Habló la machi acusada por usurpación en Mascardi antes del juicio: «El territorio es innegociable»

La machi Betiana Colhuan Nahuel será juzgada a partir de mañana. Está acusada, junto a otros seis integrantes de la comunidad, de haber usurpado los predios de la Administración de Parques Nacionales.

Betiana Colhuan tiene 23 años. Sus dos hijos nacieron en Mascardi. Foto: gentileza

«No puedo dejar de ser machi a pesar del despojo del territorio. Nunca voy a dejar de tener el don hasta el día que me vaya de esta tierra». Betiana Colhuan Nahuel tiene 23 años, nació en Bariloche y es machi, que en la cultura mapuche es la persona que cura.

A partir de este jueves será juzgada, junto a otros integrantes de la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu. Están acusados de haber usurpado por medio de violencia y amenazas los predios de la Administración de Parques Nacionales ubicados a la altura del kilómetro 2006 de la Ruta Nacional 40 en Villa Mascardi.

La joven cuenta que tanto su familia materna como paterna son mapuches. «Esta identidad me marca día a día a mí y a mi familia«, se define.

Lo que llama “un don” se lleva «desde el vientre de la madre». «Es un espíritu que renace, es heredado de generación en generación», sostiene.

Según Betiana, se manifiesta a través de una enfermedad «que despierta en una persona». Cuenta que cuando nació le detectaron dos tumores (en el pulmón y en el riñón) y estuvo años sometida a diversos tratamientos médicos. Esa situación llevó a su madre a buscar respuestas en la cultura mapuche. Una machi les reveló que la niña había nacido con esa fuerza.

«Tuve una infancia difícil porque era una niña enfermiza que vivía con controles médicos de rutina y tratamientos. Cerca de mis 12 años, la enfermedad se manifestó de forma más espiritual«, recuerda.

«No había explicación dentro de la medicina occidental y los médicos me exponían a más y más estudios que terminaban en nada. Por eso, buscamos un tratamiento más espiritual», dice. Considera que ya en ese momento, «se estaba manifestando el espíritu de machi con firmeza para poder desarrollarse en mi cuerpo».

La joven cuenta que tanto su familia materna como paterna son mapuches. Foto: gentileza

Un machi de Osorno, en Chile, le sugirió iniciar el proceso de formación. De otra forma, la enfermedad avanzaría. «Yo era muy chica, pero solo quería mi bienestar y no era una decisión individual sino de mi familia y mi entorno: es un proceso comunitario. La enfermedad avanzaba, pero al tomar la lahuen (remedio a base de plantas medicinales) y ver una mejora, decidimos iniciar el proceso de levantamiento espiritual», relata.

Se abocó a estudiar la cultura y la lengua que desconocía porque, según explica, le tocó crecer «despojada de la identidad de su territorio».

Fue un proceso fue «estricto y duro»: «Es aprender, activar el conocimiento o las memorias que uno lleva en su espíritu. Aprendí mi idioma no con una pizarra sino en la práctica del día a día, aprendí la vida del campo en un territorio rural, aprendí del lahuen».

Betiana fue ayudante del machi que la formaba y poco a poco, fue asumiendo responsabilidades. Pasó de observar de lejos a acercarse, fue haciendo prácticas y culminó el proceso con pacientes propios, tratándolos con medicina natural a base de hierbas y plantas medicinales.

Cuando estaba “preparada para atender, sentí la necesidad de retornar al territorio que me vio nacer«, dice.

Al regresar a Bariloche, tenía 17 años y encontró «con un espacio de cemento, no apto para desarrollar mi trabajo con la necesidad de retornar al campo, a un territorio donde pudiera buscar mi medicina».

Decidieron instalarse en ese predio de Villa Mascardi. «¿Por qué ese lugar y no otro?», se le consultó. La mujer insiste en que es «el territorio que la vio crecer» porque durante muchos años su abuelo fue cuidador «en ese espacio». Pero, además, manifiesta que el territorio dispone de «muchas plantas medicinales«.

Sintió la necesidad de levantar el rehue (un espacio que consideran vínculo espiritual del territorio con las personas que lo habitan). «Allí brindamos nuestras oraciones, depositamos nuestra fe y nuestra cultura. No es un espacio que se pueda comparar con una iglesia o altares. Los rehue están en un lugar natural, al aire libre y siempre mirando hacia la salida del sol, allí donde nace la vida», recalca.

Betiana recuerda que, los primeros años en Villa Mascardi, fueron «de resistencia». A poco de cumplir un año en Marcardi en 2017, señala, «las fuerzas represivas se llevaron la vida de mi primo Rafael Nahuel. Fue muy dura esa pérdida, pero también volver a reafirmar nuestro compromiso con el territorio sabiendo que no murió en vano. Derramó su sangre en ese territorio y eso es algo inquebrantable».

Si bien hay convenios y leyes que nos amparan, nos reconocen, nos van a juzgar por usurpación dentro de nuestro territorio».

Betiana Colhuan, machi.

En ese mismo territorio, rescata, nacieron sus dos hijos que hoy, tienen 2 y 5 años. Sus placentas están en ese sector.

«Nos desalojaron en 2022 del lugar donde desarrollamos nuestras vidas, nuestras familias, crecieron nuestros hijos. El desalojo fue un quiebre de ese vínculo con el territorio, hubo secuelas, nos perjudicó en nuestra salud. Fuimos despojados del territorio, quedamos con lo puesto, nuestros hogares fueron demolidos», plantea.

Betiana permaneció detenida ocho meses, junto a otras mujeres de la comunidad mapuche.

«Llevábamos una autonomía dentro del territorio, teníamos nuestra siembra, nuestros animales. Podíamos autosustentarnos con lo que nos daba el territorio, nos calefaccionábamos con leña. De repente, fuimos expulsados nuevamente a las grandes ciudades. Quedamos marginados, empobrecidos, sin nada«, señala.

En Chile, se abocó a estudiar la cultura y la lengua mapuche. Foto: gentileza

Según Betiana el rehue cumple un ciclo cada año y debe renovarse, al igual que la tierra y la naturaleza. Sostiene que el estar alejados eso no pudo llevarse a cabo. «La energía de la medicina del lahuen no se pudo renovar; sin embargo, es un don o rol que me obliga a ejercer 100%. Tengo que continuar los tratamientos y es difícil porque debo buscar plantas medicinales en otros espacios», expresa.

Dice que desde que recuperó la libertad, volvió a Mascardi, aunque «no para habitar el territorio, sino para visitarlo. Eso la ayuda a seguir ejerciendo y atendiendo a los pacientes«.

«El territorio es innegociable»

El juicio se llevará a cabo en el Escuadrón 34 de Gendarmería en Bariloche. Además de Betiana Colhuan, están imputados María Nahuel, Luciana Jaramillo, Yessica Bonnefoi, Romina Rosas, Mayra Tapia y Cristian Colhuan.

«Nos venimos preparando espiritualmente como mapuches para enfrentar esta instancia judicial. Nos sentimos vulnerados. No estamos al mismo nivel por ser parte de un pueblo originario. La vara es distinta al tratar a un extranjero que al tratar a nativos de estas tierras. Siempre fuimos discriminados y es difícil sentirse parte del sistema cuando siempre fuimos los sometidos«, plantea.

Entiende que el objetivo es «demonizar» a la comunidad por una lucha por 7 hectáreas «que no estaban habitadas. No estamos peleando un lago, como tiene Lewis, que es impune. O un príncipe de Qatar que tiene las nacientes del río Chubut y un cerro entero. No se juzga con la misma vara. Acá ha habido muertes, heridos, niños esposados, encarcelados, mujeres que parieron en cautiverio por 7 hectáreas«.

Asegura que para la comunidad el territorio en disputa «es innegociable: guarda el alma de weichafe Rafael Nahuel, las placentas de nuestros hijos. No tiene precio monetario sino emocional«.


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