El Freno de Oro, un gran reconocimiento para la cabaña Lonqueo

Un ejemplar de la cabaña Lonqueo obtuvo en 2016 el mayor premio que se pueda lograr en la crianza de caballos Criollos. Desde un campo en Peñas Blancas (Río Negro) nacen los animales que son orgullo de la ganadería regional.

Desde siempre ligado a las tareas de campo, Daniel Cimolai comenzó con su pasión por los caballos desde muy pequeño. Una pasión que hoy desarrolla con orgullo en la cabaña Lonqueo y que lo llevó a obtener uno de los premios más importantes que se otorgan al desempeño de los caballos Criollos en Sudamérica.

“Los inicios en la actividad fueron con mi padre en Catriel en un campo en el año 77, haciendo algo de ganadería. Los caballos siempre me gustaron muchísimo, ya a los 9 años tuve mi primera yegua”, cuenta Cimolai.

El caballo Criollo es ideal para las tareas del campo.


“Mi pasión por los caballos Criollos se despierta desde muy temprana edad en Palermo. Ahí comencé desde muy joven a interiorizarme en la raza y en el 2002 ya directamente compro unas yeguas en cabañas muy reconocidas y comencé con la crianza”, dice el productor.

La cabaña Lonqueo está ubicada en un campo bajo riego en Peñas Blancas (RN). “También criamos en Estancia Santa Julia, en el norte neuquino, con muy buenos resultados, donde además se realiza cría vacuna y venta de reproductores Angus. En estos quehaceres del campo probamos nuestros caballos”, indica Cimolai.

“El primer producto que sacamos a exposición fue el RP7, con el que logramos un Gran Campeón en Trenque Lauquen, y en el año 2016 logramos el Freno de Oro, que es una prueba que se corre en Brasil, Uruguay y Argentina, en lo que fue la frutilla del postre porque todo criador apunta a poder ganarlo, es muy difícil porque la competencia es muy grande”, sostiene orgulloso.

El Freno de Oro obtenido por un ejemplar de cabaña Lonqueo.


“Tuvimos la suerte de hacer un buen producto, y nuestros domadores y arregladores los llevaron al podio”, dice a Diario RÍO NEGRO sobre la experiencia.

“Los productos de la cabaña han sido reconocidos en toda la Patagonia, e incluso hay caballos nuestros en Salta, en Chubut, desparramados por todo el país, así que la genética se fue ampliando y siempre con alguna incorporación de sangre nueva”, comenta Cimolai.

“La genética es impredecible, por eso la crianza es una pasión, y uno desde que hace la primera cruza tiene esa expectativa de lo que puede llegar a lograr, a veces es exitoso y muchas veces no… entonces hay que seguir trabajando”.

Daniel Cimolai, cabaña Lonqueo.

“Ahora en la cabaña estamos produciendo dos hijos de Frenos de Oro; uno es el nuestro, el Coli Leuvu, y el otro es de la familia Tronconi, de Ballester (Bs. As.), es decir que en la cabaña ya tengo líneas de sangre de dos Frenos de Oro”, dice Cimolai.

Características de la raza



El Criollo es un caballo que se rescató de las grandes yeguadas que tenían Chile, Brasil y Argentina hace 200 años. Es un biotipo mediano, intermedio, musculado, fuerte de lomo, de hueso, muy ágil, versátil. En el campo argentino o en Sudamérica se utiliza para todo tipo de actividades rurales.

La marca que identifica a los animales de la cabaña Lonqueo.


“Se sigue utilizando porque, a pesar de estar en el siglo 21, hay actividades en las que el caballo va a seguir siendo indispensable, por ejemplo, el trabajo de campo en lugares inaccesibles donde es lo único con lo que se llega”, comenta Cimolai.

“El Criollo debe ser el 70% de la caballada de Sudamérica, sea de pedigrí o mestizado”, finalizó el productor.

Una tradición que continúa en la familia



“Nosotros hacemos una cría a campo como la mayoría de las cabañas, nuestros costos son relativamente accesibles, porque la comida la hace uno, los fardos, etc., el Criollo es muy rústico y solo con el cuidado y una buena alimentación natural el animal anda bien”, cuenta Cimolai.

Nieto de Cimolai haciendo sus primeras armas sobre un Criollo.


“En cuanto a los valores de los animales son muy relativos, ahí manda el mercado,
se pone una base mínima y los compradores son los que ponen el precio”.

“Los que producimos caballos tratamos de priorizar la mansedumbre del padrillo, de las yeguas para que las crías salgan mansas. Criar caballos es un arte, la genética no significa que dos más dos es cuatro, usted cruza un gran campeón con una gran campeona y no necesariamente le va a dar un gran campeón”.

«Criar caballos es un arte, la genética no significa que dos más dos es cuatro, usted cruza un gran campeón con una gran campeona y no necesariamente le va a dar un gran campeón”.

Daniel Cimolai, cabaña Lonqueo.

“La genética es impredecible, por eso la crianza es una pasión, y uno desde que hace la primera cruza tiene esa expectativa de lo que puede llegar a lograr, a veces es exitoso y muchas veces no… entonces hay que seguir trabajando”. Y en esta búsqueda constante aparecen nuevos criadores, como los propios hijos de Cimolai quienes en 2022 recibieron de parte de su padre los primeros animales para que comiencen a forjar su propia experiencia con la raza Criolla.


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