde 25 de Mayo. Mantener al día la sanidad, la inocuidad, las certificaciones y habilitaciones requiere un esfuerzo constante.
En cuanto a la comercialización, la realizan en el establecimiento. “Los tamberos de la provincia de Neuquén no tienen tránsito federal, mucha gente se acerca a conocer el emprendimiento y a llevarse sus productos. Vienen de la provincia, pero también de todo el país”.
Un día en La Soñada
El día en La Soñada comienza a las 6 de la mañana cuando Glenda y su marido se disponen a ordeñar. “Lo hacemos al aire libre, sin techo y sin luz, porque aún es de noche. Después alimentamos a las vacas, lavamos los bebederos, y luego llevamos la leche fresca para iniciar la producción de quesos. Por la tarde, repetimos el proceso a las 19, ya en plena oscuridad. Esa leche la destinamos un día para la venta fluida, y otro para hacer dulce de leche o yogur”, relata.
La familia entera trabaja en la chacra. El esposo de Glenda, su hija Umma, de 9 años, que se encarga de las aves a las que ha puesto nombre, y Angelina, de 12 años, que se ocupa de los bebederos y la higiene de las vacas. “Para ellas no es un trabajo, es un juego. Aman a los animales y disfrutan de lo que hacen. Es una forma de inculcarles el valor del sacrificio y el amor por los animales”, dice mientras Patricia, una de las gallinas, la mira en el comedor de su casa.
El amansador de los “animales más nobles”
Respeto animal
Además de las vacas, La Soñada cuenta con 450 gallinas ponedoras que producen huevos orgánicos, pastoriles, de aquellos que saben a campo y libertad. A su vez, en La Soñada, las vacas no se atan para ordeñarlas; porque son parte de la familia.
“Es muy diferente a cómo se las trata en los grandes tambos. Aquí les damos cariño, atención y cuidado, y ellas te lo devuelven con lengüetazos llenos de baba que no tienen precio”.
Explica que la leche que producen tiene un valor agregado, porque es recién ordeñada. Que ese producto no se encuentra en los supermercados, donde está tan ultra procesada. Lo mismo con los quesos; lo único que llevan es cuajo, que traen de una fábrica en Buenos Aires y es totalmente orgánico, sin aditivos ni conservantes, sin nada agregado.
“Los sabores de nuestros productos son distintos porque son auténticos. Creo que los alimentos tan procesados provocan enfermedades. Nuestra leche, por ejemplo, puede durar hasta 6 días. A veces vienen personas de Perú o Venezuela y me dicen: ‘Este queso es el que comíamos en mi casa y no lo encontraba aquí, es como el que hacía mi abuela’ y se emocionan al probarlos”.
Todo lo que hacen, lo llevan a cabo en una hectárea y un cuarto y cuenta que los que llegan a conocer les dicen que es una locura lo que logran producir en tan poco espacio. Glenda y su esposo comparten todo lo que aprenden en sus capacitaciones. Más allá de su producción, aspira a establecer una granja educativa para compartir su conocimiento y experiencia con las mujeres que sueñan con emprender.
“Creo que lo mejor es compartir, y tal vez algún día pueda capacitar a otras mujeres que quieran emprender, para mostrarles que se puede, aunque sea en una zona difícil. Empezamos con una vaca hace 6 años, y hoy, con conocimiento y ambición, tenemos el deseo de crecer, de llevar nuestros productos a nivel nacional y que sean reconocidos”, dice la mujer desde Rincón.
Si bien Glenda no se crió en el campo, encontró en la ganadería su verdadera pasión. Cuando le preguntan por qué eligió este camino, responde: “Porque creo que encontré el amor y el gusto por la tierra, por lo que puede ofrecer, y el amor a los animales. Estamos en un momento difícil en el país, pero con empuje se pueden lograr muchas cosas. La Soñada es una prueba de eso”.
Un reconocimiento que refleja el potencial de Neuquén
En Argentina, la producción quesera comienza con la inmigración Europea, instalándose fundamentalmente en la región de la Pampa húmeda y utilizando como materia prima original la leche de vaca. En la provincia de Neuquén, la producción láctea está en alza, con emprendimientos familiares identificados, principalmente liderados por mujeres, que generan productos de alta calidad, contribuyendo así a los ingresos familiares y a la economía local.
Glenda Hansson, es una de ellas y por eso, fue galardonada con el premio a la “Inspiración Empresarial” por parte del sector de Mujeres Empresarias de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Mecame).
También fue disertante en Todo Láctea en Córdoba. “La Federación de Entidades Empresarias Neuquinas (FEEN) me eligió entre 19 postulantes para participar de los premios y después logré el reconocimiento nacional de Mecame”, cuenta. Y en pocos días más volverá a participar en el Premio Lía Encaladala de la Asociación Civil Mujeres de la Ruralidad Argentina, que ya le dieron en otras ediciones
Asegura que su reconocimiento refleja el potencial y la diversidad económica de Neuquén, y muestra que, más allá de sus industrias como el petróleo, existen oportunidades de desarrollo en sectores como la producción de alimentos sanos.
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