El día que Jorge Luis Borges tomó el té en Neuquén

Fue un día de mayo de 1970. La ciudad estaba alborotada por la llegada a Neuquén del brillante escritor argentino, Jorge Luis Borges. Llegó a la capital, junto a su esposa, Elsa Astete Millán, para celebrar el cumpleaños de otro grande de las letras, el médico y escritor neuquino, Gregorio Álvarez, que cumplía 80 años.

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Fue un día en el que se juntaron personalidades fundamentales en la historia de esta ciudad. Fue recibido por el entonces gobernador de la provincia, Felipe Sapag y el Obispo Emérito, Jaime de Nevares y tomó un té en living de la casa del doctor Eduardo Castro Rendón, impulsor del sistema de salud público de Neuquén.

Como parte de las actividades que se realizaron ese día, Borges brindó una conferencia de prensa en el edificio de la Universidad de Neuquén, que funcionaba en la esquinas de Belgrano y Salta, donde actualmente se encuentra la escuela 201. Lo que sucedió ese día fue rescatado por el equipo del museo Paraje Confluencia de la ciudad.

Durante la charla de Borges, la ciudad quedó a oscuras como consecuencia de un apagón eléctrico. “El escritor hizo gala de su conocido humor negro diciendo: estoy acostumbrado a la oscuridad. Por mi parte no tengo inconvenientes en continuar con la charla”, recordaron. Mientras los organizadores buscaban velas para iluminar la sala, el escritor continuó con la charla con total normalidad.

Ese día también, mantuvo un extenso intercambio de palabras con el historiador neuquino, Juan María Raone, a quien le firmó un ejemplar del libro “El tronco de oro” de Gregorio Álvarez. Para cerrar la jornada, Borges compartió el “ritual del té” en la casa del doctor Eduardo Castro Rendón. Lo que se habló en ese encuentro no es difícil de adivinar: por supuesto que de libros, literatura y grandes escritores.

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