El daño de robar caballos: niños con discapacidad sufren lo ocurrido en Fernández Oro
Las yeguas sustraídas eran parte de un nuevo servicio de equinoterapia que se consolidaba en la zona. “Nos cortaron las piernas”, dijo la referente de la propuesta.
Seis días pasaron desde el último domingo, cuando ladrones forzaron un alambrado y se llevaron a dos yeguas que eran utilizadas dentro de un proyecto de equinoterapia en Fernández Oro. Desde entonces, siete chicos no pueden continuar con su necesaria estimulación.
Este viernes se recordó en el país el Día Nacional del Caballo, establecido por ley en 1999, pero aún son recurrentes los casos de maltrato y robo de ejemplares en distintos puntos de la región. En esta oportunidad, el blanco fue la chacra que Lorena Rodríguez, su sobrina Candela y un grupo de colaboradores venían preparando hace tiempo, para ofrecer una alternativa a la cantidad de pacientes rionegrinos que la referente ya recibía en su centro terapéutico, en Neuquén capital.
“Soy terapista ocupacional y ya trabajaba acá con equinoterapia los fines de semana, en un club (…) Buscábamos darle otra mirada a la rehabilitación, sobre todo en pediatría y conocimos todo lo que era la equinoterapia, así que nos empezamos a formar. Yo tengo en Neuquén mi propio centro de rehabilitación y notamos que venían a atenderse muchos pacientes oriundos de todo lo que es Cipolletti, Fernández Oro”, contó en diálogo con RÍO NEGRO la profesional, capacitada en neurorehabilitación e integración sensorial.
Después de todo el proceso que demandó preparar el lugar para alojar a los animales, la limpieza y acondicionamiento, pasaron a la ardua tarea de selección, en función de las características de cada equino y las necesidades de los pacientes, que acudieron con diferentes patologías, como dificultades motrices, hiperactividad y autismo. Todo avanzó hasta que se produjo el robo.
“Nos cortaron las piernas, estamos sin poder cumplir con la actividad, porque el caballo es visto como un terapeuta en esto también (…) Somos una familia que ya teníamos caballos. En Oro, mi hermano y mis sobrinas también tenían, eran estas dos yeguas y otro más chiquito”,
reconoció Lorena preocupada.
Al momento de conocer la triste novedad, fue un camionero el que les dio el alerta, después de divisar a los supuestos delincuentes, avanzando por la zona rural, en sentido Oro – Allen. Esa tarde, no había pasado mucho tiempo desde la última vez que les habían dado de comer a los equinos, pero evidentemente los sujetos supieron esperar el momento adecuado para concretar su cometido.
“Los niños ya reconocían a sus caballos, porque dejan de ser nuestros para pasar a ser de ellos. Y los animales también los reconocían. Todavía estamos cayendo en la realidad tan cruel que nos está tocando vivir”, agregó Lorena. Según el repaso de los datos, para intentar que alguien aporte datos de su paradero, recordaron que se trata de una yegua tordilla mora, “Gitana”, y otra tobiana, bautizada “Aitana”, una más alta que la otra. Ésta última contaba con un detalle extra: fue robada en pleno tiempo de gestación, ya que estaba preñada.
“Estos caballos tienen la particularidad de su mansedumbre y su docilidad para dejarse montar por los chicos”, explicó la terapista, creyendo que quizás esos atributos jugaron en contra frente a las intenciones de quienes violaron la seguridad del lugar. No sólo sirven para el intercambio con los pacientes, sino que forman parte de un plan terapéutico, con objetivos específicos tanto para los niños y niñas, como para la familia, en función de la discapacidad que transiten.
En la chacra afectada, ubicada junto al cruce entre Ruta 65 y el camino que sube a la planta de NRG, entre Allen y Oro, también se ofrecía la posibilidad recreativa de la modalidad “minipony”, que según explicaron, consiste en “dar clases a niños para que aprendan a montar y puedan tener más conocimiento sobre ese mundo, desde poner una montura, a conocerlos y aprender de su andar, entre otros aspectos, sin el marco terapéutico”.
Conocido el robo, desde el entorno del grupo y los padres de los pacientes activaron una búsqueda espontánea, para luego radicar la correspondiente denuncia en las Comisarías N°26 de Fernández Oro y la 6° de Allen. Todavía no se habían registrado novedades.
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