El científico de Plaza Huincul que encontró en el estudio de la toxicología de insectos su pasión
Ariel Toloza desde el Conicet estudia moscas y su resistencia a los plaguicidas. También piojos y las vinchucas.
Cada año regresa a Plaza Huincul, para visitar a su familia y amigos (Foto: Andrea Vazquez)
“Terminar una investigación es abrir otros caminos e ir ampliando el conocimiento. Y eso es lo que me fascina, trabajar con colegas de otras disciplinas del país y de otras partes del mundo”, explicó Ariel Toloza, científico, quien nació y vivió en Plaza Huincul hasta que terminó la escuela secundaria. Ahora, desde el Conicet está abocado al estudio de moscas y su resistencia a los plaguicidas, como lo hizo con los piojos y las vinchucas.
En Plaza Huincul y Cutral Co no todos quienes terminan la secundaria se vuelcan a estudiar una carrera cercana al petróleo y sus derivadas. Algunos se dedican a trabajar de lleno en la industria hidrocarburífera, donde los sueldos suelen ser muy tentadores, pero hay quienes optaron por otra formación.
Uno de ellos es Ariel Toloza, que estudió la licenciatura en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Buenos Aires, y a lo largo de varios años de formación alcanzó un doctorado y una maestría. Desde 2011 se desempeña como científico -en la actualidad independiente- en el Conicet.
Toloza vuelve todos los años a Plaza Huincul junto a sus hijos -Vera de 8 y Bruno de 14- en invierno y verano para estar con su madre, su hermana y sobrina, pero también porque le encanta su ciudad.
Y además tiene sus amigos de la infancia, con quienes se reúne cada vez que puede. “Ya se acostumbraron porque la mayoría son petroleros”, respondió sonriente ante la pregunta de qué se siente ser el “científico” del grupo.
El investigador está abocado en esta etapa a estudiar la resistencia a insecticidas de las moscas. “Estamos haciendo un estudio de las bases moleculares de las moscas para establecer si son resistentes, y a qué lo son, más los mecanismos que usan”, dijo.
Hace poco tiempo se conoció el estudio del que es coautor junto a un grupo de colegas de otros países y que permitió establecer cuándo llegaron a América los piojos humanos. Es decir el camino de migración en dos oleadas que hubo hace miles de años. El trabajo fue publicado por la revista científica Plos One.
Antes también estuvo abocado al estudio de las vinchucas. “Lo importante es estar activo, proponer cosas y buscar financiación para que la rueda siga girando y estar abierto a las posibilidades de interactuar con colegas de otras disciplinas”, subrayó.
Sin embargo, puede decir que su primer amor fueron los piojos. “Siempre estuve enfocado en la investigación de la toxicología de insectos. Lo que abordamos fue la problemática de la resistencia a insecticidas”, subrayó.
La investigación incluye la interacción que tienen los distintos insecticidas para matar a las plagas, a los insectos, cómo afecta al medio ambiente y a la salud humana. “Es integral el abordaje que hacemos. Se puede reorientar cada tema. Ver por qué los insectos resisten a los plaguicidas que se están usando y por eso no se mueren. Nos pasó con los piojos y vinchucas”, contó.
Toloza explicó que como biólogo el campo de estudio es muy amplio. Recordó que cuando consiguió la beca para acceder al doctorado, el laboratorio al que accedió era el de toxicología de insectos. Ese lugar ya tenía el abordaje de ciertas problemáticas, y era el centro de investigaciones de plagas e insecticidas. “Me asignaron piojos, luego vinchucas, ahora el trabajo es en moscas”, acotó.
Toloza indicó que una vez que se concluye la tesis, generalmente quedan más puertas abiertas que cerradas. “Te vas metiendo y se abren otras tantas, porque los resultados dieron que se puede abordar de otra manera. Abrir caminos con cierta temática y ampliar los temas, eso es lo que me fascina: trabajar con colegas del Instituto Balseiro, de Buenos Aires, en Argentina y de afuera.
“Lo que hace es que uno aporta, pero te enriquecés y aprendes un montón de temáticas que no hubieras abordado. Eso es lo rico que tiene la investigación”, subrayó. A modo de ejemplo mencionó que cuando hacían un estudio de epidemiología de piojos, intercambiaron con colegas del Balseiro que eran físicos e hicieron un modelo matemático de epidemiología de piojos.
“Les dije que tenía datos reales para incorporar en ese modelo. Al principio, no nos entendíamos, era ciencia, pero una vez que matcheas bien está buenísimo porque nunca pensé que iba a poder trabajar con físicos en algo”, recordó.
A su formación en el país, se le suma una pasantía que cumplió en la universidad de Gainsville, en Florida, Estados Unidos hace unos años atrás. Luego regresó al país. En cuanto a la carrera en Argentina indicó que en Conicet, una vez que se finaliza el doctorado, y posdoctorado se puede concursar para ingresar a la carrera de investigador científico.
Eso implica que el profesional sea investigador de planta permanente y que se percibe el sueldo cada mes. No es así en otros países, donde en muchos casos, deben renovar anualmente los contratos. Por esta razón destacó la posibilidad que existe en el país para el desarrollo de la ciencia y de acceder a este tipo de formación.
La ciencia y el reconocimiento para quienes la desarrollan
Desde el 10 de diciembre de 2023 y con la asunción de un nuevo gobierno nacional, todavía es un tanto incierto qué ocurrirá con el CONICET.
En este contexto, Toloza dijo que tiene como expresión de deseo que «exista financiamiento para los proyectos que están en curso y para los que vengan». Al respecto, consideró que es necesario que exista una apertura de becas para que los estudiantes, una vez que se reciban, puedan hacer una formación de maestrías y doctorados.
«Eso es importante porque es formación de gente que estudió un montón de años, puede usar ese conocimiento en pos del país, de la gente», apuntó. Y anheló que se respete el trabajo de los científicos y se los ponga en valor como tantos otros profesionales.
«Hay que aprovechar la posibilidad de aplicar el conocimiento de tantos años en cualquier campo y de lo más variado. Espero que se nos respete y se nos valore y que haya más dinero destinado a investigar y mejorar las cosas”, concluyó.
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