Un balneario hecho cementerio de lobos: el drama ambiental jaquea la temporada en La Lobería
Una de las playas más bellas del Camino de la Costa permanece cerrada desde la aparición de la gripe aviar que afecta a los lobos marinos. El último reporte oficial indica que hay 800 cadáveres en esa zona. Vecinos del lugar recurrieron a la Justicia.
Todavía falta la confirmación oficial pero la próxima temporada de verano no será igual en el Área Natural Protegida de Punta Bermeja, ubicada a 60 kilómetros de la capital rionegrina.
El acceso al balneario La Lobería, una de las “joyas” del Camino de la Costa, y al Centro de Interpretación Faunística continúan cerrados, medida que se tomó luego de los primeros casos de lobos marinos afectados por el virus de la gripe aviar.
Desde mediados de agosto pasado se registra esta situación y todo indicaría que se mantendrá la restricción durante los próximos meses.
Se mantiene la crisis sanitaria, si bien los casos reportados en los últimos días demostrarían que la curva epidemiológica está en descenso; y para los prestadores turísticos “la temporada está perdida”; además aparecen otras complicaciones para los residentes que deben lidiar con olores nauseabundos por la acumulación de cadáveres en la zona.
Según datos oficiales, hasta el 25 de octubre pasado, se registran casi 1.300 decesos de lobos en todo el territorio rionegrino, 800 de ellos en el sector del ANP donde se encuentra la colonia de estos animales más importante de la Patagonia.
Aquel número representa casi un 20% de la población total que se estima para esta época del año.
Desde la aparición de los primeros ejemplares muertos comenzó un trabajo coordinado entre la Secretaria de Ambiente y Cambio Climático de la provincia, los municipios afectados y Senasa, entre otros organismos públicos; para la disposición final de los cadáveres. Siguiendo recomendaciones internacionales se decidió el “enterramiento en el lugar” de los cuerpos.
Sin embargo, el acceso a la playa de La Lobería, en la zona de acantilados, es imposible para máquinas y otros vehículos que ayudarían a cumplir con esa tarea.
Sobre el panorama actual Gastón Gutiérrez, secretario de Servicios, Espacios Públicos y Ambiente de la municipalidad de Viedma, sostuvo que “es más positivo” porque “la curva epidemiológica está en claro descenso” pero aclaró “la delicadeza de la situación” porque “es igual si hubiera mil casos a si hay uno”.
Agregó que “el problema sería el vector de transmisión zoonótica hacia humanos, que hasta ahora está descartado, incluso hacia otros animales también, con resultados negativos” pero el análisis “es minuto a minuto”.
Dijo que “estamos en permanente monitoreo, con la Secretaría de Ambiente de la provincia que reporta la situación en base a la información que brindamos los municipios, Senasa y los guarda ambientales de las áreas protegidas”.
Gutiérrez contó que “por el advenimiento de la temporada estival es que requerimos información más precisa con todos los respaldos sanitarios y epidemiológicos que haya disponibles”, porque “le tenemos que dar una respuesta a la comunidad sobre la apertura o la concurrencia a las playas públicas” y reconoció que “a priori no se va a abrir” cuando fue consultado sobre la situación en la villa turística.
La acumulación de cuerpos en esa playa es el mayor desafío actual y explicó que “desde el municipio se está implementando una prueba piloto para el retiro de los cadáveres” que están “con un proceso de descomposición avanzado” y generan “inconvenientes por los olores para los que viven o tienen su casa de descanso en La Lobería”.
A partir de esa prueba se podrá tomar una decisión final con respecto a la apertura de la playa, aunque en caso que se haga “si aparece uno, desde que se retira la presencia del virus dura hasta 15 días, por la presencia de fluidos y secreciones en las piedras, en la arena” dijo.
Sobre la prueba piloto contó que es “con camillas con chapas y redes, usando cuatriciclos para retirarlos a la línea de marea para que se los lleve” porque “no se puede llevar a otro lado, no se pueden enterrar en ese lugar por la poca profundidad de la playa, por la restinga”.
Cuando se le indicó que la marea se puede llevar los cuerpos pero también traerlos señaló que por eso “es una prueba piloto”.
Aclaró sobre esa iniciativa que “no es una improvisación, porque es parte del protocolo disposición final recomendado por la Organización Mundial de la Salud”.
El funcionario municipal reconoció que “hemos tenido planteos de los vecinos” con “muchas inquietudes por parte de los prestadores de servicios” y recordó que “desde el municipio no aplicamos medidas restrictivas, sino que esto tiene una base sanitaria, para tomar decisiones que emanan del comité de crisis y los municipios adherimos”.
Contó que “a los vecinos que viven, a quienes tienen casas de alquiler, le hemos dicho que el cuadro es delicado, no podemos aventurar que va a pasar, pero la situación sigue siendo muy delicada, por más que la curva epidemiológica haya descendido, porque cualquier transmisión zoonótica hacia un ser humano puede ser de extrema gravedad” para la población.
Gutiérrez recordó que “nos sugirieron algún tipo de protocolo para incineración de los cadáveres pero les explicamos que más allá de eso hay que enterrarlos” y explicó que la quema de los cuerpos “es muy compleja porque hay que abrir el cadáver porque el fuego debe llegar, para atacar de manera eficaz, a la tráquea y los pulmones”.
Remarcó que “no hay más respuestas que esas porque no la hay. No la hubo en el Pacífico, ni en Centroamérica” donde se registró una epimedia similar “porque es un cuadro complejo, con animales que pesan muchísimo y, a veces, en lugares inaccesibles”.
Enfatizó que “está descartada la transmisión en aves” que “sería un cuadro delicado para nosotros por la presencia de la colonia de loros más grande del mundo en el balneario El Cóndor, que si bien no se alimentan de carroña, conviven con otras especies carroñeras”.
Como parte de la tarea que se llevó adelante desde la aparición del virus se concretó el cierre transitorio de todas las playas de jurisdicción municipal, hoy ya liberadas, y Gutiérrez indicó en ese sentido que “el comportamiento de los vecinos, en su gran mayoría, fue muy responsable y aportaron denuncias sobre la aparición de animales muertos que permitió actuar en consecuencia”, aunque “es más complejo con los animales domésticos que a veces andan sueltos”.
El contexto actual, “más positivo” no debe servir como excusa y se mantienen las recomendaciones que se hicieron públicas desde los primeros días.
No acceder con mascotas a las playas, mantener distancia con lobos marinos y aves muertas porque minimiza las oportunidades de transmisión del virus.
Se recomienda no tocar superficies que podrían estar contaminadas con saliva, mucosa o excrementos de aves, ya sean silvestres o de corral y es fundamental comunicarse de inmediato con las autoridades del Senasa a través de la oficina local más cercana, mediante la aplicación Notificaciones SENASA para dispositivos Android, enviando un correo electrónico a: notificaciones@senasa.gob.ar, llamando al número 11 5700 5704 o completando el formulario en línea.
- 801
- lobos muertos se contabilizan en el Área Natural Protegida de Punta Bermeja. Representan el 62% del total de decesos.
Vecinos de la zona realizaron una denuncia en la Justicia
La Asociación Vecinos de La Lobería que reúne a residentes y a un grupo de propietarios de viviendas de la villa realizaron esta semana una presentación ante la Justicia provincial.
Apuntan directamente contra Dina Migani, secretaria de Ambiente y Cambio Climático de la provincia y piden que se la investigue por el posible delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Dicen sentirse olvidados porque consideran que no se hizo nada desde la aparición del virus, sólo el cierre del acceso a la playa.
La presentación recayó en el fiscal Guillermo Ortíz que como primera medida requirió informes del organismo provincial para saber que actividades se cumplieron.
Luego deberá definir la existencia del posible delito para avanzar en la causa.
La enfermedad tiene un alto impacto económico en el sector turístico
La acumulación de cadáveres de lobos marinos, en distintos grados de descomposición, no sólo es una tragedia ambiental sino que también tiene un importante impacto económico entre quienes apuestan por el desarrollo de la villa turística.
Para los residentes, propietarios y algunos visitantes ocasionales permanecer en el lugar se transformó en una tarea insalubre por el olor que emana de los cuerpos que se acumulan en la playa.
Además, en la zona, desde hace unos años, se observa un paulatino crecimiento, con algunos residentes permanentes, muchas viviendas que son utilizadas durante los fines de semana y la temporada de verano; y otras que se incluyen en la oferta de alquileres temporarios.
“No pude alquilar nada para la temporada” indicó a RÍO NEGRO una de las propietarias y el panorama también se presenta muy complicado para los responsables de las dos concesiones municipales habilitadas en el lugar.
Una de ellas corresponde a la confitería, que incluye el servicio del carrito que permite bajar y subir desde la playa; y la otra al cámping reacondicionado la temporada anterior.
“Esperas todo el año para decir: vale la pena todo el esfuerzo que hacemos para dar un servicio, pero pasa esto” se lamentó Nicolás Luna, responsable del cámping, y señaló que tiene que darle una respuesta a un grupo de gente que trabaja en el lugar durante la temporada.
A pesar de la situación reconoció que “más allá de los intereses personales que tenga cada uno no podemos ir contra la naturaleza” y contó que escucha muchas ideas de vecinos y visitantes pero “lo que se propone, a veces, puede ser más nocivo y dañino, y demandaría un montón de recursos” pero agregó que “ si no se hizo antes ahora hay que esperar”.
La preocupación sobre la realidad que tienen que afrontar los concesionarios está en análisis en el ámbito de la Municipalidad de Viedma y sería un hecho que se suspendería el pago del canon de las concesiones hasta que se resuelva la situación sanitaria y el balneario recupere cierta normalidad.
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