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El hospital público de Neuquén, ganador de todas las batallas

En 1913 se inauguró en Neuquén la primera Asistencia Sanitaria. Prometieron fondos de Nación que nunca llegaron. Funcionó con recursos paupérrimos y mucha demanda.

Fundar una ciudad, punta de rieles, capital del Territorio, en lugares inhóspitos no fue tarea sencilla. Mucho más complejo fue para la ciudad de Neuquén crear, estructurar y poner en marcha un sistema de salud pública. Hoy, el hospital Castro Rendón es ejemplo, pero en tiempos remotos la cosa fue muy diferente.

En las primeras décadas del siglo XX la presencia del Estado era aún débil, el financiamiento y provisión de atención médica eran heterogéneos y dispersos. Se puede decir que formaban parte de una administración laberíntica a la que nuestro territorio del Neuquén no podía estar ajeno”, relatan las crónicas plasmadas en infinidad de textos históricos.

A poco de ser trasladada la capital al antiguo Paraje Confluencia, en 1904, el gobernador CarlosBouquet Roldán, conformó una comisión para construir un hospital en la manzana 19. Era una geografía de médanos y matorrales, donde nadie podía apostar a levantar una construcción.El Estado nacional había prometido un dinero para tal fin, pero nunca llegó.

Pasaron cuatro años y una epidemia de escarlatina puso en jaque a la ciudad. El doctor Juan Pellagatti instaló un pequeño dispensario en una casa particular para atender a la población. “Por esos años el Departamento Nacional de Higiene destina tres partidas presupuestarias para construir hospitales y fueron asignadas a Corrientes, Córdoba y Neuquén”. Pero las autoridades nacionales al conocer “la indomable geografía neuquina dan marcha atrás”.

Los pioneros no se dejaron derrotar y continuaron con la lucha por conseguir un centro de salud. Luego de muchas gestiones, acompañados por el gobernador, lograron alquilar una casa en calle 12 de septiembre y Láinez (donde hoy funciona un supermercado) y así el 28 de junio de 1913 quedó inaugurada la Asistencia Pública Provincial.

“Su primer director fue el doctor Ventura Robledo sucedido por el doctor Alejandro Iarcho y el doctor Antonio Mare. Contando con un consultorio, sala de hombres y mujeres con un total 15 camas, un precario quirófano, instrumental y elementos de esterilización”, relatan las crónicas que se guardan en el Archivo Histórico Municipal.

Los vecinos de la ciudad y de sus cercanos alrededores celebraron la noticia, pero nada estaba resuelto aún. Faltaba mucho más por hacer, con pocos recursos y poca ayuda para un paraje que se proyectaba, como el futuro y sus pruebas lo pudo demostrar después, como una gran ciudad cosmopolita.

En 1930, el periódico quincenal de Neuquén, “El Territorio”, publicaba en su portada una nota con el frente del edificio donde funcionaba la Asistencia Pública y Administración Sanitaria de calle Láinez y 12 de Septiembre, y decía “local en el que se inaugura el 28 de junio de 1913 la Asistencia Pública y Administración Sanitaria, hoy completamente insuficiente, dado que, de 450 recetas y atenciones suministradas a clientes en 1913 ha ascendido a 4.300, con los mismos pobres elementos y reducido local. Los números son más elocuentes que las palabras”.

Y pasaron los años y la situación no se revertía. En noviembre de 1926, el doctor Eduardo Castro Rendón llegó a estas tierras para hacerse cargo de ese lugar sanitario porque su titular se encontraba de licencia y había informado que no regresaría.El testimonio de Castro Rendón al arribar, que quedó registrado en la historia neuquina, fue tan contundente como lapidario.

¨Cuándo llegué a la Asistencia había una ambulancia tirada por caballos, un sulky tan duro que los enfermos tenían pánico de subir, entonces pedí una ambulancia de verdad y me mandaron un Ford A pero no tenía chofer, después de mucho batallar conseguí uno: Arabarco al que también le enseñé a poner inyecciones, hasta a operar me ayudaba. Yo operaba alumbrado por un sol de noche y a manera de sobretecho tenía puesta una sábana para evitar que la tierra del techo cayera sobre el paciente”, dijo por aquel entonces.

La suerte fue esquiva hasta cuatro años después, cuando la ciudad recibe al doctor Luis Ramón, que junto a Castro Rendón, inició la inmensa tarea de construir las bases de la salud pública que se merecían desde siempre los neuquinos y neuquinas. La historia que sigue ya es conocida por todos.


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