El CITE, un espacio de contención para los adultos mayores de Cipolletti

En tiempos donde los mandatos de la época postergan a los adultos mayores y que parecen desplazados de la escena, el Centro Integral de la Tercera Edad (CITE) aparece como un refugio para generar vínculos. Es un espacio municipal lleno de innumerables historias de vida. 

A diario más de 30 adultos mayores concurren al Centro Integral de la Tercera Edad (CITE) de Cipolletti. Contención, atención y alegría es lo que buscan en el espacio de gestión municipal. Durante una mañana de bingo compartieron cómo es el día en el centro integral. 

En Cipolletti, el apoyo a los adultos mayores se ha convertido en una política de estado y compromiso asumido lleva más de tres décadas en la ciudad con la creación del Centro Integral de la Tercera Edad (CITE). Algunos de los que asisten llevan más de 15 años en la institución y la definen como una gran familia.  Allí desayunan, almuerzan y realizan actividades recreativas. 
 

Las edades varían, pero la mayoría ronda entre los 60 y 80 años, la mayor tiene 96 años. Algunos se encuentran solos o con familiares que no pueden hacerse cargo y en el centro encuentran un lugar para sentirse acompañados. Los intereses son diversos, a algunos les gusta el deporte, otros la literatura y hay quienes disfrutan del baile, pero cada día se esfuerzan por dar lo mejor de sí y compartir una jornada feliz y amena.  

Tanto los adultos mayores como los cuidadores disfrutan cada jornada y en sus rostros se nota el compromiso asumido. “Acá se preocupan por nosotros, nos escuchan. A veces algunos llegamos caídos, pero acá nos levantamos. Yo lo veo como mi hogar porque tenemos libertad para aprender y hacer cosas que antes, o en casa, no podíamos”, expresó una de las mujeres que asiste.  

Varios llegaron al centro por pedido de las familias, otros se enteraron por recomendación de conocidos o por las redes sociales y también hay quienes llegan por intervención de las áreas de salud. Ese es el caso de Óscar, de 65 años, que llegó a la institución a través de la asistencia del hospital.  

“Llegué hecho pedazos, pero acá conocí a otras personas y encontré un lugar de contención. Todos estamos necesitados de afecto, cariño y atención y acá hay gente con luz que trata de iluminar al abuelo que está cayendo, y nos hace sentir útiles cuando muchos de nosotros creemos que ya estamos de sobra”, manifestó.  

En el centro ubicado en calle Miguel Muñoz y Fray Santa María Oro existen numerosas historias y todas son diversas. Durante la pandemia, algunas personas perdieron a sus parejas, y la partida de ese ser querido creó un vacío y en el CITE han logrado encontrar formas de ocupar ese espacio. Jugando al truco, al tejo, un bingo, compartiendo un almuerzo o haciendo actividades disfrutan cada jornada.  

Otros, al llegar se reencuentran con viejos amigos, y también surge el amor. Se forman parejas que mutuamente se acompañan en lo cotidiano. Los valores están presentes, cada uno de ellos demuestra respeto, gratitud y compromiso de manera constante.  

Sin embargo, a pesar de la labor que a diario se realiza en el CITE, quienes asisten se dan cuenta que los recursos son escasos y que quienes allí trabajan con los recursos que tienen hacen lo posible para hacerlos sentir bien. “Los recursos son limitados, a veces falta el gas para cocinar o se rompe el transporte y ellos hacen un esfuerzo muy grande con lo que tienen”, expresaron.  

La inscripción para unirse a las actividades del CITE está abierta durante todo el año. Aquellas personas que no pueden llegar por sus propios medios tienen la opción de utilizar un servicio de transporte proporcionado por el municipio, que se encarga de recogerlos en sus domicilios.  

La coordinadora del centro, Andrea Paine, destacó el trabajo que se realiza en la institución y manifestó que “el objetivo es realizar un trabajo integral. Intervenimos de acuerdo a la historia de cada persona y de sus intereses. Acompañamos con acciones que buscan potenciar su autoestima, el cuidado, la salud y cualquier situación particular que pueda surgir. No solo se trabaja con el adulto mayor sino también con la familia, el programa es una forma de apoyarlos a ellos también. Acá interactúan entre ellos, surge el amor, el reencuentro con amigos de la juventud. Que vengan y lo disfruten es lo mejor”, indicó. 


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