El médico que incentiva a los pacientes con cáncer a un trekking por la Cordillera de los Andes llega a Bariloche

El mensaje es contundente. Entender que un paciente con cáncer tiene altas chances de curarse y que se puede convivir con la enfermedad. Que no es un limitante en la calidad de vida. Ni en la forma de disfutarla.

Bajo ese lema, tres años atrás, el médico oncólogo Fernando Petracci emprendió una travesía con médicos y pacientes al Valle de las Lágrimas, en la Cordillera de los Andes, el lugar donde cayó el avión de los rugbiers uruguayos el 13 de octubre de 1972.

La idea fue que pacientes con diagnóstico de cáncer de distinto tipo –algunos ya curados; otros en tratamiento crónico– pudieran compartir la experiencia con sus médicos de cabecera.

La experiencia cautivó de tal manera que se propuso repetirla una vez por año. Hasta ahora, unos 100 pacientes lograron acceder a los 3.500 metros de altura. La convocatoria crece año tras año con pacientes de todo el país, incluso de Chile, y las próximas dos expediciones ya tienen fecha: diciembre y febrero.

“Todo esto surgió años atrás cuando realicé el trekking, como cualquier persona normal, con amigos. Esa vivencia en la montaña y la conexión con la historia me motivó a invitar a los pacientes”, indicó el médico del Instituto Fleming de Buenos Aires que brindará una charla en la Fundación Intecnus en Bariloche.

En ese momento, sintió que ése era el lugar ideal para incentivar a los pacientes y a sus colegas: “A los pacientes los sacas de su estado de confort. No los llevas a una situación límite, pero no es algo de su vida habitual”.

Adentro del consultorio, advirtió, el principal desafío es lograr modificar los hábitos de vida de muchas personas que, antes del diagnóstico, eran sumamente activas y dejaron de serlo. O bien pacientes que nunca hicieron nada para modificar su estilo de vida.

“Esto es beneficioso en todas las etapas de enfermedad: más rápida es la recuperación después de una cirugía, mejor es la tolerancia a los tratamientos, el impacto en incrementar las chances de la curación y tener una mejor calidad de vida a largo plazo, incorporando cualquier deporte que los mantenga activos en el día a día”, señaló.

Así, surgió la idea de este peregrinaje al Valle de las Lágrimas. El nivel de dificultad es moderado ya que son 50 kilómetros, entre ida y vuelta, con unas 24 horas de caminata efectivas. La gente duerme dos noches en carpas, a 2.500 metros de altura.

Los pacientes entienden que existe una vida mejor después de haber cursado cualquier cáncer. Pero también aquellos pacientes que cursan un cáncer metastásico o una enfermedad crónica saben que pueden tener una vida plena sin limitaciones con cuidados pertinentes. No es una limitación para tener una vida normal»,

Fernando Petracci, médico oncólogo del Instituto Fleming de Buenos Aires.

“Se trata de un proceso de selección de los pacientes junto al equipo médico. De transmitirles confianza, compartir cómo deben ser los planes de entrenamiento y el equipamiento. Y es lindo esto de conectar al médico con el paciente por fuera del consultorio, apoyándose mutuamente”, señaló Petracci que insistió en el mensaje: hay una vida después del cáncer. O bien una vida junto al cáncer.

Recalcó que se trata de un evento «cargado de señales y de mensajes» que requiere de una logística importante, desde el encuentro del grupo en Mendoza, transitar 250 kilómetros hasta la quebrada El Sosneado, donde arranca el trekking. «Hay que darle de comer a 60 personas, llevar mulas, caballos, carpas, aislantes. Una logística importante, pero el nivel de satisfacción al regresar y ver cómo los pacientes vuelven cambiados con nuevas amistades, te empuja a repetirlo», indicó.

Al regreso, con el correr de los días, Petracci vuelve a cruzar a muchos de esos pacientes en el consultorio. La mayoría solo expresa palabras de agradecimiento porque valoran lo que fueron capaces de hacer. Es un ejemplo de superación y resiliencia. También surge el agradecimiento de la familia porque, en muchos casos, los veían mal y el viaje los reanimó.

«Solo una minoría te dice que no volvería -acotó riéndose-. Son aquellos que subestiman la dificultad de la montaña y no fueron del todo preparados aunque les insistimos en que era un trekking duro. Mucha gente se confía en la altura, la cantidad de días y el calor que hacen que la pasen mal».

El profesional aclaró que el grupo de médicos acompañantes tiene conocimientos en medicina de montaña y está preparado para cubrir cualquier complicación médica que pueda surgir.

Por último, Petracci resaltó que este tipo de actividades fortalece cualquier relación entre el médico y el paciente. «Esto pone de manifiesto que, como profesionales, no hay un límite para hacer algo más por el paciente. No solo planificar una estrategia de tratamiento y una vez que se recupera, decirle: ‘Te veo cada seis meses. O por año’. Esta es una herramienta más de cómo podemos reinsertar socialmente a un paciente curado o en control».


Petracci en Bariloche

Petracci tiene 48 años y lleva 24 ejerciendo como médico. Es especialista en cáncer de mama. Atiende pacientes en el Instituto Felming, hace investigación y atiende en su consultorio particular. Brinda alrededor de 60 conferenciar al año en Latinoamérica y recientemente fundó la Asociación Latinoamericana de Cáncer de Mama. Se define como amante del deporte y la pesca con mosca.

Brindará una charla este viernes a las 11 en la sala de espera de la Fundación Intecnus destinada a pacientes sobre la motivación, la reinserción en la sociedad, las necesidades y los hábitos de vida. Por la tarde, ofrecerá una conferencia para oncólogos de la región.


Requisitos

Para participar del «Milagro de los Andes: desafiando a la vida junto al cáncer«, en primer lugar se busca el aval del médico de cabecera, se seleccionan los pacientes en condiciones de viajar que realicen actividad física con regularidad y menores de 70 años. La idea es que, en lo posible, hayan tenido alguna experiencia de trekking en la montaña previamente.

«Son hombres y mujeres con distintos cáncer, tumores hematológicos, leucemia, linfomas e incluso, pacientes trasplantados», concluyó Petracci.


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