En Río Negro, el 96% de los alumnos faltó, al menos, una vez en el secundario y en Neuquén, el 95%

Los resultados del informe advierten que el ausentismo escolar afecta a los estudiantes de todos los sectores sociales. El principal motivo por motivos de salud y "falta de ganas de ir a la escuela".

Un informe determinó que 1 de cada 4 estudiantes registra al menos 20 faltas por año en la secundaria. El estudio fue elaborado por el Observatorio Argentinos por la Educación en base a las respuestas del cuestionario Aprender 2022.

El 26% de los estudiantes del último año de secundaria reconoce tener 20 o más faltas por año, es decir que se ausentó un 14% de los días de clase.

Buenos Aires, Tierra del Fuego, Ciudad de Buenos Aires y La Pampa son las provincias que registran la mayor cantidad de inasistencias; mientras que en el otro extremo, se ubican San Juan, Santiago del Estero y Jujuy.

En Río Negro, solo el 4% de los estudiantes no registró ninguna inasistencia; el 20%, menos de 5 faltas; el 30%, de 5 a 9; el 20%, de 10 a 14; el 12%, de 16 a 19 y el 15% presentó 20 o más inasistencias. En Neuquén el panorama es similar: el 5% no tuvo ausencias; el 24% tuvo menos de 5 inasistencias; también el 24%, entre 5 a 9; el 18%, de 10 a 14; el 14%, de 15 a 19 y el 15%, 20 o más faltas.

El informe consigna la opinión de los directores respecto al ausentismo en la secundaria: el 49% opinó que las inasistencias son «el principal problema en el proceso de enseñanza y aprendizaje».

El estudio “Ausentismo estudiantil en secundaria: percepción y dimensiones” fue elaborado por Bruno Videla (docente de nivel secundario), Martín Nistal y Eugenia Orlicki, del Observatorio de Argentinos por la Educación. Debido a la falta de estadísticas públicas sobre ausentismo estudiantil, el documento utilizó los datos del cuestionario de Aprender 2022, en el que los estudiantes del último año de secundaria reportaron sus inasistencias.

Ese cuestionario fue respondido el 19 de octubre. Para esa fecha, los alumnos deberían haber tenido 142 días de clase, de acuerdo a cada provincia.

Los resultados advierten que el ausentismo afecta a los estudiantes de todos los sectores sociales: no hay diferencias significativas en la cantidad de faltas que tienen los alumnos de distintos niveles socioeconómicos. En cambio, sí se observan diferencias en los motivos.

Los estudiantes de menores recursos argumentaron que los principales motivos para ausentarse son los problemas de salud (54%), problemas de acceso a la escuela por el clima o el transporte (30%) y «la falta de ganas de ir a la escuela» (24%).

Entre los estudiantes de mayores recursos, predominan las razones por problemas de salud (67%), «falta de ganas de ir a la escuela» (48%) y llegadas tarde a clases (24%).

El estudio hace hincapié en que «el ausentismo estudiantil tiene efectos negativos inmediatos sobre el desempeño académico, el riesgo de repetición y abandono, el desarrollo social y emocional de los niños y las probabilidades de finalización de la educación secundaria«.

“Menos días de clases implican necesariamente menos aprendizajes, menos socialización y más desvinculación. Si la repitencia es la antesala del abandono, el ausentismo estudiantil es en sí mismo una forma solapada y silenciosa de abandono escolar. Un ‘abandono en cuotas’”, afirmó Videla, coautor del informe, al tiempo que consideró fundamental contar con datos precisos para «dimensionar la magnitud del problema y pensar estrategias para abordarlo».

Y agregó: “El dato acerca de que no existen diferencias en cuanto a nivel socioeconómico nos dice mucho. La falta de ganas de ir a la escuela interpela también a las familias que, muchas veces, entienden que lo que pasa en la escuela no es más importante que otras tantas actividades. O bien que ir a la escuela puede ser una decisión sometida a la voluntad de los chicos”.

En tanto, Manuel Becerra, docente secundario, profesor y magíster en Historia, planteó que “el ausentismo escolar aparece a partir de la precarización laboral y sanitaria de las familias, la extensión de la obligatoriedad escolar y una cultura dominante que promete éxito instantáneo y la no consecuencia de apartarse de las normas porque todos creemos tener razones para estar exceptuados de ellas». «El problema existe y es grave. Cabe preguntarse si es más grave que cuando, por ejemplo, la secundaria no era obligatoria y aquel alumno que se excedía en inasistencias simplemente era expulsado del sistema en forma automática. A primera vista uno se preguntaría si las políticas educativas pueden por sí solas incidir en esto o hace falta una batería de políticas sociales y laborales que en este contexto no existen”, señaló.

Advirtió sobre la necesidad de «repensar el lugar de los adultos dentro y fuera del sistema»: «¿Qué pasa con los adultos a la hora de colocar límites al ‘no tengo ganas’ como motivo de inasistencia e impuntualidad? Reconstruir tramas de autoridad entre adultos, donde la familia apoye el trabajo de los docentes y viceversa, resulta fundamental para el cuidado y el aprendizaje de los adolescentes: la primera condición para aprender de manera profunda es la asistencia continua y sistemática a la institución escolar”, opinó Viviana Postay, especialista en gestión educativa y docente de nivel superior.


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