El color en los tejidos: volver al origen reflejando a la naturaleza

Tejedoras de Neuquén y el Alto Valle se pusieron al hombro la tarea de recuperar saberes ancestrales para conectar generaciones, cultura y herencia.

Mientras esta nota se preparaba, las organizadoras volvían a la carga con otro taller, esta vez en China Muerta. La Feria de Productores y Artesanos las esperaba para aprender más sobre “teñido de lana con tintes naturales”, como vienen enseñando hace un tiempo en Neuquén.

Parece magia pero no lo es, se trata de mirar con otros ojos las opciones que nos comparte la naturaleza. Quizás se pueda pensar que sólo apunta a integrantes de comunidades originarias y tampoco: es abierto a propios y “externos”, mestizos y aquellos que están todavía reconstruyendo su linaje familiar, varones y mujeres curiosos, grandes y chicos.

El tejido es para todo aquel que sienta el llamado, coinciden en eso las integrantes del equipo Maria Dolores Rearte, Mabel Ausejo, Cecilia Kilapi, Fermina Parada y Elvia Albornoz. Ellas mismas lo afirman: el telar “las llama”. No es que escuchen voces, sino que la vocación, las ganas de estar con la lana entre los dedos se aloja en un lugar del corazón, de la memoria emotiva, que como todo, a veces pide descanso, pero después de un tiempo, se extraña, para retomar con otro ánimo o en el momento necesario.

Profesoras, artesanos, estudiantes, amas de casa, talleristas, recuerdo de los participantes en el taller de Neuquén capital.

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El telar es paciente y espera la misma actitud de quien lo arma. No funciona a batería y tampoco necesita de enchufes ni de conexión wifi. Lo puede armar una vecina en su living o en el patio debajo de algún alero. Puede ser pequeño o imponente, pero no es el único participante de la tarea. Hay que ir a los saberes de otras generaciones para conocer cómo son los pasos necesarios para llegar a sentarse frente a los hilos que esperan formar una guarda.

Como muestra de eso, las talleristas pusieron en la mesa de trabajo, el pasado sábado 24, varias bolsas con la lana tal como fue cortada a la oveja en plena esquila. Ya con esa materia prima virgen empezó para el espectador – aprendiz, la danza de aromas, cada uno con su particularidad, porque ese vellón se comienza a maniobrar sin lavar, así es que tenerlo en las manos es una invitación a cerrar los ojos e imaginar el corral donde todo empezó, con los animales que compartieron su abrigo.

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Si bien en otras latitudes, más al norte del continente, se hace distinto, en este caso el trabajo con la lana “cruda”, sin limpiar, tiene un sentido y es parte de las primeras lecciones: lavarlo le quita lo que las experimentadas llaman el “veri” a la fibra, que ayuda a formar mejor la hebra para hilarla y ovillarla, sin que se abra o se “apelotone”. Así que obedientes, las asistentes lo anotaron.

Mientras ese reconocimiento se llevaba a cabo en las afueras de la Casa Histórica del exgobernador Bouquet Roldán y el patio del Ballet “Nuestros Mayores”, en otro rincón del lugar, el hervor del agua de río hizo brotar lo necesario de la jarilla, la cáscara de cebolla y la yerba. Una vez que desprendieron sus tonalidades, esos “insumos” fueron retirados del líquido para luego sumergir la lana que se quería teñir, ya después de haber pasado por la rueca o el huso y así continuar con el proceso.

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En los preparativos para seleccionar qué es lo que se va a usar para dar color a las madejas, se notó la sabiduría que había que aplicar, para cuidar a las plantas con responsabilidad. “Es mejor cortar la jarilla florecida”, “no se usa todo de la misma planta, para darle lugar a que vuelva a crecer, como tampoco se usan las raíces para que no se seque”, “hay que conocer qué partes sirven mejor para dar color y en qué época del año”, fueron algunos de los consejos que se escucharon, mientras varias ollas de aluminio y tachos de acero inoxidable se calentaban al fuego de la leña o de un mechero con garrafa.

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El resultado fue tan efectivo, que al escurrir la lana después de pasar por el tinte, hasta las manos recibieron la tonalidad obtenida. Un poco fruto del azar y de los factores que influyen, como el material de la olla utilizada, el tipo de agua, el suelo y la humedad donde creció la planta, también es importante la prueba y el error hasta lograr el efecto deseado, en el uso y las cantidades de “modificador” y “mordiente” aplicados.

Agregados como el alumbre, que antes se conseguía como “piedras” en el campo y hoy se compra en las droguerías, sirve al igual que el vinagre y la sal, que fijan el color, pero que sumados al sulfato de hierro por ejemplo, permiten nuevas variantes. Todo debe anotarse, para saber “la receta” que se debe repetir en caso de volver a necesitar ese color para un diseño, o bien, para preparar más lana cuando el tejido requirió más de lo previsto. Allí el desafío es que se pueda repetir la ecuación de la forma más precisa posible, porque si algo cambia, se notará.

Un panel con rollitos de lana, bajo la galería de la casa anfitriona exhibió las posibles opciones que se pueden lograr con frutos de «siempre verde», flores de pichanilla, flores de matacebo, frutos de mora, flores de ceibo, flores de pelo de bruja, frutos morados, cebolla morada, remolacha, cebolla común, flores de retama, frutos de frambuesa, flores de chañar, frutos de piquillín, frutos rojos de piquillín, cáscara seca de nuez, flores de malvón, flores y hojas de jarilla, laurel de jardín, flores de patitas de perdiz, flores de rúcula… la lista es interminable.

Parecidas, pero únicas, dependiendo de la flora de cada zona.

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Cada uno a su tiempo, según el rato libre que dejan las demás ocupaciones, todos los asistentes se llevaron el anhelo de poder aplicar estas técnicas y ver cómo la propuesta se puede hacer realidad. Profesoras de Nivel Medio, de Bellas Artes, una estudiante de Diseño de Indumentaria, un artesano, una docente de folclore, talleristas de otros grupos, todos entendieron que “el saber es un camino que se empieza y no se sabe dónde termina”… por eso les gustó tanto seguir escuchando y compartiendo. Con el apoyo del área provincial de Patrimonio Cultural, esperaban llegar pronto con estas ideas a la cordillera.

Anotar la receta, el paso fundamental.

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