El INTA en Bariloche abre sus puertas para responder la curiosidad de los más chicos
El organismo recibe a 20 escuelas primarias de la ciudad para mostrar las líneas de investigación a través de juegos.
«¡Wooow!», se escuchó en la sala cuando dos alumnos lograron extraer una muestra de corteza de un tronco. En otro stand, una investigadora del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) invitaba a los estudiantes a conformar grupos para pensar, en 15 minutos, dónde podrían instalar una huerta en su casa para después hacer una «puesta en común». «Pónganse las pilas para ser el grupo ganador», los alentó.
En otro extremo de la sala, otra investigadora mostraba a los nenes la foto de una oveja, en primer plano. «¿Saben cómo hicimos para sacar esta foto?», preguntó. «¡Con una cámara invisible!», gritó un nene. La mujer les explicó que, en el campo, usan cámaras «camufladas» que dispara imágenes cada vez que pasa un animal.
A partir de este lunes y hasta el miércoles, unas 20 escuelas primarias de Bariloche participarán de “Puertas Abiertas”, la exposición del INTA Bariloche en el Puerto San Carlos. La muestra se realiza desde hace 12 años para mostrar las líneas de investigación del instituto a través de diversos juegos.
No solo las escuelas podrán visitarla: entre las 17 y 18, estará abierta al público en general con las charlas “Cultivo y variedades de cannabis para uso medicinal”, “El ajo y su ciclo productivo en la Patagonia” y “Especies invasoras en la Patagonia: el éxito de la chaqueta amarilla”.
¿Cuáles son los temas que propone Puertas Abiertas? Las huertas ecológicas, la producción animal, la diversidad genética, las forrajeras, las especies nativas, los animales carnívoros, el bosque y los insectos.
«Históricamente, los colegios han ido a visitar el INTA, pedían turno. Cuando nació esta idea, quisimos centralizar todas las visitas en una semana y poder organizarnos internamente para mostrarles a los colegios lo que hace el INTA», señaló Mauro Sarasola, director del INTA Bariloche.
Recalcó que, hasta ahora, la muestra se llevaba a cabo en la sede del organismo, pero «quedaba lejos y generaba problemas de logística en el traslado. Este año, por primera vez, surgió la idea de hacerlo en el centro de Bariloche, para acercar la propuesta».
«La idea -continuó- es que esta muestra sea un mix: más que nosotros podamos contar qué hacemos, queremos que los chicos interactúen«.
Despertar vocaciones
Una investigadora le contaba a un grupo cómo extraen una muestra de una planta para analizar el ADN. «No es poda, se trata de sacar una pequeña porción de la hoja», les dijo, mientras extraía un pedazo de una planta y agregó: «Con una poca cantidad, puedo hacer el procedimiento en laboratorio«.
Los chicos acercaban la cabeza mirando con atención. «El nitrógeno líquido congela en un instante cualquier material. Obtenemos entonces este polvito finito que permite romper la hoja aunque, así, no llegamos a las células. Lo que hacemos es someterlo a ciertas temperaturas en un tubito para que las células se rompan. ¿Y cómo lo hago? Con un aparato que tiene electricidad», les continuó explicando.
Los invitó a pensar en un recorrido por el bosque para sacar muestras de plantas. «De esa forma -acotó-, obtenemos patrones distintos que nos dan variantes de ADN. Eso nos da idea de la diversidad. Este conocimiento nos permite identificar distintos patrones en diferentes bosques donde trabajamos. ¿Qué es mejor?: ¿un bosque con mucha o poca diversidad genética?, ¿qué creen?«, consultó. «¡Con mucha!», gritaron los pibes.
Sarasola explicó que el objetivo de la exposición es acercar diversos temas a «la gente de la ciudad que no está tan empapada de lo que hace el INTA en el ámbito rural y, poder contar los trabajos con los productores en el tema ambiental, de los recursos naturales, los bosques, pastizales, la producción animal y forestal, aunque en un marco de interacción y juegos».
El desafío, por otro lado, es despertar vocaciones científicas en relación a lo agropecuario y consciencia respecto a problemáticas de la región y cómo se abordan desde la ciencia técnica.
«Muchas familias viven en el campo»
En una parte de la sala, dos investigadoras hablaban sobre «el rastro de los carnívoros». «¿Por qué es importante estudiar esto?», preguntaban. «Para estudiar su comportamiento, qué comen, conocer su distribución, qué cazan. Entendiendo sus hábitos podemos protegerlos», argumentó otra.
Luego, llamaron a alumnos «voluntarios» que arrojaban un dado y según el color que les tocaba descubrían distintas imágenes. «¡Un puma!», gritaron unos chicos al ver una foto. Ante esa imagen tomada en cercanía de la estancia San Ramón, les explicaron que las cámaras trampas disponen de un sensor infrarrojo para sacar fotos de noche que «salen en blanco y negro».
En otro stand, les mostraban cortezas de diversos árboles. «Muchos árboles se pueden pudrir adentro. ¿Han visto rodajas y el centro, vacío? Es porque la madera se va pudriendo. Asimismo, las diferentes especies cambian aunque tengan la misma edad. Miren este pedazo de lauda: tiene 35 años, pero es chiquita comparada con otras especies que crecen más rápidamente. Dependiendo de las especies, cambia completamente el ritmo de crecimiento», planteó un investigador.
Otro recalcó que «hoy día, hay árboles viejos que ya estaban cuando llegó Colón. La medición de los anillos nos da mucha información de los árboles viejos. No hay datos meteorológicos, pero podemos analizar cómo fue el clima pasado antes de que tuviéramos un registro».
«Miren este pedazo de tronco: ¿por qué les parece que creció más de un lado que del otro?». Las preguntas eran infinitas. De un lado y del otro.
Verónica Cárdenas, maestra de la escuela 374 del barrio Las Victorias, acompañaba a un grupo de estudiantes. «He participado varias veces y estas charlas son súper interesantes y séptimo grado se engancha mucho con las temáticas: escuchan y preguntan mucho», reconoció.
Marisa Añual, docente de la escuela 343 del barrio Unión, explicó que decidieron participar de Puertas Abiertas para que «los estudiantes puedan aprender del trabajo que hace el INTA, pero sobre todo porque muchas de las familias de nuestros estudiantes viven todavía en el campo o en zonas donde trabajan con animales y plantas y lo necesitan«.
«Por otro lado -señaló la docente-, aprenden de otra manera el trabajo científico y refuerzan contenidos relacionados con la ciencias naturales y sociales. Como docente, si bien tengo una base de contenidos de Matemáticas, Lengua o Ciencias, a veces me quedo sin poder responder. Así que, en estos momentos, ellos aprovechan a sacarse todos las preguntas fabulosas que tienen».
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