El policía retirado que apela a la salsa para vivir en Roca
«Cuando la salsa es casera es mucho más rica», expresó orgulloso Daniel Yapileo, un policía retirado que produce en Barrio Nuevo cajones de su receta para tener todo el año. En las pastas del fin de semana, siempre consume con su familia una botella grande para el tuco.
«A la salsa que hago le pongo morrón y albahaca. Otros le ponen hasta cebolla pero yo nunca lo he hecho», detalló.
Daniel contó que usa los tomates perita de la zona, «arrancamos en enero cuando estaban muy pulposos, grandotes».
Mientras describe entusiasmado su producción familiar, sigue lavando los tomates. Les saca las puntas con un cuchillo y los corta en mitades. De ahí van a la picadora de carne que solo tiene destinada para su emprendimiento.
A algunas botellas les agrega morrón y albahaca, mientras que otras solo llevan el tomate triturado. La elaboración es completamente artesanal. Luego de llenar las botellas que están previamente esterilizadas, busca la tapadora para sellarlas.
El siguiente paso es envolverlas en papel de diario y hervirlas media hora en un tambor. Antes usaba leña hasta que fabricó un mechero con el que espera gastar menos por el precio de la madera.
Dos cajones de 20 kilos los prepara en solo tres horas. Su yerno y su hija lo ayudan. El hombre de 48 años se retiró de la policía en 2018 y cuando vio que no llegaba a fin de mes apeló a la receta familiar para salvarse.
«Estamos peleando por el aumento de la Zona Austral, el gobierno no nos da pelota. Gracias a que no nos pagan lo que corresponde tengo que salir a trabajar afuera», se lamentó.
La receta la heredó de sus padres que hacían salsa. «Mi viejo Arturo es de la Línea Sur, nunca había hecho salsa. Cuando se instaló en Viedma teníamos unos vecinos que eran gallegos y la abuela era quien preparaba la salsa«, recordó.
El padre de Daniel empezó a ayudar a la vecina gallega cada vez que cocinaba y después se largó solo.
«La salsa nunca paró, toda la vida hice para consumo pero este año arranqué para comercializar, ya nos acostumbramos a comer en los tucos», contó.
La temporada empieza en enero y dura hasta fines de marzo.
«Voy haciendo de a dos cajones porque hay que ir consiguiendo las botellas y por la capacidad para el hervor. En el tambor que tengo entran unas 40 botellas grandes y con un cajón de tomate se llenan 15 botellas de un litro«, detalló.
Daniel señaló que las botellas las rescata de donde sea. «Estas que tengo las conseguí con un trueque. Una señora me dijo que por cada seis botellas le tenía que llevar un kilo de harina leudante o un kilo de azúcar. Está juntando para festejar los 15 años de su hija», comentó.
Daniel ya tiene más aceitado el proceso. «Cuando recién arrancamos me acuerdo que se reventaban botellas cuando las hervíamos. Ahora la tengo más clara», expresó muy conforme.
En una feria que está sobre calle Maipú y Canal Grande vende su salsa. Además, hace carpintería con palets.
«Hay que moverse como sea para hacer unos pesos», manifestó mientras terminaba de llenar las últimas botellas.
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