El misterioso caso del buque fantasma que apareció en 1914

Durante la batalla de las Islas Malvinas, al principio de la Guerra Mundial, alemanes e ingleses se quedaron asombrados por la aparición de un barco. Eso cuenta una leyenda, y un libro.

Un caso por demás fantástico, pero corroborado por varios testigos de ambos barcos rivales que se enfrentaron en la batalla de las Islas Malvinas, ocurrida en el año 1914, dio la vuelta al mundo por los ribetes casi de ficción que el mismo tuvo.
Jean Raspail, en su libro “Adiós, Tierra del Fuego”, hace mención al mismo, que como hemos dicho llegó a conmover a la opinión pública de aquellos años. ¿Sería acaso un buque fantasma? ¿Sería el María Celeste? ¿Sería el Caleuche?


Dice Raspail: “En lo más intenso de la acción, hacia el mediodía, apareció en el horizonte la silueta prodigiosa de una catedral de tela que navegaba derecho hacia la batalla. Fue entonces cuando espontáneamente, y sin que se hubiera dado la orden, mientras los dos almirantes, en sus puentes, la contemplaban con desconcierto, los combatientes cesaron el fuego”.


“Así lo relató más tarde un oficial del Invincible que tenía el alma lírica: Vimos un gran velero blanco pasar entre las líneas adversarias, con todas las velas en alto e hinchadas, como para transmitir un aliento de paz y de tranquilidad en medio de esa escena sangrienta. Nadie sabía qué hacía ahí, y más de un viejo marino, recordando los relatos del “Barco Fantasma”, debió imaginarse que no era un navío real, sino la sombra de un navío. Bien podría haber sido un enviado de los reinos del glorioso pasado de la marina Real Inglesa, cargado con un glorioso cargamento de tradiciones, de Nelson, Hood, Howe, Drake, Genville y tantos otros, para ver cómo se agregaban nuevos laureles a la frente de la Navy”.


“El velero se alejó hacia el sudeste en dirección al Cabo de Hornos. No había desviado su ruta ni por un instante, desdeñando señalar su identidad, tal como lo impone la costumbre, enviando a la verga baja del artimón los pabellones que componían su nombre”.


“A través de las almenas de las torres, los binoculares o los periscopios de tiro, o en sus nidos de urraca blindados y detrás de las barandillas acorazadas de las pasarelas, cientos de hombres, mudos, lo miraban desaparecer de a poco”.


“Así, las dos escuadras enemigas, bajando un momento sus lanzas como los caballeros del pasado, saludaban la belleza y la perfección. Cuando todos se aseguraron de que esa enigmática y sublime aparición había dejado el campo de batalla, fuera del acimut de tiro de los artilleros ingleses y alemanes, y que ya no corría el riesgo de ser hundida, continuó la cañoneada de ambas partes, casi en el mismo instante, simultáneamente”.


Pero el suceso no termina allí, dado que –continua Raspail- el mismo trovador de esta batalla agrega que “justo en el momento en que el Leipzig, último barco alemán hundido, terminaba de ser engullido la sombre de un gran navío a vela apareció, todo blanco, saliendo de las tinieblas brumosas y se esfumó nuevamente en el silencio sepulcral tan misteriosamente como había venido. Realmente parecía el “barco fantasma”. Era el mismo que, a primeras horas de la tarde había pasado entre las escuadras combatientes”.


Hechos sobrenaturales ocurridos en nuestro mar austral. ¿Sigue siendo la Patagonia una fuente inagotable de hechos prodigiosos? ¿Qué secretos tesoros custodian en esta tierra?


El misterio la rodea y la forma, el mito elabora su presente y las leyendas se siguen tejiendo interminablemente, como una Penélope esperando el regreso del héroe que la redima y explique.


Jean Raspail, favorito de la ultra derecha


Aunque el francés Jean Raspail tiene en su haber libros de viajes, sobre todo por la Patagonia, se convirtió más recientemente e incluso después de su muerte, en 2020, en uno de los autores favoritos de la extrema derecha. Sobre todo por su novela, publicada en 1973, “El campamento de los santos”, donde imaginó el desembarco en Francia de un millón de desamparados del Tercer Mundo. Cuando se reeditó en 2011, el diario francés Nouvel Observateur lo describió como un libro que, “sin ambigüedad, tanto por el vocabulario como por el imaginario, se sitúa en lo más íntimo del fascismo”.

Jean Raspail, que murió en 2020.

El crítico de Libération lo calificó de “odiosamente racista”. Otros lo leyeron como un texto profético. Admirado por Ronald Reagan en los ochenta, la nueva derecha encontró en la historia un libro de culto “una anticipación de los tiempos actuales”. El texto fue rescatado por Steve Bannon, antiguo consejero de Donald Trump, y por Mariane Le Pen, la líder del partido Reagrupación Nacional de Francia, recomienda su lectura para entender la “sumersión migratoria” que en su opinión vive el país.

Durante los primeros veinte años de su carrera, Raspail viajó por el mundo. Viajó en auto, por ejemplo, desde Tierra del Fuego hasta Alaska entre el 25 de septiembre de 1951 al el 8 de mayo de 1952.
Como novelista, fue un viajero incansable que recorrió el mundo y particularmente la Argentina. En 1976 publicó El Juego del Rey, la novela que narra la historia de de Antoine de Tounens, el aventurero francés que fundó el “reino” de Araucaria y Patagonia hasta proclamarse rey de la Patagonia. En 1981, con “Yo, Antoine de Tounens”, volvió a adentrarse en la figura de ese aventurero. En 1981, Raspail regresó a sus amores patagónicos con el relato “Adiós Tierra del Fuego”.


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