El paso a paso del rescate de la avalancha en Bariloche: «Nunca vi una de esta magnitud en vivo»

Un guía de alta montaña no solo fue testigo de la avalancha en el mallín del cerro Lopez sino que además, concurrió del rescate y la búsqueda de las personas afectadas.

El sector del cerro López donde se produjo la avalancha fatal. Foto: gentileza

La tarde en que cayó la avalancha al sur del refugio López, en Bariloche, ocho guías de montaña brindaban clases aunque en el sector del Filo de las Cabras. El informe del Centro de Avalanchas era contundente respecto al altísimo riesgo.

Julián López, Gastón Lamuniere y Juan Pablo Villagra, guías de alta montaña, llevaban tres días en el refugio López esquiando con clientes. «Hubo tres días de tormenta que empezó el domingo, siguió el lunes y martes, hasta que el miércoles mejoró. Por el riesgo de avalancha, nos fuimos a esquiar al bosque», contaron.

La tarde del siniestro, los guías detectaron a un grupo de seis personas subiendo hasta el filo de Pico Turista. Tres optaron por bajar hasta el refugio, pero el resto no. «Nos quedamos con la duda de dónde estaban porque no aparecían y era tarde. A ultima hora, volviendo al refugio vimos la avalancha en la zona del mallín«, relató López que es guía de montaña desde 2017 y guía de alta montaña desde los últimos tres años.

Nunca vieron a los esquiadores ser alcanzados por la avalancha aunque estaban en línea recta a unos 300 metros. Sin embargo, hubo algunos indicios que los llevaron a sospechar que podría haber víctimas: llamaba la atención la hora del incidente como así también que se hubiera producido espontáneamente.

«La avalancha no fue natural»

«No se veía nada porque la avalancha generó una nube de polvo que cubrió el valle y tardó en disiparse. Quedó como un spray de nieve que tapó todo», especificó el guía.

Luego de enviar a sus clientes hasta el refugio, los tres guías corrieron hasta el lugar para brindar asistencia. El primero en llegar fue Lamuniere que vio cómo la primera víctima (Cristian Euaskin) intentaba autodesenterrarse. Cuando lo ayudó a salir, supo que había más víctimas. A unos pocos metros, se veía una mano entre la nieve. Andrea Marshall, la turista escocesa, había quedado sepultada. Cuando la sacaron, ya estaba sin vida.

En ese momento, se inició la búsqueda del tercer integrante del grupo, Augusto Gruttadauria, que dio señales de vida 11 horas después. «Terminamos de barrer todos los depósitos, pero la avalancha fue muy grande. Nunca vi una avalancha de esa magnitud en vivo. Muchas veces, se ven cicatrices y grandes depósitos de nieve, pero nunca vi caer una avalancha así«, describió López.

Los expertos diferencian dos tipos de avalanchas: las que suceden de forma natural durante una tormenta, por ejemplo, ya que por su propio peso, caen (hay un mecanismo externo que las gatilla) y, las artificiales. «Esta no fue natural. Un esquiador es una carga externa que le ponés a la nieve, aumenta la inestabilidad y cae la avalancha. Esto no fue algo excepcional que no sucede nunca. La excepción es que las tres personas expuestas a la avalancha la hayan gatillado», adviritó y agregó: «Cuando uno esquía en la montaña, debe esquiar uno a la vez para que si es alcazado por nieve, los demás lo puedan rescatar. Acá, estuvieron los tres en la misma línea y fueron arrastrados».

Riesgo de otra avalancha

Los guías no dudaron en acudir al lugar del siniestro aunque eran conscientes del riesgo de otra caída de nieve.

«En ese momento, solo pensás que hay gente que necesita asistencia rápido y uno trata de exponerse en poco tiempo. Lo cierto es que entramos a la escena a rescatar y cuando empezó a dilatarse la búsqueda porque no dábamos con Augusto, pensamos que era demasiado tiempo que llevábamos en el lugar«, mencionó.

La estadística marca que, ante una avalancha, a partir de los 15 minutos, la tasa de sobrevida cae exponencialmente. En este caso, había pasado media hora. «Estábamos sumamente expuestos: el lugar era muy confinado y la canaleta, muy fina. Cualquier cosa que cayera, nos alcanzaba a nosotros. También quisimos sacar a Cristian que había sobrevivido», recalcó López.

La decisión de suspender la búsqueda no fue simple, pero el lugar presentaba múltiples riesgos y una persona seguía sin aparecer. Los tres guías regresaron al refugio y dejaron una luz titilando en caso de que el tercer integrante lograra regresar por sus propios medios, aunque las esperanzas eran mínimas.

Un llamado a las 3.50 los desconcertó por completo. Los integrantes de la comisión de auxilio del Club Andino Bariloche les contaba que Gruttadauria había logrado comunicarse por teléfono.

«Las condiciones eran las mismas. Nada había cambiado, pero con la certeza de que estaba vivo ni lo dudamos y salimos para arriba a buscarlo. Tardamos una hora y cuarto en llegar. Lo encontramos consciente», detalló. El joven cordobés estaba sepultado, no podía salir por sus propios medios. Con mucho esfuerzo, había abierto un espacio para respirar y poder agarrar el teléfono para pedir ayuda. No era el suyo que se había quedado sin batería; era el aparato de Marshall que, minutos antes, se lo había dado para que pudiera hacer algunos videos.

Según López, estaba hipotérmico: «Tuvo mucha suerte porque quedó completamente enterrado. Pero su cabeza y sus manos quedaron más cerca de la superficie que el resto del cuerpo. De esa forma, logró abrirse un espacio. Lo estabilizamos, pero no podía caminar porque tenía una pierna muy mal. Así que esperamos la camilla de la CAX».


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