El motor de CALF que iluminó la ciudad de Neuquén

Fue el primero que adquirió la cooperativa cuando se hizo cargo de la prestación del servicio eléctrico. Al salir de funcionamiento quedó en el olvido. Hoy lo rescataron como monumento urbano.

La mole de hierro pintado de negro estuvo varios meses en la esquina de avenida Olascoaga y Lanín, en el barrio Villa María de la ciudad de Neuquén. Los vecinos y “forasteros” pasaban por el lugar y era inevitable generar la gran duda. No es un aparato con el que el común de las personas pueda sentirse familiarizado.

El misterio aumentó, cuando una mañana, el gran aparato negro amaneció tapado y rodeado de un “corralito” de hierro. Finalmente, el secreto fue revelado. Se trata del primer motor que adquirió la cooperativa eléctrica de Neuquén, CALF, para prestar el servicio en la ciudad capital.

CALF fue fundada en diciembre de 1933 y fue la sucesora de la vieja empresa Usinas Unidas, integrada por capitales ingleses y argentinos. Al año siguiente se colocó la piedra fundacional en la tradicional esquina de Mitre y Bahía Blanca. En 1935, mediante ordenanza se le otorgó a CALF la concesión del alumbrado público y se firmó un convenio para colocar ochenta lámparas que se deberían distribuir en las intersecciones de calles estratégicas.

“En 1937, y una vez construido el edificio, se licitó la adquisición de motores para la planta de máquinas, así como de materiales y el tendido de las redes. En 1938, se instaló el primer motor que compró la cooperativa y con el que se comenzó a brindar el servicio de energía domiciliaria e iluminación pública a precios razonables”, dan cuenta las crónicas históricas que se guardan en la emblemática esquina de mitre y Bahía Blanca.

Ese viejo motor salió de funcionamiento años después y quedó abandonado a su suerte en los galpones de la cooperativa. Fue la mirada de un empleado que un día planteó que tenía que hacerse algo con eso.
Comenzó el recorrido de recabar toda la información histórica, armar una propuesta para ser presentada ante el Consejo de Administración de CALF y esperar su aprobación. Al llegar el visto bueno se reacondicionó el viejo aparato, se lo pintó y se le buscó un destino final. Que no podía ser otro que el bulevar de Olascoaga y Lanín, donde se emplaza la plazoleta “De la Cooperación”.

Ahora el misterio fue develado. Cuando la cooperativa comenzó a funcionar como tal contaba con 616 asociados en al ciudad capital. “Pasaron los años y en 1951, CALF puso en funcionamiento cuatro generadores con lo cual mejoró mucho el servicio. El 1 de diciembre de 1965, la prestadora eléctrica adquirió electricidad de la empresa nacional Agua y Energía, por lo que el primer motor dejó de funcionar”, se puede leer en los documentos histórico.

Gracias al gesto de extrabajadores toda esa historia quedó a resguardo y hoy es parte del patrimonio urbano de la capital neuquina.


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