El grito de las infancias, la defensa de la Ley 2302 se escuchó desde el oeste de Neuquén
Movilizaron bajo el lema: “Aunque seamos de diferentes colores, podemos emprender el mismo vuelo”.
Parecía una fiesta. Niñas y niños de entre cinco y doce años recorrieron sus barrios con carteles, tambores, murgas y cánticos que inundaban las calles del oeste de Neuquén. Familias, docentes, y directivos acompañaron esta movilización que se organizó bajo el lema “Aunque seamos de diferentes colores, podemos emprender el mismo vuelo”.
La marcha fue el broche de oro de un año de trabajo colectivo en las escuelas, donde la protección de los derechos de la niñez y adolescencia fue el tema central. “Esto es producto de un esfuerzo que llevamos adelante hace años, pero que este 2024 organizamos con más fuerza para defender la Ley 2302 y garantizar que se respeten los derechos de nuestras infancias”, explicó la directora de la Escuela 150, Ana María Corzo Martín, una de las involucradas.
La Ley Provincial 2302, sancionada en 1999, protege los derechos de niños, niñas y adolescentes, marcando un hito para la provincia y siendo pionera antes de la Ley Nacional 26.061 de 2005. Reconoce a la niñez como sujeto de derechos, priorizando su interés superior. “Esta ley debe seguir existiendo y respetándose. Somos los adultos quienes debemos acompañar estos procesos”, remarcó la directora.
Cuando Ana María habla de “nosotros”, no se refiere sólo a las escuelas. Centros de salud, bibliotecas, centros de fortalecimientos de hogares, Defensoría y otras instituciones, están unidos en la Red La Esperanza, motor de la marcha. Forman parte de este entramado que actúa en barrios como Islas Malvinas, Villa Ceferino. Desde allí, el trabajo colectivo responde a las demandas que surgen de las comunidades educativas.
“Cuando detectamos una necesidad, tocamos puertas. Quizás no conseguimos todo lo que quisiéramos, pero logramos acompañar tanto a los chicos como a sus familias, ya sea con alimentos, atención médica o psicológica”, detalla una de las docentes.
Una marcha con historia
Las movilizaciones en el marco del 20 de noviembre, día de la Convención sobre los Derechos del Niño, tienen más de dos décadas de historia en la provincia. En otros tiempos culminaban en el Parque Central, y dejaron de realizarse. Pero estas comunidades educativas mantuvieron viva esta manifestación.
Esta vez, la previa a la marcha incluyó talleres en cada escuela. En la 150, por ejemplo, los estudiantes trabajaron sobre derechos específicos, como el acceso a la vivienda, la familia, la educación y la salud. “Mientras trabajamos derechos, también hablamos de deberes. Queremos construir una sociedad empática, donde el otro importe. Este fue el cierre de ese proceso”, contó una docente.
El día de la marcha, los puntos de encuentro fueron dos. Desde Catriel y Elordi salieron la Escuela 1 y el Jardín 77. Desde Catriel y Doctor Ramón lo hicieron las escuelas 195, 198, 197, 289, el CPEM 48 y hasta la Especial 1 y 3. A ellos se sumaron integrantes del Centro de Salud Nueva Esperanza. Todos avanzaron juntos juntos hasta el patio trasero de la Escuela 150.
En el cierre, el patio se transformó en una fiesta. Hubo canciones alusivas a los derechos de la niñez, murgas, coreografías y hasta frutas y agua aportadas por ATEN y otras organizaciones. Cada institución llevó un color propio para darle vida a la marcha. “El lema buscó reforzar la idea de que no importa de dónde venimos, todos tenemos los mismos derechos y el derecho a alcanzar nuestros sueños”, enfatizó otra docente.
La bandera más importante
En los barrios del Oeste, la desigualdad golpea todos los días, pero también se combaten a diario. “El otro día una mamá me dijo: ‘Llamo a un teléfono y me dicen marque 1, marque 2. Yo solo necesito que alguien me escuche’. Es crucial construir un camino empático”, relató una directora.
En estas comunidades, las soluciones no siempre son ideales. “A veces falta algo tan básico como unas zapatillas porque el papá perdió el trabajo. Lo justo sería que consiga empleo, pero mientras tanto buscamos ayudar para sobrevivir de la mejor manera posible”.
La lección de esta movilización es que la salida es colectiva. “Solos no hacemos nada, pero juntos logramos mucho”, resumió una de las participantes. Y en cada paso de la marcha quedó claro que, aunque el camino sea cuesta arriba, estas infancias están dispuestas a emprender su vuelo.
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