En Bariloche, el Servicio Meteorológico Nacional anticipa un invierno más cálido de lo normal: «Se perdería prácticamente un mes entero de precipitación»
De todos modos, los especialistas advirtieron que "menos precipitación no significa menos nieve".
A muy pocas semanas del comienzo de la temporada invernal en Bariloche y la región, el último informe del Servicio Meteorológico Nacional despierta las alarmas. Se espera un invierno con temperaturas por encima de lo normal.
¿Qué significa “por encima de lo normal”? «La temperatura media invernal en Bariloche ronda los 3.2 grados. Este invierno se espera 1 grado por encima de lo habitual«, explicó el oceanógrafo barilochense Matías de Oto Proschle, del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
«El pronóstico estacional -añadió- indica que hay mayor probabilidad de que la temperatura media se ubique en el percentil 70. Supongamos que tenemos datos de 100 inviernos en nuestra ciudad, a esos datos de temperatura media los ordenamos de menor a mayor, el valor que está en la posición 70 es el valor más probable, según esta técnica«.
Cuando se le consultó a De Oto Proschle si ha aumentado la temperatura del invierno en los últimos años, dijo que «no necesariamente». «No hay una tendencia significativa de suba en el invierno en Bariloche. Esto se debe a que la temperatura en invierno tiene una gran variabilidad interanual, lo que enmascara cualquier posible tendencia. Cuando una variable varía mucho de año a año, los cambios graduales quedan ocultos estadísticamente», subrayó.

En el verano, en cambio, se ha observado una tendencia creciente, especialmente en las temperaturas máximas. Incluso, en el norte de la Patagonia y el sur de Cuyo, aumentaron la frecuencia e intensidad de las olas de calor.
Los operadores turísticos ya se muestran preocupados por la falta de nieve, a diferencia del año pasado para esta misma época. Según de Oto Proschle, «la precipitación, a diferencia de la temperatura, requiere otro enfoque».
De acuerdo al Servicio Meteorológico Nacional, mencionó, las precipitaciones este invierno «se ubicarían por debajo de lo normal, con una probabilidad del 50% que caigan en el percentil 40». ¿Qué significa esto? «Lo normal son 412 milímetros de precipitación total durante el trimestre invernal (junio, julio y agosto). Si tenemos datos de precipitación de unos 100 inviernos, y los ordenamos de menor a mayor, entonces el dato ubicado en la posición 40 es el valor más probable y ese valor es de unos 270 milímetros. En suma, se perdería prácticamente un mes entero de precipitación«, especificó.

El impacto será una menor acumulación de nieve con montañas más rocosas, una reducción de caudales y niveles lacustres especialmente en primavera y verano. Además de un mayor riesgo de incendios forestales «si el verano resulta cálido, ventoso y con alta carga de combustible vegetal».
Sin embargo, menos precipitación no significa menos nieve. «La precipitación puede caer como lluvia o nieve, dependiendo de la temperatura, la altitud y la intensidad de los sistemas meteorológicos. Un invierno más cálido con menos precipitaciones podría favorecer más lluvia que nieve, sobre todo en zonas bajas, pero la relación no es directa. La cota de nieve depende de factores muy locales y de muy regionales como la procedencia de las masas de aire», puntualizó.
En los últimos años, Bariloche ha tenido más inviernos secos que húmedos. La última década, recordó el oceanógrafo, fue levemente más seca. «Este período coincide con lo que la literatura denomina la megasequía, un fenómeno que afectó al centro de Chile y la cordillera de Cuyo, y que también influyó en el norte patagónico», dijo.
Si bien en los últimos inviernos hay indicios de un leve repunte de las precipitaciones, las proyecciones climáticas a largo plazo no son alentadoras y apuntan a una disminución gradual de las lluvias y nevadas con el correr de los años.
Tanto las olas de calor y la sequía en verano como la situación de los inviernos son preocupantes. De Oto Proschle planteó que «lo que pasa en verano es más visible e inmediato. Cada mes parece competir por romper récords de temperatura máxima absoluta, mensual o media, especialmente en el norte de la Patagonia».

Pero también consideró que «lo que ocurre en invierno es estructuralmente clave porque más del 60% de la precipitación anual de Bariloche cae entre junio y agosto. Si esa estación es seca, condiciona el abastecimiento de agua para el verano siguiente, los ecosistemas, y hasta la seguridad hídrica de la región».
¿En qué se basan estas previsiones?
Los pronósticos estacionales (de tres meses) se construyen a partir de dos enfoques. Por un lado, los modelos estadísticos usan datos históricos de variables predictoras (como la temperatura del océano, la extensión del hielo antártico o la temperatura estratosférica) y evalúan qué influencia tienen sobre el clima local.
Si se cuenta con la información de que, en ciertos años con El Niño, hubo inviernos más húmedos y para este año está previsto este fenómeno, «el modelo asigna más probabilidad a ese escenario». Sin embargo, manifestó que «este año la situación es neutral, con lo cual también impacta en la incerteza de dichos pronósticos. Cuando el océano está neutral la atmósfera presenta una mayor variabilidad interna y por lo tanto es mas difícil su pronóstico a largo plazo».
La otra herramienta son los modelos numéricos: físicos y matemáticos similares a los que se emplean para los pronósticos diarios, pero aplicados a escalas mensuales o estacionales. Simulan la evolución de la atmósfera y el océano según las condiciones actuales.
Son muy sensibles a los errores en las condiciones iniciales, por eso se ejecutan en modo probabilístico, con múltiples simulaciones que introducen pequeñas variaciones iniciales.
¿Cómo lo hace el SMN? Un equipo interdisciplinario analiza los modelos estadísticos, los numéricos y las salidas híbridas. A eso se suma el conocimiento experto de los profesionales. El resultado final es el pronóstico probabilístico que aparece en los mapas de temperatura y precipitación, actualizados todos los meses.
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